CULTURA
Bellas Artes se consolida como una de las sedes de Madrid Gráfica
Texto: Jaime Fernández, Texto: Jaime Fernández - 30 oct 2020 00:00 CET
En 2020 se está celebrando la cuarta edición de Madrid Gráfica, y la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense se consolida como una de sus sedes habituales, ya que lleva tres años acogiendo alguna de sus muestras. En esta ocasión se trata de “Hay dos mundos y están en este”, de Onaire Colectivo Gráfico y Natalia Volpe, que se puede visitar en la Facultad hasta el 20 de noviembre. En ediciones anteriores, la muestra se ha acompañado con ferias y talleres, algo que este año no ha podido ser, pero a cambio “tenemos esta super exposición”, como la define Elo García, secretaria académica de la Facultad. Uno de los comisarios de la muestra, Gabriel Martínez, reconoce que prefiere este espacio expositivo porque “está abierto todo el día, y además el diseño se adapta bien, porque no deja de ser algo que nos envuelve”.
Madrid Gráfica es una cita anual con el mejor diseño gráfico internacional, organizada por el Foro de Empresas por Madrid, el Ayuntamiento y DIMAD (la Asociación de Diseñadores de Madrid). Y su objetivo es mostrar el valor que tiene la gráfica para la comunicación visual, la cultura y la economía, y permitir que forme parte de la cultura de la ciudad, tanto en espacios públicos como privados.
Las exposiciones que se eligen para ser exhibidas en la Complutense, siempre tienen un carácter didáctico, como la de este año, en la que se pueden ver unas cuarenta obras, repartidas entre grandes murales y carteles. Comisariada por Sonia Díaz y Gabriel Martínez, que conforman el colectivo Un Mundo Feliz, presenta el trabajo colectivo de los argentinos Onaire (Mariana Campo Lagorio, Gabriel M. Lopatín, Gabriel Mahia, Sebastián Puy y Natalia Volpe).
Los comisarios destacan que estos artistas nos invitan a poner sobre la mesa lo público, a partir de lo que definen como un ‘guiso gráfico’ donde “el diálogo, el dibujo y la multivisión de todos los integrantes da lugar a una sola composición plural y colectiva”, con un método que propicia la participación de todos los integrantes y “subsume en una sola composición las visiones de cada uno, trascendiendo, de esa manera, la expresión individual para lograr una expresión colectiva”.
Es decir, que las obras son de todos y realizadas por todos, y en muchas ocasiones surgen en jornadas de trabajo que realizan en universidades, cárceles, hospitales o escuelas. Reconoce el comisario de la muestra que “el diseño es un trabajo colectivo, aunque luego no se nota, porque muchas veces firma uno solo, o es un estudio el que lo firma y no se ve el nombre de los artistas, así que es muy interesante la manera de trabajar que tiene Onaire, que es diferente a lo habitual, porque entre los cinco generan una serie de imágenes complejas, y al mismo tiempo cada uno tiene su individualidad, de ahí lo de enfrentar al grupo con una de las personas del mismo, en este caso Natalia Volpe”.
Hay dos paredes de la muestra en las que se pueden ver la parte procesual, algo que a estos comisarios siempre les gusta mostrar en sus exposiciones, y eso “es muy bueno desde un punto de vista didáctico, sobre todo en una Facultad de Bellas Artes”. Ahí se pueden ver imágenes de la parte del proceso de la obra en la que “van sumando espacios culturales y conflictivos, siempre desde la colectividad, lo que permite ofrecer otras visiones a los estudiantes de la Facultad, más allá de la individualidad del artista”.
Además, al haber optado por reproducir los trabajos en formatos muy grandes, de acuerdo con el comisario, “se ven mucho los detalles, algunos son muy punkys, pero hay que acercarse mucho para verlos, e incluso en imágenes que parecen muy divertidas, al acercarse se ve lo crítico que es todo, aunque sea muy natural y no demasiado agresivo, o si es agresivo, como en el tema de las reivindicaciones feministas o trans, al mismo tiempo son muy sensibles en el trazo, los colores y las formas”.
Origen universitario
La idea de lo público y la recuperación de lo común queda más enmarcada todavía, de manera un tanto casual, en el espacio expositivo de la Facultad, ya que justo allí se han habilitado unos pupitres, rodeados de los carteles de la muestra, para que los estudiantes puedan acceder a las clases por streaming. Cuenta el comisario que estaba montando la exposición, con la ayuda de Fernando Carbayo, cuando se sentaron allí los estudiantes para asistir a su primera clase, “algo que parecía surrealista, casi como una performance, pero estas cosas extrañas ayudan siempre y cuando los proyectos sean lógicos, así que dentro de un espacio de cultura y de mucha creatividad, que eso forme parte del espacio resulta muy interesante”.
En este espacio, seguro que los miembros del colectivo y su obra se sienten como en casa, porque Onaire surgió de la tarea docente que realizaban en la Universidad de Buenos Aires, y allí fue donde canalizaron “el entusiasmo y la energía” para crear un colectivo que les permitiese explorar su “pulsión creativa, lejos de la computadora y el trabajo comercial”.
Los comisarios van más allá y señalan que “lo público es un lugar convulso donde se produce la agitación y el combate del pensamiento. Es el espacio vulnerable del compromiso continuo, lo inacabado y la dimensión social de lo común”. Ahí entran las obras de este colectivo de artistas argentinos, que entienden el diseño público como emancipador, “porque anticipa un nuevo mundo, de la misma manera que propone la creación y transformación colectiva de las condiciones de vida en común”.
Diseño crítico
Con un marcado carácter de reivindicación política, estas obras buscan “evitar las opiniones y los pensamientos privados, y comenzar sin más demora a diseñar un nuevo mundo común donde historia, realidad social y cultural, la diversidad de género, los derechos de la mujer, el trabajo, el acceso a la educación, la salud y la democracia sean los auténticos asuntos del diseño”.
Entre las obras, una de las que más les gusta a los propios autores, y que llama la atención del visitante, por su aparente actualidad, es un afiche que realizaron los artistas para una convocatoria sobre la percepción de los roles de género en América Latina, titulado Amar. Luchar. Vivir, en el que aparece una especie de virgen María con un niño en brazos, los dos con mascarillas. Al mirar la obra se ve que está fechada en 2009, así que no hace referencia a la pandemia de la COVID-19, sino a la lucha de los indígenas, y, como asegura Gabriel Martínez, “ese es un tema muy interesante, porque son imágenes que han cambiado de sentido, porque ahora todos vamos enmascarados”.
De la parte de Natalia Volpe sí hay algunas obras más recientes, incluso de 2020, pero de acuerdo con el comisario “no importa la fecha de creación, ya que lo interesante de ellos, con ese toque crítico y activista que tienen, es que ves obras de hace bastantes años y son tan actuales que, a veces, alucinas, pero eso es lo que tiene el diseño crítico, que nunca pasan los problemas”.