CULTURA

Antonia Salvador Benítez y Juan Miguel Sánchez Vigil, comisarios de la exposición “María Goyri en la Universidad. Investigación y creación (1892-1909)”

La Biblioteca Histórica muestra el lado más desconocido de María Goyri

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 26 abr 2023 11:42 CET

A María Goyri se la conoce, fundamentalmente, por sus revolucionarios estudios sobre el romancero español, realizados junto a su marido Ramón Menéndez Pidal, pero su figura va mucho más allá de esa investigación. Entre 1892 y 1909 fue alumna de la Universidad Central (el nombre que tenía por aquel entonces la Universidad Complutense), fue una de las pioneras en la defensa de los derechos de la mujer, especialmente de su acceso a la educación, fue también una intelectual, una fina observadora, una lectora incansable y una fotógrafa amateur. Esta última parte, quizás la más desconocida de su vida, es la que han destacado Antonia Salvador Benítez y Juan Miguel Sánchez Vigil, del grupo de investigación Fotodoc, en la exposición “María Goyri en la Universidad. Investigación y creación (1892-1909)”, de la que son comisarios y que se puede visitar en la Biblioteca Histórica hasta el 27 de octubre.

 

Isabel García Fernández, vicerrectora de Cultura, Deporte y Extensión Universitaria, asegura que cuando Antonia Salvador Benítez y Juan Miguel Sánchez Vigil, acudieron a su despacho para proponerle esta exposición, no lo dudó en ningún momento por el hecho de “reivindicar una figura muy nuestra”, y más este año que se celebra el 150 aniversario de su nacimiento.

 

Desde ese momento los dos profesores complutenses se pusieron manos a la obra para buscar documentación, primero en la Fundación Ramón Menéndez Pidal, donde, de acuerdo con su presidente Jesús Antonio Cid, se custodia una gran cantidad de material gráfico que hasta ahora “no se había valorado lo suficiente”. Ha señalado Cid que María Goyri, a la que se tiene muy presente en su Fundación, fue una persona que tuvo que “luchar contra una doble marginación, por ser hija natural y por ser mujer”, y que lo hizo desde un “feminismo sosegado y regeneracionista, del que se impone con la fuerza de los hechos”.

 

Otra parte del material que se puede ver la muestra proviene del archivo de la Universidad Complutense de Madrid, donde se albergan desde la solicitud de matrícula de María Goyri hasta sus certificados académicas. Para la directora del archivo, Isabel Palomera Parra, Goyri es “representante de una oleada de mujeres con coraje de finales del siglo XIX y principios del XX que desafiaron los roles de género tradicionales”. A lo que Juan Manuel Lizarraga Echaide, director de la Biblioteca Histórica, añade que fue “una mujer ilustre y pionera, por ser una de las primeras estudiantes de la Universidad Central”.

 

La mujer

Antonia Salvador Benítez destaca como rasgos del carácter de María Goyri “su fuerte personalidad, su capacidad de trabajo y su vocación por el estudio, que realmente fue una pasión que desarrolló a lo largo de toda de toda su vida”. Una vida marcada por su figura materna, Amalia Goyri, “una mujer avanzada a su tiempo, quien diseñó un plan educativo muy innovador con los manuales y las gramáticas que ella tenía e instruyó a su hija personalmente en un formación impensable para la época”.

 

No sólo la educó académicamente, sino que además la inscribió en un gimnasio mixto y en una academia de dibujo, con lo cual María se acostumbró desde muy niña a tener a chicos como compañeros de juego. De su madre también le viene la afición al teatro, especialmente al del Siglo de Oro y Lope de Vega, que fue el objetivo predilecto de su investigación a lo largo de toda la vida.

 

Con 12 años, y por iniciativa también de su madre, María Goyri entra en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, una organización con un proyecto pedagógico laico vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, con un método de educativo muy renovador, heredero directo de figuras femeninas como Emilio Pardo Bazán o Concepción Arenal, que fueron sus dos referentes intelectuales.

 

De acuerdo con la comisaria de la muestra, todo esto llevó a que María Goyri, desde muy pequeña, entendiese que la educación de la mujer y la escuela eran un signo de modernidad. Su primera actividad como docente se desarrolló en la propia Asociación para la Enseñanza de la Mujer al terminar sus estudios de Comercio y de Institutriz, “unos títulos realmente innovadores porque esa institución se creó con el objetivo de promover la educación de la mujer y su profesionalización”.

 

Decidió entonces ampliar sus estudios en la universidad, en la Facultad de Filosofía y Letras, en un año 1892, donde no se contemplaba la matrícula femenina, así que tuvo que inscribirse, junto a su gran amiga Carmen Gallardo que fue quien la inició en la fotografía, como alumna libre y solo podía acceder a los exámenes. Un año después, en 1893, Goyri solicitó una autorización al Ministerio de Fomento para poder asistir a las clases y a partir de ese momento pasó a ser alumna oficial y pudo asistir, aunque con un peculiar ritual donde cada uno de los catedráticos tenían que ir a buscarla y llevarla al decanato, acompañarla al aula y sentarla en el primer banco. Terminó la licenciatura en 1895 con excelentes calificaciones, porque “obtuvo además un premio por oposición en la asignatura de Literatura Española, siendo la primera mujer universitaria que recibió un premio académico. Luego decidió continuar los estudios de doctorado, que terminó en 1896, mientras que la tesis no la defendería hasta 1909”.

 

En ese intervalo Goyri se casó, tuvo dos hijos, uno de los cuales falleció, lo que supuso un revés que le costó superar, y finalmente, en 1909, presentó su tesis, no sin antes realizar un viaje por Estados Unidos con Ramón Menéndez Pidal donde aprovechó para visitar los college femeninos, que le servirían de modelo en su etapa como profesora en la Escuela de Señoritas.

 

Explica Salvador Benítez que con Ramón Menéndez Pidal, María Goyri encontró la la sintonía que necesitaba porque “eran dos apasionado del estudio y tan apasionados eran que en 1900, como viaje de novios, realizan la Ruta del Cid, donde se iniciaría el proyecto de sus vidas”. Asegura la comisaria de la muestra que los dos formaron un equipo donde ella no estuvo ensombrecida jamás por el trabajo de su marido, porque “se dieron espacio cada uno para su investigación, de hecho, ella llegó a publicar 60 trabajos, sin solaparse jamás, y Ramón Menéndez Pidal reconoció en varios de sus trabajos, de manera explícita, el apoyo y el trabajo que había realizado María en todo momento”.

 

La fotógrafa

Juan Miguel Sánchez Vigil, director del grupo de investigación Fotodoc y comisario de la muestra, explica que Ramón Menéndez Pidal y María Goyri fueron “fotógrafos amateurs que utilizaban la foto en sus investigaciones y eso es algo muy poco conocido, salvo por el reportaje que hicieron en su viaje de novios por la Ruta del Cid cuando fueron a buscar romances y a recuperar temas populares”. Lo que no se conoce apenas, de acuerdo con Sánchez Vigil, es que Goyri “trabaja fantásticamente bien la fotografía, gracias a su amiga Carmen Gallardo”. 

 

A través del estudio de sus fotografías, en esta exposición se quiere descubrir al personaje, y para ello se exponen retratos, álbumes personales y postales del Madrid de la época de María Goyri. La mayor parte de ese material se conserva en la Fundación Ramón Menéndez Pidal, pero el hecho de que haya llegado intacto a ella presupone el interés que Goyri tenía por la imagen, por esas imágenes de pequeño formato (3x5 centímetros) que obtenía con una cámara “prácticamente de juguete, una pocket brownie de Kodak”. Esa cámara, de acuerdo con Sánchez Vigil, hace que las imágenes estén técnicamente muy limitadas, pero eso no es óbice para que María Goyri tuviera un conocimiento avanzado en fotografía como demuestra en su correspondencia, donde habla del revelado que ella misma hacía o de sesiones de obturar.

 

Para el profesor complutense, algunas de las imágenes “traspasan la fina línea que existe entre la mera imagen testimonial y el arte”. Eso se ve en la composición de fotografías donde Goyri desplaza a los retratados para no colocarlos en el centro de la imagen, en las que inclina a los personajes para mostrarles jugando o las de claro estilo pictorialista. Muchas de esas fotografías se han ampliado a gran tamaño, e incluso a grandísimo tamaño, para las lonas que cubren las ventanas de la sala de exposiciones de la Biblioteca Histórica, y también se han utilizado para ilustrar el cuidado catálogo que ha publicado Ediciones Complutense.