IGUALES

Amparo Manés y Magdalena Suárez

Tercera jornada del proyecto “Impacto de género del confinamiento por Covid-19 en la actividad investigadora”

Texto: Marta Reig González, Fotografía: Marta Reig González - 20 sep 2021 13:28 CET

El día 13 de septiembre se celebró la tercera  jornada, organizada por la Unidad de Igualdad y el Instituto de Investigaciones Feministas (ISNTIFEM) de la UCM, en el marco del Proyecto “Impacto de género del confinamiento por Covid-19 en la actividad investigadora” financiado por el Instituto de las Mujeres y para la Igualdad de Oportunidades. El Proyecto, dirigido por la delegada del rector para Igualdad de la UCM Isabel Tajahuerce Ángel, estudia a través de una encuesta mixta realizada al PDI de la universidad las consecuencias originadas por el confinamiento en el Personal Docente e Investigador (PDI) de la UCM desde un análisis de género.

 

Las dos primeras sesiones tuvieron lugar los días 16 y 18 de junio y contaron con la participación de Rosa San Segundo, Lorenzo Escot Mangas, María López Vázquez, Paula Ruiz Torres, Carmen Saban Vera, Santiago García Campá, e Isabel Tajahuerce Ángel.

 

 

Teletrabajo y conciliación corresponsable en tiempos de covid-19

 

En esta tercera jornada, que lleva como título “Teletrabajo y conciliación corresponsable en tiempos de covid-19” y en la que se puso el foco en la importancia de la conciliación responsable como herramienta para una vida digna, ha participado Amparo Mañés Barbé, directora de la Unidad de Igualdad de la Universidad de Valencia, Isabel Jiménez Lucena, vicerrectora de Igualdad, Diversidad y Acción Social de la Universidad de Málaga, Carmen Fernández Montraveta, directora de la Unidad de Igualdad de la Universidad Autónoma de Madrid, y Magdalena Suárez Ojeda, directora de la Unidad de Igualdad de la Universidad Complutense de Madrid.

 

 

Amparo Mañés Barbé abrió la jornada respondiendo a la pregunta ¿Qué actividad es la más esencial para el desarrollo económico de España? “La reproducción y los cuidados. son la actividad más importante de un país. Es lo más esencial porque sin la reproducción no habría fuerza de trabajo, ciudadanía, alumnado, profesorado, consumidores. La producción mas valiosa de un país es su ciudadanía”, argumentó Mañés.

 

En un contexto en el que a las mujeres se nos educa para que nuestra clave vital sea ser madres y a los hombres para que tengan éxito en el trabajo, los cuidados y las profesiones de cuidados, por estar feminizadas, han perdido valor. Así, se ha generado lo que la directora de la Unidad de Igualdad de Valencia llamó el “círculo vicioso de los cuidados”. Las mujeres asumen la mayor parte de éstos y, además son percibidas como menos comprometidas profesionalmente, lo que lleva una brecha salarial y profesional. La reproducción y los cuidados, llevados a cabo por las mujeres, crean plusvalía, liberan a los hombres, dándoles una posición de privilegio en el entorno laboral.

 

Durante la crisis del Covid-19, las mujeres han sufrido una sobrecarga en las tareas del hogar y los cuidados, también han tenido una sobrecarga mental. Han desaparecido el autocuidado y el tiempo mínimo para el descanso. En los resultados de la investigación sobre la conciliación durante el confinamiento, realizada por la Universidad de Valencia, se observa que las mujeres realizaron las actividades imprescindibles y no aplazables, y los hombres aquellas menos obligatorias y mas placenteras. En consecuencia, las publicaciones de los científicos aumentaron y las de las científicas disminuyeron.

 

Amparo Mañés incidió en las líneas que se proponen en la guía “Teletrabajo y conciliación corresponsable en tiempos de covid-19”, elaborada por la RUIGEU (Red de Unidades de Igualdad de Género para la Excelencia Universitaria”, para fomentar la corresponsabilidad. “En la universidad hay que cambiar el liderazgo, incrementar la flexibilidad, fomentar la desconexión digital, poner límite a los horarios de las reuniones, reducir la carga docente, prioridad en horarios, corresponsabilidad de la gestión académica, y neutralizar los efectos adversos que iban en detrimento de las investigaciones de las mujeres”.

 

 

El teletrabajo ha venido a quedarse

 

“El teletrabajo ha venido para quedarse”, señaló Mañés, “hemos tenido tiempo de ver las trampas. El teletrabajo no es conciliar. Ya no hay permisos por cuidados de enfermos, ya no se mantienen todos esos derechos. Hay que acabar con el mito de que se pueden hacer dos cosas a la vez, salvo que sea sobre cargando a las mujeres, lo cual es insostenible”.

 

El teletrabajo se ha incorporado a nuestra realidad, pero la cultura organizacional no ha cambiado, la empresa sigue pensando que los cuidados no le afectan y sigue manteniendo la presencialidad como valor.  Confundir teletrabajo con conciliación es decir que teletrabajo es una cosa de mujeres. Es una trampa del patriarcado. Hay que poner la vida en el centro: construir comunidades que tengan como finalidad una vida decente para todas las personas”, concluyó.

 

 

La disyuntiva entre ser madre o investigadoras

 

Isabel Jiménez Lucena, vicerrectora de Igualdad, Diversidad y Acción Social de la Universidad de Málaga inició su intervención con las conclusiones obtenidas en el Estudio sobre la situación de las jóvenes investigadoras en España del Ministerio de Ciencia e Innovación, 2021: “Las mujeres tienen la disyuntiva entre ser madre o investigadoras. No se puede hacer un análisis de la situación de las mujeres académicas sin la perspectiva de género, porque sino estaría invalidado desde el principio”, señaló.

 

En contextos de crisis, como el que estamos viviendo, se ponen en evidencia todos los desequilibrios que vienen operando en la sociedad general, y en la ciencia y tecnología, en particular. “La pandemia ha alertado sobre los desequilibrios que las mujeres hemos sufrido en la sociedad”, puntualizó.

 

Isabel Jiménez reflexionó también sobre los conceptos de “mérito”, “capacidad” e “igualdad de oportunidades”. “Hay que analizar estos conceptos porque sino son trampas. Hay que hacer un análisis crítico en torno a los conceptos que definen la situación de las personas en la sociedad y en ámbito académico. El informe recoge que se penaliza a las personas que han dedicado tiempo a los cuidados. Cualquier asunto que sea ciego al género está invalidado, si seguimos este criterio el sistema de evaluación estaría invalidado”.

 

“Es necesario problematizar la conciliación. Hemos pensado que la conciliación es cosas de mujeres, pero afortunadamente hemos modificado ese error. El trabajo de cuidados no es solo una carga, que también lo es, pero también contribuye a la formación, la felicidad y el bienestar de la persona. La vida no es solo vivir biológicamente, es algo mas que respirar y comer. Estamos hablamos de la vida que merece ser vivida”, afirmó Jiménez.

 

La conciliación corresponsable apela a mujeres, hombres, instituciones y empresas. Es necesario desarrollar una nueva cultura de cuidados en la que la corresponsabilidad esté en el centro. Como herramienta eficaz para fomentar la conciliación, la guía “Teletrabajo y conciliación corresponsable en tiempos de covid-19” apunta a que hay que poner sistemas de evaluación para quien tenga obligaciones de cuidados, establecer un coeficiente corrector. “El trabajo de cuidados es un valor en sí mismo que se incluye en este coeficiente corrector”, concluyó la vicerrectora de Igualdad, Diversidad y Acción Social de la Universidad de Málaga.

 

Cómo impedir que el teletrabajo perpetúe la desigualdad

 

Carmen Fernández Montraveta, directora de la Unidad de Igualdad de la Universidad Autónoma de Madrid, explicó que la Unidad de Igualdad recibió muchos correos escritos por mujeres, para solicitar ayuda durante el confinamiento. Durante ese periodo, realizaron una encuesta para poner sobre la mesa cuales eran los deseos de la comunidad académica para una futura situación de teletrabajo real.

 

 

“Detectamos es que las condiciones de trabajo estaban poniendo en un gran aprieto la posibilidad de conciliar, la mayor parte del PDI (Personal Docente Investigador) respondió que la conciliación era más difícil en la situación del confinamiento que antes”. Encontraron una brecha de género en la percepción de la conciliación, más mujeres que hombres consideraron difícil conciliar. “Un mayor número de hombres que de mujeres afirmaron haber compartido las responsabilidades al 100%”.

 

Magdalena Suárez Ojeda, señaló que para que se dé la situación adecuada para teletrabajar es necesario disponer de un lugar adecuado, material de la empresa, internet, etc. “Eso no se produjo. Lo que ocurrió fue un sálvese quien pueda.Como consecuencia de eso ha habido una inundación de requerimientos a las unidades de igualdad por parte de alumnas y profesoras que pedían ayudas por problemas de conciliación”, señaló.

 

La directora de la Unidad de Igualdad de la Universidad Complutense señaló la falta de una legislación precisa. “Si queremos resolver problemas concretos necesitamos soluciones específicas, normativas concretas y claras. En la Universidad Complutense de Madrid se ha aprobado un acuerdo para la conciliación de la vida laboral y personal”. Recordó, además, que la conciliación también incluye a personas no reivindicadas, como son personas con algún tipo de discapacidad y personas mayores.

 

La vida digna en el centro

“Hay que conseguir poner la vida en el centro, la vida de un ser humano no existe sin el cuidado”, señaló Carmen Fernández. Las ponentes coincidieron en la necesidad de un cambio cultural, para fomentar una vida digna de ser vivida. Argumentaron que actualmente mantenemos una concepción androcéntrica de la maternidad, “la maternidad no puede ser un problema para las mujeres. Hay que poner en valor el bien más preciado. La conciliación la necesitamos todas y todos”, apuntó Amparo Mañés. “Es necesario un cambio cultural, las ayudas a la conciliación no son ventajas para las mujeres. En la universidad hay que trabajar para transformar una realidad desigual y discriminatoria”, concluyó Isabel Jiménez.