CULTURA

El vicedecano Emilio Peral, el dramaturgo Juan Mayorga y la decana de Filología, Isabel Durán

La Facultad de Filología organiza un encuentro con el dramaturgo Juan Mayorga

Texto: Jaime Fernández - 8 may 2024 12:15 CET

El vicedecanato de Cultura, Relaciones Institucionales y Biblioteca de la Facultad de Filología, junto al ITEM (Instituto del Teatro de Madrid) han organizado, el martes 7 de mayo, un encuentro con el dramaturgo Juan Mayorga. Antes de escuchar la conversación entre el escritor y el vicedecano Emilio Peral, los asistentes al encuentro pudieron disfrutar de la lectura dramatizada de la pieza no estrenada Entre los árboles, a cargo de la profesora Jara Martínez Valderas y los estudiantes del máster en Teatro y Artes Escénicas.

 

De acuerdo con el propio autor, es cierto que Entre los árboles no se ha estrenado, aunque sí ha habido al menos otras dos lecturas dramatizadas, una de ellas dirigida por él mismo, y también ha dado lugar a una ópera. El texto de esa obra “está escrito sin acotaciones, de forma que lo único que se lee son las palabras que están escritas como si se tratasen de versos”, y eso es fundamental para Mayorga, ya que la palabra es un asunto decisivo en su obra.

 

Opina Mayorga que, “si el teatro tiene una capacidad crítica y utópica, que sirve para examinar lo que hay e imaginar otras formas de vivir, sólo lo alcanza examinando la palabra que usamos, asombrándonos por ella, pero también por su capacidad de despertar en nosotros envidia y nostalgia de lengua”. Lo que ocurre en Entre los árboles es que “hay una persona que lanza un ataque con palabras, y el error que comete el que recibe ese ataque es escuchar esas palabras, porque cuando se escuchan ya está envenenado, ya está poseído por ellas”.

 

Mayorga defiende que “el teatro es el arte político por excelencia, al menos por tres razones: porque se realiza en asamblea, porque su autoría es colectiva y porque, como se ha comentado antes, es el arte de la crítica y la utopía”. Eso sí, diferencia el teatro político de cualquier forma de teatro de propaganda o partidista, que es “lo que hoy llamamos política, que es un mal teatro, dramatizaciones infantiles, reducción de lo complejo a lo más simple, mientras que el arte, y el teatro en particular, tiene que aspirar a mostrar lo complejo como complejo”.

 

Confiesa el escritor que se educó en Walter Benjamin y que de él aprendió que “el pasado fallido es una de nuestras armas más poderosas contra las injusticias del presente”. Y a partir de ahí, piensa que todos los seres humanos, de cualquier tiempo, son sus contemporáneos, tanto Teresa de Jesús como Mikhail Bulgakov, los judíos exterminados en Europa o las víctimas del bombardeo de Guernica. Cree de todos modos Mayorga que un artista no puede dar voz a los sin voz, como mucho “puede construir una experiencia de su silencio y de su ausencia”.

 

La obra El jardín quemado, que Emilio Peral considera la mejor obra de Mayorga, habla sobre los efectos de la guerra civil española, pero apenas ha sido puesta en escena en nuestro país, a pesar de que el dramaturgo es el autor vivo más representado en España desde que estrenó en 1994. Según el autor esta obra se le ocurrió poco después, en torno a 1996, tras leer una noticia que decía que se había encontrado en una calle de Mallorca un archivo de un manicomio. En la información se indicaba que había habido muchos ingresos durante los años de la guerra civil y se planteó por qué fue así: para salvarlos, porque haya más gente que enloquezca en una guerra o por castigo. De allí surgió una ficción en la que una joven que está en un manicomio en la época de la transición coincide con el director que ha estado allí durante décadas y le pide hablar con los internos ancianos para descubrir el fusilamiento de doce inocentes en esas instalaciones durante la guerra civil.

 

Esa obra se programó para ser estrenada en el Teatro María Guerrero en 1997, pero el cambio de gobierno hizo que no se estrenara, aunque sí lo hizo en italiano en Verona, muchos años después, y más tarde en Canarias, aunque “es cierto que no ha tenido la difusión que otras obras”.

 

Aseguró Mayorga que el personaje del que menos avergonzado se siente, aunque lo detesta, es el comandante protagonista de Himmelweg. Camino del cielo, una obra que se le ocurrió cuando tuvo noticia de que una ciudad gueto de paso hacia Auschwitz fue visitada por un delegado de la Cruz Roja, que emitió un informe en el que aseguró haber visto una ciudad normal, cuando lo que vio realmente fue una mascarada teatral llena de falsedades, que Mayorga imaginó pergeñada por ese comandante que se dirige al público y les dice que él es exactamente igual que el espectador.

 

De acuerdo con el autor, el teatro y sus formas le permiten “presentar otras posiciones que las propias, y defenderlas a muerte, porque el escenario es un lugar demasiado importante como para desperdiciarlo demostrando que uno tiene razón acerca de nada”.

 

Mayorga citó en su charla a otros autores como Shakespeare, Faulkner, Brecht, Heráclito, Sastre, Buero Vallejo o García Lorca, quien es “uno de los más grandes dramaturgos de la historia de la literatura dramática universal”, por ese instinto para lo teatral que tenía, “que es milagroso y que se ve en cualquier página de sus textos, donde cada frase es una navaja, hay deseos combatiendo en cada momento”.