CULTURA

Participantes y asistentes a la jornada posan tras las sesiones

Forma Urbis: construcción de la ciudad como espacio artístico comunicativo

Texto: Raúl Belinchón, Fotografía: Belén Sandía - 9 jun 2021 09:19 CET

Las ciudades han sido siempre un espacio público de gran riqueza artística gracias a las edificaciones, monumentos o esculturas que la componen. Pero ese lugar de propiedad y uso público, dónde nos relacionamos socialmente con los demás, no es un espacio libre en el cual se pueda llevar a cabo una expresión artística cualquiera. El mantenimiento y la regulación de este espacio pertenece a las instituciones. La legislación es una de las claves a la hora de diferenciar tres tipos de arte que utilizan las calles de la ciudad como lienzo: el arte urbano, el graffiti y el arte público. 

 

La Universidad Complutense, a través de su Centro Arte Complutense (c arte c), y Wäicreaciones Eventos, han organizado una serie de jornadas en torno a las expresiones artísticas en la ciudad. Inaugurada por la vicerrectora de Cultura, Deporte y Extensión Universitaria, Isabel García Fernández, la conferencia “Visiones del Arte Urbano y del Graffiti” ha sido la primera de las jornadas que componen el ciclo “Forma Urbis. Reflexiones en torno a las expresiones artísticas en espacios públicos”. El objetivo de la jornada ha sido sentar las bases teóricas de la intervención artística en el espacio público y la diferenciación entre ambas modalidades de arte 

 

El título del ciclo de actividades, “Forma Urbis”, hace referencia al proyecto romano realizado en el siglo III d. C. en el que estaba representada la ciudad de Roma con placas de mármol. Este proyecto tiene la particularidad de estar orientado de forma inversa, ubicando así el norte en la parte inferior del plano y el sur en la superior, dotándolo de más protagonismo. Esta elección no ha sido casual, ya que como comentaron María Eugenia Blázquez y Guillermo Casado, que conforman Wäicreaciones Eventos, el graffiti en Madrid se ha desarrollado en la zona sur, principalmente, en los municipios de la periferia como Alcorcón.   

 

Arte urbano y graffiti: mismo lienzo, diferente objetivo 

Durante su ponencia, María Eugenia Blázquez y Guillermo Casado dejaron claro que ambas modalidades tienen como lugar el espacio público para sus obras, pero guardan diferencias en su origen. Por un lado, el arte urbano se remonta a los años 60 en Europa, exactamente en Paris, dónde tiene relación con la Internacional Situacionista, una organización revolucionaria de artistas e intelectuales que quería acabar con la sociedad de clases, junto al capitalismo y el consumismo. Es por ello por lo que este tipo de arte posee imágenes artísticas, de autoría anónima, críticas con la política, con el objetivo colectivo de acabar con el sistema. 

 

Mientras, por su parte, el graffiti tiene su origen en los años 70 en EE.UU. Esta vertiente tuvo relación con la cultura Hip Hop, ya que su valor social residía en ser una vía de escape para los jóvenes de zonas más pobres gracias a la música, el baile y la pintura. A través de las letras, se buscaba ganar prestigio además de marcar y expandir territorio, como en el caso de la utilización de trenes, con el objetivo de generar visibilidad tanto del arte como del artista 

 

Pero ambas formas de arte tienen una parte diferencial de lo que se conoce como arte público: la ilegalidad. A diferencia de este último, el arte urbano y el graffiti son ilegales en su origen y desarrollo. A través de la legislación y la petición por parte de las instituciones, dotarlo de legalidad y profesionalidad lo convierte en arte público.  

 

Graffiti: Inicios en Madrid Sur y Montana Colors 

Para hablar del graffiti, se contó con la participación de Javier Arenas, director de arte y conocido en el mundo del graffiti por su pseudónimo “CHOP”, y José Martín, escritor de graffiti conocido como “OSHEONE”. Durante sus intervenciones, dejaron claro que el graffiti en Madrid tuvo su desarrollo en la zona sur durante los años 80, gracias a documentales como Style Wars (1983) o trabajos realizados por la fotoperiodista, Martha Cooper, y el fotógrafo, Henry Chalfant, como el libro Subway Art (1984) considerado la biblia del graffiti. Además, señalaron la importancia de la figura de “Muelle”, graffitero madrileño, como pilar fundamental.  

 

CHOP comentó que los inicios del graffiti fueron parte de su juventud: “En Madrid en el año 83/84 había una cultura que se basaba en estar diciendo algo y pertenecer a un colectivo”. Para él la cantidad de piezas no era importante, sino que le preocupaba más el momento y el entorno dónde estaban ubicadas cada una de sus piezas. Los recursos, como señaló, eran escasos y la paleta de colores muy limitada. “Con el tiempo, los colectivos se comunicaban entre ciudades y barrios. Hablamos con un grupo de graffiteros en Barcelona que investigaban. Tenían unos amigos que trabajaban en pintura y, a raíz de ahí, se creó Montana”, destacó Javier Arenas sobre la empresa distribuidora de sprays, que marcó un antes y un después en el graffiti en España. 

 

Por su parte, OSHEONE dejó claro que el graffiti sí es diferente del arte urbano. Para él, el graffiti es un “movimiento artístico con una estructura muy buen definidas, leyes estéticas y normas que se han generado de la nada”. Esas normas, como señaló José Martín, son las que te hacen valer, medidas según ciertos criterios: estilo y depuración de las piezas, un tag bonito – firma, es la expresión mínima del graffiti –, o la cantidad de espacios repletos con piezas propias. A diferencia del arte urbano, los escritores de graffiti tienen ideales políticos, pero no quedan expresados en las piezas. Los escritores de graffiti solo quieren notoriedad y prestigio.   

 

Arte urbano vs. Arte público 

Junto a Javier Arenas y José Martín participaron en el evento Gabriel Martínez y Sonia Díaz, integrantes del colectivo de diseño activista, Un Mundo Feliz, y Esther Pizarro, artista licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense y profesora titular en la Universidad Europea. Ambos hablaron de sus trabajos e iniciativas, dejando clara la diferencia entre arte urbano y arte público.  

 

El colectivo Un Mundo Feliz a diferencia de los demás ponentes, señalaron que para ellos el arte “no es hacer, sino manipular lo que ya existe”. A través de fanzines, pegatinas o la ocupación de espacios públicos, este colectivo trabaja dotando de herramientas de diseño a la gente, pero ofreciendo la libertad de reproducirlos. “No queremos decidir nosotros, queremos que nuestro diseño llegue a alguien y lo rehaga (…) Lo importante es el mensaje”, destacaron Gabriel Martínez y Sonia Díaz.  

 

Por su parte, Esther Pizarro, señaló algunos de sus trabajos de escultura, como Topografía de Latina o Urbe Verde, dónde dejó claro que eran trabajos de arte público encargados por las instituciones. “Aún así, la conservación de las obras depende de quién gobierne y eso cambia cada cuatro años”, destacó Esther Pizarro. Sus trabajos tienen la topografía como eje principal, desarrollando después de manera distinta sus obras.  

 

La jornada se cerró con una mesa de debate sobre la potestad del graffiti a pintar en cualquier lugar, la figura de la mujer dentro del arte urbano y graffiti, además de ideas en cuanto a regulación y legislación de estos. Esta jornada fue el inicio para este ciclo de actividades que tendrán lugar en el Centro Arte Complutense hasta el día 10 de junio y que contarán con la participación de profesionales relacionados con el arte urbano y el graffiti