CULTURA

Gioconda Belli

Gioconda Belli inaugura, “palabreando”, la nueva edición del Máster de Literatura Hispanoamericana

Texto: Alberto Martín, Fotografía: Jesús de Miguel - 9 oct 2024 17:38 CET

La escritora nicaragüense Gioconda Belli ha inaugurado este 9 de octubre una nueva edición del Máster de Literatura Hispanoamérica, que se imparte en la Facultad de Filología de la UCM. Lo ha hecho ofreciendo una conferencia magistral, titulada “Palabreando la vida”, en la que ha repasado su trayectoria vital y literaria, presidida por el compromiso político y social y la lucha por los derechos y libertades de las mujeres. “Aristóteles decía que el sentido de la vida es desarrollar todo nuestro potencial. Yo añadiría: y palabrear". Con este término muy utilizado en su país, Belli se refiere a "Hablar, escribir, denunciar, pero siempre hacerlo con belleza, que es algo que no tiene ninguna función, pero que es fundamental”.

 

Gioconda Belli (Managua, 1948) vive en España desde 2022, cuando el gobierno de Daniel Ortega le retiró su nacionalidad, confiscó sus propiedades y le dejó sin pensión. No es la primera vez que se ha visto forzada a abandonar su país. También lo hizo, perseguida por la dictadura de Somoza, a mediados de los 70, cuando se integró en el Frente Sandinista de Liberación Nacional y optó por tratar de conseguir con la lucha armada lo que entonces, según defendió, no se podía alcanzar con la palabra ante un gobierno que controlaba elecciones y hacía y deshacía a su antojo. Entonces estuvo siete meses en México y Costa Rica, separada incluso de sus hijas por un marido que alegaba “abandono del hogar”. El triunfo de la revolución sandinista la permitió regresar a su país, al que, según señala, jamás ha dejado de amar, por “sus olores, sus sonidos, sus cuarenta volcanes y por la alegría de su gente, que no se guía por lo que tiene, sino por lo que a pesar de las penurias es capaz de sentir”.

 

En 1990 volvió a salir de Nicaragua. Esta vez lo hizo por amor, aunque también, según confiesa, “porque no quería ver la deconstrucción de una revolución que no pudo cumplir los sueños que sembró con esfuerzo y sangre por culpa de la guerra que le declaró el gobierno estadounidense de Ronald Reagan”. La victoria de Violeta Chamorro en las presidenciales de ese año, le animaron a hacer realidad los deseos de su segundo marido, un periodista estadounidense de raíces europeas –“no es del todo gringo”, bromeó- de instalarse en su país, y así, por suerte según afirma hoy, separarse de la actividad política. Allí estuvo diez años, una “década dura”, en la que se sintió “como pez fuera del agua” y que solo pudo capear a través de la literatura y del idioma, “el español, mi patria en mi soledad”.

 

La literatura, por supuesto, tuvo capítulos aparte en la intervención de Gioconda Belli ante los estudiantes que abarrotaron el salón de grados de la Facultad, en un acto que fue presentado por la decana Isabel Durán, que contó también con la participación de la profesora de la Universidad de Salamanca María José Bruña y que fue organizado por las profesora complutense Bethania Guerra, en colaboración con el Vicedecanato de Cultura de la Facultad. La escritora contó que fue su abuelo, Francisco Pereira, don Pancho, quien le introdujo el gusanillo literario, primero entregándole un lote completo de las novelas de Julio Verne y después contándole la historia de Nicaragua y sus principales leyendas. Esa relación entre realidad y ficción ha caracterizado siempre la creación literaria de Belli. Esta surgió nada más nacer su primera hija, sentada en un césped, cuando le vino a la cabeza su primer verso, y cuando poco tiempo después el suplemento cultural del diario más importante de su país, La Prensa, publicó sus primeros seis poemas, que causaron un gran revuelo, al ser considerados eróticos. “Hablaban de mí misma, de mi ser femenino y del amor entre un hombre y una mujer. Nada diferente a la poesía que yo había leído. Con la diferencia de que esa estaba escrita por hombres, y por lo visto, nosotras, las mujeres, debíamos ser espirituales”.

 

El “carácter subversivo de la palabra” siempre la ha acompañado y, bien a través del verso o la prosa, ha ido denunciado costumbres y situaciones injustas, ya fueran políticas o sociales. Hoy lo sigue haciendo y clama contra una izquierda que se ha dejado seducir por el populismo, con casos estridentes como Maduro u Ortega y su “dictadura somocista”, que están llevando a la pobreza a países y poblaciones enteras. Según denunció el 48,3 por ciento de la población de Nicaragua vive en la pobreza y el 25,2, en la extrema pobreza.  “Yo sigo siendo de izquierdas, pero aspiro a una izquierda que sepa separarse del dogma que lleva al populismo y las dictaduras”, afirmó, señalando a Lula o Bachelet como ejemplos de que esa izquierda es posible y alertando a Europa del avance de los populismos de extrema derecha. “Son lo mismo que los populismos de izquierdas de Hispanoamérica”, sentenció.

 

En su “avanzado estado de juventud”, Gioconda Belli sigue soñando con un mundo mejor. Cree necesaria hoy más que nunca “la feminización del mundo”, el lograr una solidaridad planetaria, en la que ricos y pobres se unan por un bien común. Y mientras, sigue escribiendo. Lo hace, como ella lo denomina, en “una soledad gourmet”, en la que consigue analizar unas realidades, no desde el blanco o el negro de la juventud, sino con la gran variedad de matices de grises que las vivencias nos hacen ver, y que son base, después, de su ficción. Su última novela recién publicada, Un silencio lleno de murmullos, es un buen ejemplo de ello, uniendo el diálogo íntimo de una hija que queda confinada en la vivienda que habitaba su madre recién fallecida y una “historia subterránea” de suspense.