CULTURA
La naturaleza, recreada en papel maché, del Doctor Auzoux
Texto: Jaime Fernández - 9 may 2022 11:05 CET
Todo empezó con Darwin, incluso antes de que publicara su teoría de la evolución por selección natural. Cuando realizó su famoso viaje en el Beagle ya estaba creciendo en todo el mundo, y de manera exponencial, el interés por la anatomía, la zoología y la botánica, así como la preocupación por cómo estudiar ejemplares de esas tres categorías sin riesgo de putrefacción. Existían modelos muy detallistas realizados, por ejemplo, en cera, pero eran caros, frágiles y poco prácticos a nivel didáctico. Y fue así hasta que en 1825 Louis Thomas Jérôme Auzoux terminó su primer modelo de un hombre completo, realizado en papel maché y que permitía “diseccionar” el cadáver, con la posibilidad de montarlo y desmontarlo de manera indefinida. Su éxito fue tal que pronto llegó a instituciones educativas de todo el mundo como la Universidad Complutense, la Universidad de Lille y el Instituto de Educación Secundaria San Isidro de Madrid, centros que han organizado la exposición “Los increíbles modelos del Dr. Auzoux”, que se puede visitar, en el c arte c, hasta el 12 de diciembre de 2022.
Isabel García Fernández, vicerrectora de Cultura, Deporte y Extensión Universitaria de la UCM, cuenta que el origen de esta muestra es casual, cuando se vio que en la Universidad de Lille había ejemplares realizados por Auzoux que coincidían con los que se conservan en el patrimonio de la UCM y se comenzó un proyecto de restauración, gracias al programa Erasmus +.
Auzoux, como recuerda García Fernández, fue el creador de esos modelos clásticos, es decir, modelos anatómicos desmontables, que han servido para la formación de futuros profesionales desde que llegaron a las aulas, a mediados del siglo XIX y hasta hace poco. En la Universidad de Lille, de hecho, algunos de ellos se siguen usando durante los trabajos prácticos del estudio de los huesos (osteología) que se realizan en el Departamento de Biología.
Jacopo Vizioli, profesor de la Universidad de Lille, informa de que esta exposición ya se ha podido ver en su universidad, en concreto entre septiembre y diciembre de 2021, y que ahora llega a Madrid. De ahí que en las vitrinas se puedan contemplar algunos de los ejemplares que se conservan en su colección y que fueron adquiridos ya cuando Louis Pasteur era el decano de su Facultad de Ciencias, a partir de 1854.
En esa misma década, de acuerdo con García Fernández, llegaron los primeros ejemplares a la Universidad Complutense, y a partir de 1868 lo hicieron al IES San Isidro, según Rafael Martín Villa, profesor de dicho centro, donde se exponen 40 de estos modelos clásticos, muchos de los cuales se han prestado para la muestra del c arte c.
La exposición, en palabras de la vicerrectora de Cultura, Deporte y Extensión Universitaria, se ha montado para “mirar, recrearse y aprender”, ya que justo ese último punto fue el aliciente que llevó a Auzoux a realizar estos modelos clásticos. Por eso se ha querido que la muestra comience con una sección dedicada al Doctor y a su “gran labor de difusión del conocimiento científico”. A lo largo de todas las secciones, incluyendo esta, se pueden ver piezas que provienen de diferentes facultades complutenses, como son Biológicas, Medicina, Veterinaria y Bellas Artes.
La cantidad de obras expuestas permite pasar a una segunda sección, de anatomía comparada, enriquecida con piezas de anatomía real, procedentes del Museo de Anatomía Comparada de Vertebrados de la UCM. Allí hay una representación de los tres grandes intereses de Auzoux, los humanos, el resto de animales y las plantas. Se pueden contemplar algunas de las partes de un caballo, que de acuerdo con la vicerrectora, “se conserva completo en la Facultad de Veterinaria y es espectacular, aunque necesita una buena restauración”. El caballo es, de hecho, la pieza más importante de todas las que elaboró Auzoux a lo largo de su carrera, compuesta por 137 piezas que permiten descubrir 3.635 detalles anatómicos.
Tenía claro el Doctor que la anatomía clástica no hacía al cirujano, pero le ayudaba a convertirse en uno, y así lo entendieron también otros fabricantes que compitieron con él, aunque no llegaron a su nivel de perfección en las obras. Algunos de los trabajos de estos competidores se pueden ver en la tercera sección de la muestra, a la que le sigue una parte en la que se enseña el proceso de fabricación y de restauración.
Ahí destacan algunas piezas, especialmente las tres víboras, conservadas en los tres centros que organizan la exposición y que permiten ver la evolución del trabajo de Auzoux, entre las conservadas en la Complutense y en Lille, frente a la de San Isidro, que es de otra época.
El fin de la muestra (o el principio, porque el espectador es libre de seguir el recorrido que quiera) se hace eco de la dispersión de los trabajos de Auzoux por todo el planeta, ya que sus piezas se pueden rastrear por Europa, pero también por los dos hemisferios americanos, Australia e incluso Egipto. En 1979 la empresa fundada por Auzoux exportaba gran parte de su producción a 41 países diferentes.