Los Coloquios de Alcor vuelven treinta años después
Texto: Alberto Martín, Fotografía: Jesús de Miguel - 30 ene 2025 11:02 CET
Más de trescientos periodistas pasaron entre 1972 y 1994 por los Coloquios de Alcor: Iñaki Gabilondo, Pilar Cernuda, Antonio Herrero, Jesús Hermida, Forges, Soledad Puértolas, Pedro J, Anson, Victoria Prego… Tres décadas después, y coincidiendo con la celebración de su sexagésimo aniversario, el Colegio Mayor Alcor, adscrito a la Universidad Complutense, ha querido rememorar aquellas citas reuniendo durante una jornada, la de este 29 de enero de 2025, a algunos de aquellos protagonistas y de sus actuales sucesores en ese noble oficio que hace mucho que dejó de consistir en solo dar noticias.
Con Mariló Montero ejerciendo de moderadora, la jornada incluyó cuatro mesas redondas, cuyos títulos coincidieron con el de cuatro de los libros que durante la vida de los coloquios se editaron con las intervenciones de sus distintos participantes. Así, “Los grandes medios interrogados: los grandes periódicos diarios” reunió a Álvaro Nieto, director de The Objective; Antonio Caño, ex director de El País, y Elena San Miguel, subdirectora de ABC. El director de La Linterna de COPE, Ángel Expósito, y Pedro Piqueras, se alternaron la palabra en “Comunicadores y mensajes”, mientras que tres históricos, como Justino Sinovas, Consuelo Sánchez-Vicente y Federico Ysart, que en su día participaron en los Coloquios del Alcor, hablaron sobre “España y el derecho a la información desde la Transición hasta nuestros días”.
La cuarta mesa, primera en el orden cronológico de la jornada, tuvo por título “Un chequeo a la información en 2025” y como protagonistas a Vicente Vallés, director y presentador de Noticias 2 en Antena 3 -el periodista actual más cercano a “una estrella del rock”, como le señaló Mariló Montero- y el director-fundador del diario El País y miembro de la Real Academia Española, Juan Luis Cebrián. Los resultados del chequeo no se puede decir que fueran demasiado positivos, aunque lo cierto, es que permiten, eso sí, conservar ciertas esperanzas en que pese a todo, la Prensa, o como hoy se la quiera denominar, continuará siendo útil para la sociedad, tanto por su labor informativa, hoy diferente pero más necesaria que nunca, como por ejercer de contrapeso de un poder político que cada vez trata de poner más trabas a esa función.
Cebrián y Vallés se aprecian. Para el fundador de El País, el que dirige Vallés es el “único telediario que se hace en este país que es creíble”. Mientras que este reconoce que “buena parte del periodismo que sé lo aprendí leyendo El País de Cebrián”. También coinciden en las líneas generales de su análisis, incluso en los dos responsables de una situación que cada vez es más complicada: la tecnología y los políticos.
Para Cebrián, el actual cambio tecnológico, que supone una revolución “mayor que la imprenta”, está modificando todo. Según los datos que ofreció, el 60 por ciento de los estadounidenses reconocen informarse ya solo a través de las redes sociales, e Internet en vez de ser, como se anunció, el lugar de “la gran conversación”, se ha convertido en el de “la gran bronca”. Porque Internet, las redes sociales, se han convertido en un escenario de polarización. Así lo han querido, por un lado, las propias empresas que en ellas actúan. Facebook, como recordó Cebrián, ha reconocido que su algoritmo busca generar conflictos, porque estos son los que atraen la atención de los usuarios, y por tanto de los anunciantes. “El 98% de la publicidad se concentra en las redes”, informó Cebrián. De acuerdo con Vallés, dado que cada vez más gente, los jóvenes sobre todo, pero no solo ellos, se informan por las redes, es importante que los medios de comunicación “serios” también estén presenten en las redes para informar.
Pero además de la propia teconología, como incidió Vallés, los partidos políticos, o al menos algunos de ellos, buscan fomentar esa polarización en la sociedad. Lo hacen interviniendo en las redes, pero también polarizando a los medios de comunicación tradicionales, que cada vez aceptan mejor tener su etiqueta ideológica en un escenario que cada vez recuerda menos al de “las democracias liberales que surgieron tras la segunda guerra mundial y con las que hasta ahora nos indentificábamos”.
Y aunque, como recordó Cebrián, ya en los años 80 un informe del Instituto Internacional de Prensa alertaba de que la desinformación procedía en su mayoría de los propios gobiernos, la actual situación es aún más grave, con campañas brutales de desprestigio de los medios que no apoyan sus postulados y con intentos, como el que ahora se explora desde el actual gobierno español, de controlar a los medios. Cebrián es tajante: “La Constitución española prohíbe cualquier tipo de censura previa”. Y añade: “Sin los recortes de prensa toda la corrupción política que se da en los países democráticos no se habría destapado: Watergate, Gal, Filesa, Gurtel…”
Contra todo esto, como se suele decir, más periodismo. Vallés continúa situando en el centro a la noticia, aunque ya no solo se trate de “explicar el qué, sino sobre todo el por qué”. Hay que poner las noticias en su contexto, analizar lo que las rodea, de dónde vienen y hacia dónde van. Internet, las redes sociales, han hecho que en las redacciones se haya desarrollado “un colmillo retorcido”, y hoy ya casi no sean tenidas en cuenta como fuente informativa o en todo caso como muy dudosa y su veracidad sea muy verificada. En cuanto a las injerencias políticas, “que no son algo nuevo”, el periodista de Antena 3 las lamenta, aunque más que por el futuro del periodismo, por el de la democracia, “que sigue existiendo, pero tendiendo a la debilidad”.