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Los Cursos de Verano descubren el auténtico Hipódromo de La Zarzuela

Texto: Alberto Martín, Fotografía: Jesús de Miguel - 11 jul 2024 19:20 CET

“Un lujo”. La profesora de la Facultad de Veterinaria Paloma Forés no duda en calificar así las jornadas que ella misma ha dirigido esta semana en el Hipódromo de La Zarzuela, dentro de la programación de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense. Y no exagera. Bajo el título “Pura sangre inglés: un atleta de élite”, sus veintitrés matriculados han podido no solo conocer los detalles fisiológicos y de la doma y entrenamiento de los mejores caballos de carreras, sino que, guiados por José Luis Martínez, uno de los mejores jockeys españoles de la historia, también han recorrido en profundidad las instalaciones del hipódromo madrileño, y asistido, después, a una noche de carreras, que incluyó un premio patrocinado por los propios Cursos de Verano.

 

Cuenta la profesora Forés que el Hipódromo de la Zarzuela y la Facultad de Veterinaria mantienen una estrecha relación desde hace muchos años, ya que son muchos los profesores complutenses que atienden a los caballos, tanto en el propio hipódromo como, cuando enferman, en el Hospital Clínico Veterinario de la Facultad. La decana, Consuelo Serrés, -que no ha querido dejar de pasar un rato por el curso- explica que en los últimos años esta relación se ha intensificado de manera institucional, no solo recuperando el Hipódromo desde hace seis años un gran premio dedicado a la Facultad, sino en otros muchos aspectos, entre los que destacan los formativos que, como adelanta la decana, pronto se materializarán en un título propio que se impartirá para los profesionales del propio hipódromo. Incluso esa relación, como indica la profesora Serrés, puede materializarse en prácticas no solo para estudiantes de Veterinaria, sino también de otras titulaciones, ya que el día a día de la Zarzuela tiene una gran actividad en campos como el comercio o el marketing, entre otros.

 

Dentro de esa creciente relación entre el Hipódromo y la Complutense se enmarca este curso de verano. “Pensamos en organizar algo que tuviera valor académico y a la vez divulgativo. El Hipódromo de La Zarzuela es un gran desconocido. La gente conoce la parte de las carreras, de tomarse algo o hacer apuestas, pero no todo lo que hay detrás de ello y su equipo de magníficos profesionales”, señala Paloma Forés, quien no quiere dejar de mencionar a Judith Martínez, la directora comercial del Hipódromo, y a Laura Vaquero, subdirectora del Departamento de Carreras, como sus principales “aliadas” en la organización de las jornadas.

 

El curso ha tenido, como explicaba su directora, dos partes diferenciadas. La primera, la más académica, se desarrolló a lo largo de la primera jornada, celebrada el miércoles 10, en el que los profesores de la Facultad Óscar Cortés y Tatiana Hernández hablaron sobre el origen, evolución, anatomía y biomecánica de los caballos de carreras, un completo “atleta” que recibe una cuidadosa cría, doma y preparación hasta alcanzar su máximo rendimiento, como explicaron profesionales como el veterinario y criador José Hormaeche, el jinete olímpico, criador y propietario Luis Álvarez Cervera o el entrenador Álvaro Soto.

 

Pero, sin duda, la presencia que ha convertido en un enorme “lujo” este curso ha sido la de José Luis Martínez. Reconocido con la Medalla de Bronce al Mérito Deportivo en 2016, está considerado uno de los más importantes jockeys españoles de la historia, con más de 1.200 victorias en distintos países desde comienzos de los 90, cuando tomó el relevo del mítico Claudio Carudel, uno de sus grandes maestros, hasta su retirada hace apenas un año y medio. Martínez, no solo participó en la primera jornada con una charla, en la que explicó cómo se establece el vínculo entre el jockey y el pura sangre, sino que ejerció de inigualable cicerone en la visita al Hipódromo que realizaron los asistentes durante la mañana del segundo día, y durante la sesión de carreras nocturna, en la que fue explicando cada detalle.

 

Para Martínez, el Hipódromo de La Zarzuela es su casa. Raro es el día, según cuenta, que pese a su jubilación no ve amanecer desde sus instalaciones. No hay rincón que no conozca ni instrumento o material que no sepa por qué está en un lugar y no en otro, o cuál es la finalidad de cada uno de ellos. Las zonas más conocidas del Hipódromo, como sus emblemáticas tribunas o sus pistas de carreras, la espectacular de hierba o la de arena con fibra, en la que ahora en verano se disputan las carreras, tan solo ocupan una parte de su enorme extensión, similar a la de otro de los pulmones de la capital, como es el Parque del Retiro. Y es que la mayor parte del Hipódromo está dedicada, aunque la gran mayoría de sus visitantes lo desconozcan, a alojar y cuidar a sus principales habitantes, los alrededor de 550 pura sangres que en él viven de manera permanente.

 

La visita comienza en el paddock, el lugar al que llegan los caballos antes de iniciarse la carrera en la que participan para que el público los pueda contemplar. Allí es donde, cuando suena una campana, que precisamente desde el año pasado se denomina “Campana José Luis Martínez”, los jockeys los montan y se dirigen hacia la pista. Ese mismo camino es el que toman los veintitrés asistentes al curso acompañados por Martínez para primero poder pisar y tocar con sus propias manos la tupida hierba que cubre la pista más emblemática del turf español, para después de cruzarla llegar hasta la pista en la que se desarrollan las pruebas en verano -precisamente para salvaguardar la hierba en la época de calor- y descubrir que esta no es de arena, sino de una mezcla de elementos geotextiles y de polipropileno, que favorece el galope de los caballos. De hecho, según explica el jockey, es en estas pistas de fibra donde las carreras son más veloces y donde la musculatura y tendones de los animales menos sufren.

 

La verdadera pista de arena, que también la hay, está reservada para los entrenamientos. Por allí cuando no son aún las 10 de la mañana galopan varias decenas de caballos. Martínez explica que al ser jueves, es el único día que lo hacen en la dirección de las agujas del reloj. Además de para explicar esta curiosidad, Martínez comparte esta información con el grupo para pedirle que hablen en voz baja y no hagan gestos bruscos; al cambiarles su rutina habitual, los jueves los caballos están más irascibles y asustadizos.

 

Las indicaciones de Martínez hacen las delicias de los asistentes al curso, quienes no paran de hacerle preguntas que este responde con todo lujo de detalles mientras se encamina de una zona a otra del hipódromo. Sin darse casi cuenta, los matriculados se ven situados en el centro de un círculo marcado en el suelo, rodeados por un grupo de 5 o 6 caballos de la cuadra de Álvaro Soto. Esos círculos son utilizados por los entrenadores para comentar los pormenores de la sesión de entrenamiento que acaban de tener con los mozos o mozas de monta, las amazonas o gentleman y los jockeys profesionales, que como explica, en este caso Laura Vaquero, son las tres categorías profesionales que existen en la monta.

 

La cuadra de Álvaro Soto es la siguiente parada en el camino. Los caballos y las yeguas están separados en las dos zonas que forman el patio. Cada uno tiene su propio habitáculo o box -la mayoría provistos de ventilador- y allí reciben a los veterinarios o herreros, como es el caso de uno de los caballos en ese momento, en caso de necesitarlo. Los pura sangres que acaban de entrenar son duchados con una manguera por sus ciudadores antes de comer y descansar. Soto y el propio José Luis Martínez hacen el recorrido por cada box, contando las características o andanzas de muchos de los caballos o yegüas. Ambos se paran ante uno de ellos, que hace escasas fechas fue segundo en una de las carreras de mayor nivel que se disputan en Europa. Soto comenta que pidió a Martínez que lo montara apenas una semana antes de la prueba para ver qué sensaciones le transmitía. “Le dije que iba a ganar, solo me equivoqué porque no lo monté yo en la carrera”, asegura con una sonrisa.

 

Tras salir de la cuadra de Álvaro Soto -uno de los 45 patios en los que viven los caballo de La Zarzuela-, la visita va tocando a su fin. Ya solo falta visitar la sala de los jockeys y volver al paddock. El camino se hace atravesando la "pista del monte", una pista de arena poco frecuentada, situada en la parte más alta del hipódromo, y un viejo "picadero" -lugar utilizado para comenzar a entrenar a los potros- con vallas. "Este ya apenas se utiliza porque ya no hay carreras de vallas", comenta Martínez.

 

Tras la comida, como informa la directora, aún habrá tiempo de una última sesión teórica -un debate sobre la atracción del caballo de carreras, en la que junto al propio José Luis Martínez, participarán José Luís Navarro, boxeador, campeón de España de peso supermedio, y Raúl Fernández Arrizabalaga, medalla de bronce de judo en los Juegos Paralímpicos de Atenas 2004 y campeón de España, Europa y del Mundo de ciclismo en ruta. Después ya llegará el momento de pasar una noche en las carreras, ese momento en el que la emoción y el glamour sirven para dar visibilidad y sostener un lugar y unas profesiones que son, como han podido comprobar los asistentes a este lujo de curso, mucho más que eso.