Pepu Hernández y los valores de su “ba-lon-ces-to”, en el Santa María de Europa
25 feb 2021 12:55 CET
Nada más bajar del avión que les traía de Japón, les condujeron a la madrileña Plaza de Castilla, donde les esperaba una muchedumbre. “No teníamos ni idea de lo que pasaba. Me subieron a un escenario, me dieron un micrófono y me pidieron que hablara. Solo se me ocurrió decir una cosa: Ba-lon-ces-to”. Cerca de 15 años después, Pepu Hernández, el seleccionador español que junto a los Gasol, Felipe Reyes, Navarro, Rudy y compañía se proclamó campeón del mundo en Saitama en 2006, se presenta a los colegiales del Santa María de Europa dando por hecho que pocos saben quién es y mucho menos la trascendencia que tuvo entonces esa palabra pronunciada sílaba a sílaba. “No lo dije para situar al baloncesto por encima de otros deportes”, aclara. Su intención entonces, y aún hoy, era mostrar a la sociedad los valores de ese deporte y cómo se podían aplicar a la vida de cada uno y de todos en conjunto. Entre esos valores, Pepu sigue destacando la importancia de uno: “E-qui-po”. “Trabajando juntos, trabajando en equipo, siendo un equipo de verdad, podemos hacer muchas cosas”.
Pepu Hernández se presenta ante los colegiales del Santa María de Europa con una de las características que, a su juicio, deben guiar a un equipo: la humildad. Las otras tres son la confianza, el respeto y la generosidad. Sabe que la mayoría de quienes le escuchan esta tarde de miércoles apenas tenían 4, 5 o 6 años aquel mes de septiembre de 2006, y que su retirada de los banquillos ya hace cerca de una década, le ha apartado del foco mediático. Por ello, lo primero que hace es presentarse. Cuenta que con 7 años llegó al Colegio Ramiro de Maeztu y su “plantación de canastas”. Que, por supuesto, soñó con ser un gran jugador, llegar a la selección y hasta recibir una llamada del Real Madrid para proponerle su fichaje. “En mi sueño les decía que no”, aclara con una sonrisa. La realidad, sin embargo, le situó en los banquillos con apenas 15 años. Entrenó en todas las categoría del Estudiantes, el club del Ramiro, hasta convertirse durante 6 años en ayudante de Miguel Ángel Martín en el primer equipo, antes de hacerse con el mando durante 11 temporadas. Tras unos meses de pausa y otros cuatro años de primer entrenador de nuevo del Estu, le llegó la posibilidad de ser seleccionador nacional absoluto. Con él al frente España consiguió su primer Mundial y fue plata en el siguiente Europeo. Tras dejar la selección, entrenó una temporada y media al Joventut y otra temporada y media de nuevo a su Estudiantes. “Después decidí aparcar un poco el baloncesto”.
Pese a su impresionante currícula, Hernández se considera ante todo “entrenador de categorías base y formación”. Ahí es donde más ha disfrutado, porque para él el baloncesto es mucho más que ganar un Mundial o perder la final de un Europeo, por un tiro de Pau Gasol en el último segundo que no quiso entrar. Para Pepu el baloncesto son valores que se trasladan a la vida. Es saber organizarse, es ser resistente y resiliente, tener capacidad de adaptación o conocer que el esfuerzo es el camino que lleva a los premios. Dice que a él el baloncesto le dio todo eso y mucho más, y que por ello siempre le estará muy agradecido. “Me ha ayudado a formarme y a formar a otros”.
Desde que dejó los banquillos y antes de entrar en la política –fue candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid en las últimas elecciones y ahora es concejal- Pepu cuenta que impartió cientos de conferencias y talleres. El título más repetido de sus intervenciones fue: “Cómo se transforma un grupo en un equipo”. Él lo consiguió en las plantillas a las que entrenó y, sobre todo, en la selección. Consiguió que un grupo de jugadores se convirtiese en mucho más, en un equipo, en el que lo individual pasaba a segundo plano y solo contaba lo colectivo. Cuando Pau se lesionó en la semifinal con Argentina y no pudo jugar la final del mundial, la preocupación de sus compañeros y del cuerpo técnico no era el hecho de perder a su mejor jugador, “sino de que su amigo se iba a perder un partido tan chulo, tan divertido”.
Pepu anima a los colegiales a abrazar ese amor por lo colectivo, por demostrar una vez más “que cuando nos ponemos de acuerdo somos imparables”. Él, según dice, lo está tratando de exportar a la política. Dice que aceptó ser candidato del PSOE a la alcaldía, porque se lo pidió directamente el presidente Sánchez, y que no le importó que otros ya hubieran rechazado la oferta. Solo pidió conservar su autonomía. Así, sigue sin estar afiliado al PSOE, y aunque lógicamente comulga con sus directrices generales –igualdad, equidad y justicia- esa autonomía le permite no coincidir en algunos temas. Considera que el diálogo para alcanzar acuerdos es irrenunciable y que los políticos –aunque él no se considera tal: “No estoy en política, estoy en servicio público”- tienen la obligación de intentar mejorar las cosas, “no de crear más problemas”.
Tras su intervención inicial, Pepu concluye su visita al Santa María de Europa aceptando el bombardeo de preguntas que le hacen los colegiales. Sin renunciar a las respuestas directas, también aprovecha para seguir formando. “¿Cómo se logra que estén contentos los que menos juegan?”, le cuestionan. “Pues haciendo que jueguen, si no la situación se hace insostenible”, responde para aclarar que no se trata de ponerlo a jugar para que estén contentos, sino de que jueguen porque él en su caso, como entrenador, debe ser “justo”. “A los 18 años me pregunté qué tipo de entrenador quería ser, y más que uno que enseñase técnica o táctica, me prometí que sería justo”. Otra enseñanza de vida de su “ba-lon-ces-to”.