FUNDACIÓN

El acto concluyó con la tradicional foto de familia de este campus global

658 estudiantes de 29 países, en los 43 cursos de la vigésimo tercera Escuela Complutense de Verano

Texto: Alberto Martín, Fotografía: Francisco Rivas - 3 jul 2024 12:06 CET

43 cursos de 75 horas de duración, 10 sedes, 658 estudiantes, 29 países, 278 becas de matrícula, 200 becas de alojamiento. Son las cifras de la vigésimo tercera edición de la Escuela Complutense de Verano (ECV), que, del 1 al 19 de julio, vuelve a convertir la UCM en un campus global, “en un -como destacó su directora, Natalia Abuín, en el acto inaugural celebrado en la Facultad de Medicina en la tarde del 2 de julio-, entorno de estudio y debate único, donde se entrelaza el conocimiento, la cultura, las relaciones humanas y, por encima de todo, la convivencia”.

 

El rector Joaquín Goyache presidió el acto inaugural de esta nueva edición de la ECV, que, como destacó, continúa siendo, además de una oportunidad de aprender y formarse en los más variados temas de las cuatro áreas del conocimiento, una magnífica ocasión para los que ejercemos de anfitriones aprendamos de todas las diferentes culturas que se reúnen durante tres semanas en los campus complutenses. En concreto, esta edición reúne a alumnas y alumnos -ellas son más del doble que ellos; 440 por 218-, de veintinueve países: España, México, Colombia, Ecuador, Perú, Argentina, República Dominicana, Costa Rica, Chile, Cuba, Brasil, Puerto Rico, Estados Unidos, Guatemala, Italia, Francia, Paraguay, Venezuela, Bolivia, China, Honduras, Polonia, Reino Unido, Afganistán, Alemania, Eslovenia, Filipinas, Mauritania y Panamá.

 

Natalia Abuín -profesora de la Facultad de Ciencias de la Información que este año ha asumido la dirección de las dos grandes actividades estivales de la UCM: Cursos de Verano y ECV- destaca que la programación de esta nueva edición -que desde la Fundación Complutense ha desarrollado el equipo de coordinación y organización de la Escuela, integrado por María Bautista, Sagrario Escalonilla y Fátima Esquivel- “se alinea con las demandas actuales y las necesidades emergentes del mundo laboral con el objetivo de preparar a los estudiantes de la mejor manera posible, dotándolos de las habilidades y conocimientos necesarios para afrontar los desafíos futuros”.

 

También destaca la directora el “enfoque de combinación entre teoría y práctica” que tienen todos los cursos. “Cada clase y cada actividad -subraya- está pensada no solo para transmitir conocimiento sino también para inspirar y empoderar a nuestros estudiantes. Nos comprometemos a que cada uno de ellos salga de esta experiencia con una formación sólida y una visión renovada de su capacidad para influir positivamente en el mundo”.

 

Como en cada una de sus últimas cuatro ediciones el cartel anunciador de la ECV ha sido elegida entre las propuestas presentadas a un concurso abierto a los estudiantes complutenses o egresados en los últimos cinco años. La ganadora de esta edición ha sido Connie Francisca Olguín Concha, por su obra “Cisne de verano”. El jurado, formado por la decana de la Facultad de Bellas Artes, Raquel Monge; la directora de la ECV, Natalia Abuín; la vicerrectora de Cultura, Deporte y Extensión Universitaria, Isabel García, y el artista Okuda San Miguel, autor del cartel anunciador de los Cursos de Verano 2024, destacó el brillante uso del color que la ganadora utiliza para enmarcar el cisne complutense, consiguiendo de esta manera “expresar a la perfección el espíritu complutense y de la Escuela”, señaló Isabel García, encargada de entregar el premio a la ganadora.

 

Las oportunidades de la IA y los retos que plantea su uso

Como colofón a la sesión inaugural, Richard Benjamins, CEO y cofundador de OdiseIA, un observatorio del impacto social y ético de la IA recientemente creado, y consejero de CPD European, ONG para el reporting del cambio climático, pronunció una conferencia sobre las “Oportunidades y retos de la Inteligencia Artificial”.

 

Benjamins inclinó claramente la balanza de la IA hacia el lado positivo. Las oportunidades de negocio y, sobre todo, de progreso son enormes. La IA generativa ha supuesto una increíble revolución, por su facilidad de uso y por sus casi infinitas aplicaciones. ChatGPT -la más conocida IA generativa- es utilizada por ciudadanos de todo el mundo, en lo que ha supuesto la mayor democratización del conocimiento posiblemente jamás vivida. De acuerdo con Benjamins, el 58 por ciento de los trabajadores ya consideran que les afecta positivamente en su trabajo, haciéndolo más eficiente y de mayor calidad, posibilitándoles además que ese tiempo que les ahorra lo utilicen en otras tareas.

 

No obstante, hay algunos aspectos negativos -no de la IA generativa, sino de su utilización, como recalcó- que deben ser resueltos. A ello se deben poner manos a la obra los gobiernos, para entre todos resolver temas pendientes como la responsabilidad -puso como ejemplo un posible accidente de un coche autónomo. ¿Quién tiene la culpa: el propietario, la empresa de software, el fabricante del coche…-, garantizar la igualdad de su uso - se está concentrando en sus versiones premium en pocos países, los ricos,- garantizar su buen uso en la educación, analizar cómo afectará al futuro del trabajo, frenar su posible injerencia en los procesos democráticos, a través de fake news y manipulaciones…

 

Benjamins consideró que la nueva regulación europea ya aprobada y que comenzará a aplicarse dentro de dos años, es un buen punto de partida, al clasificar las aplicaciones en una pirámide de niveles de riesgo (bajo, limitado, alto e inaceptable) y poner condiciones a su uso para cada una de ellas. Así, la utilización de la IA para realizar calificación social, vigilancia masiva o manipulación de comportamientos, son situados en la cúspide de esa pirámide y debe ser perseguida.