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El paraninfo de San Bernardo ha acogido el acto de apertura del curso académico 2022-2023

El rector Joaquín Goyache anima a toda la comunidad complutense a hacer frente a los retos del nuevo curso académico

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Francisco Rivas - 28 sep 2022 13:54 CET

Este miércoles 28 de septiembre, más de 70.000 estudiantes han comenzado en la Complutense, y de manera oficial, el curso académico 2022-2023. En el acto de apertura del curso, celebrado en el paraninfo de San Bernardo, la secretaria general de la Universidad Complutense, Araceli Manjón-Cabeza, en su avance de la memoria, ha hablado de la necesidad que ha habido de acoplar la vida universitaria a las exigencias de una pandemia persistente y confía en que este sea el año de la consolidación de la normalidad. El rector Joaquín Goyache ha aprovechado la ocasión para lanzar un mensaje de estímulo para afrontar los retos del futuro a toda la comunidad complutense, tanto estudiantes como PAS y profesores.

 

Comenzó Joaquín Goyache animando a los estudiantes a trabajar con espíritu crítico buscando la verdad a través de la curiosidad, el esfuerzo y la diversión, “porque hay tiempo para todo”. Les ha invitado además a alejarse de su zona de confort, sobre todo al nuevo estudiantado, para el que la universidad debe suponer un cambio de paradigma tras el periodo escolar, de ponerse en pie y mirar a su alrededor.

 

Alejandro del Sanz Martínez, presidente de la Delegación Central de Estudiantes, ha participado también en el acto académico de apertura del curso, con la convicción de que se mantienen los mismos problemas que en años anteriores, tanto en la universidad como en el marco de la Comunidad de Madrid, donde el gasto educativo se desvía cada vez más a las universidades privadas.

 

Opina Sanz Martínez que en la Complutense hay grandes retos pendientes, como “ser más transparente, digital, sostenible y eficiente”. Para superar esa situación “hace falta valentía y determinación para abordar estas problemáticas y ahí los estudiantes deben formar parte de ese proceso, deben ser, de hecho, el pilar central de la institución, porque son los que convierten la universidad en universidad”. Pide, por tanto, Sanz Martínez a los estudiantes, que sigan trabajando, a pesar de los impedimentos y de que a veces no se consigan los objetivos, porque “esta es una carrera de fondo y cada esfuerzo valdrá la pena”.

 

Animó el rector también al profesorado de la Complutense, incluyendo a una representación de catedráticos y profesores titulares incorporados durante el último curso académico que estuvieron presentes en el acto de apertura del curso, a profundizar en la pasión de descubrir y enseñar, a motivar, a inculcar la crítica, la curiosidad y el espíritu investigador, a imbuir el esfuerzo como base del progreso, a buscar la calidad y la mejora de sus discípulos. Para Goyache, el fin último de los profesores debe ser instruir a los estudiantes, convirtiéndoles en profesionales e investigadores competentes, que puedan devolver a la sociedad el esfuerzo invertido por ella.

 

Aseguró el rector que la universidad es la responsable de velar por el patrimonio intelectual, de conservar y ampliar los conocimientos, así como de difundirlos para que puedan revertir en el avance de la sociedad, lo que es “una ardua tarea, que exige la participación de todos”.

 

La pandemia, según Goyache, puso en primera línea a la ciencia, que fue la que evitó el colapso global al que sin ella habríamos estado abocados. “Hoy podemos mirar hacia atrás con un cierto alivio por salir victoriosos de tal reto, pero sin bajar la guardia, porque el SARS-CoV2 sigue con nosotros”, advirtió el rector.

 

Una de las contrapartidas de la pandemia ha sido el desarrollo de la digitalización de la Complutense. De todos modos, reconoce el rector que es un desarrollo todavía en proceso, y completarlo será uno de los retos, junto a otros más acuciantes como la emergencia climática, donde la ciencia será también la única capaz de encontrar soluciones.

 

Por lo tanto, solicita Goyache que los políticos se fijen en las universidades, y en la Complutense en particular, y que las doten de una financiación adecuada a los retos a los que se enfrentan. La sociedad, el país, la región y la Complutense se enfrentan además a un entorno político-estratégico frágil, con la “cruel e injustificada agresión a Ucrania” en el centro, lo que ha dado como resultado el fantasma de la escasez de recursos energéticos. Este invierno “serán obvias las medidas de recortes energéticos que todos tendremos que aplicar”, así que el rector ha pedido el compromiso de toda la comunidad complutense para evitar, en la medida de lo posible, gastos de notable impacto en las cuentas, “dada la ya insuficiente financiación”.

 

Goyache cree que además estamos ante una crisis de valores sin precedentes, con discursos cada vez más polarizados que enfrentan, “movidos por tan sólo unos pocos, a una sociedad cada vez más fragmentada ideológicamente”. Por eso, ahora más que nunca las humanidades, y el pensamiento crítico, deben ofrecer una respuesta frente a la “manipulación de la verdad”, y ahí la universidad no puede mirar para otro lado.

 

La universidad debe ser motor de innovación y creadora de conocimiento, y ese es el papel que ha jugado, juega y jugará la Complutense. Para continuar haciéndolo, según el rector, es fundamental alinear los intereses de la universidad con los del tejido productivo, con los de la sociedad y con un mundo de rápidos cambios sociales.

 

Enseñar para aprender

La catedrática de Historia del Arte, Estrella de Diego, ha sido la encargada de impartir la lección inaugural de este curso y lo ha hecho “sobre un tema compartido por los que enseñan y los que aprenden”, que para ella son papeles intercambiables, porque “si se tiene una gran vocación de servicio docente es porque lo más atractivo de ser profesor es convertirse en parte de un ejercicio de aprendizaje. Todos aprendemos enseñando”.

 

Reconoce De Diego que hace apenas tres años la vida se veía trastocada por esta pandemia que ha modificado nuestras existencias para siempre, cambiando la forma de relacionarse entre profesores y alumnos, a través de redes y plataformas. Desde ese momento, todo ha sido mucho más rápido de como se ha movido en décadas, y “temas como #MeToo y #BlackLivesMatter impregnaron las aulas y el Homo Ludens se transformó en Homo Rodans", con bicicletas y patinetes. "Es un mundo diferente, siempre rodando”, opina la profesora.

 

Según De Diego, ahora los estudiantes construyen nuevos relatos que les deben mucho a la teoría de género que empezó en los años sesenta del siglo XX o a los estudios ecologistas. En estos años de pandemia “se han acelerado las preguntas y se han convertido en un tema mainstream, a veces incluso demasiado popular”. Ahora toca reformular las preguntas “desde las posiciones académicas que no admiten pasiones, en lo que es un ejercicio de mesura que no es nada sencillo”. Buscar nuevas respuestas con los estudiantes es lo que entiende la catedrática por “enseñar para aprender”.

 

Cree De Diego que “hay que desaprender como testimonio de haber aprendido y eso también es enseñar para aprender”. Alineada con las palabras del rector, la catedrática considera que, cada año que empieza, los profesores necesitan pensar en el compromiso con el planeta y la transformación con un mundo para que sea cada vez más sostenible.

 

Concluyó su discurso deseando un “feliz curso para todos, o para los que prefieran el lenguaje inclusivo, para todos, todas y todes”.