CURSOS DE VERANO

Concha Jerez, ante el cartel de la exposición sobre su obra que se pudo contemplar en el Reina Sofía

Concha Jerez exhibe la memoria de su arte conceptual

Texto: Alberto Martín, Fotografía: Alfredo Matilla - 6 jul 2021 17:31 CET

Concha Jerez (Las Palmas de Gran Canaria, 1941) está considerada la pionera del arte conceptual en España. Desde mediados de los 70, cuando decidió dejar a un lado su etapa pictórica, su arte, casi siempre “in situ”, habla, muestra, asombra, denuncia, escucha, transciende. Premio Nacional de Artes Plásticas 2015 y Premio Velázquez de Artes Plásticas 2017,  Jerez ha adelantado su viaje a Madrid –este miércoles se inaugura ARCO- para compartir su forma de pensar el arte con las en su inmensa mayoría alumnas del curso “Procesos en el coleccionismo y la museografía del arte conceptual”, que dirigen la vicerrectora de Cultura, Deporte y Extensión Universitaria de la UCM, Isabel García, y la museóloga María Eugenia Blázquez.

La artista se declara fascinada por el curso, no ya por lo que ha podido escuchar en la conferencia que precedió a la suya, sino ya por el simple de hecho de estar dedicado en exclusiva al arte conceptual. “Creo que es uno de los pocos que se han hecho”. Su ponencia la dedica a su propia obra, “Concha Jerez, arte y pensamiento” se titula, y para ello elige como hilo conductor la exposición “Qué nos roban la memoria”, que hace apenas unos meses mostró en el Reina Sofía. Cuenta que la pandemia no solo retrasó su apertura de abril a julio –ha estado expuesta del 29 de julio al 11 de enero-, sino que en parte también la transformó. Y es que la obra “in situ”, la que se piensa para un lugar concreto –aunque luego pueda en parte reutilizarse o reubicarse- nace para ser vivida. “La obra in situ hay que patearla”, señala con las palabras justas, en referencia a la interacción que obra, lugar y público crean en cada momento.

 

“Qué nos roban la memoria” reflejó –y aún refleja gracias al vídeo realizado por la propia artista para que quienes no pudieron acercarse a vivirla por culpa de la pandemia puedan al menos tener esa aproximación- “los distintos aspectos fundamentales de mi obra”: la obra “in situ”, la acción entre la obra, el espacio y público y… la memoria. La memoria es una constante en la obra de Concha Jerez desde sus inicios en el arte conceptual y las instalaciones artísticas. Por ello, cuando en 2012 comenzó a hablar con el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, la posibilidad de llevar a cabo una exposición que reflejase lo fundamental de su obra, enseguida decidió que la memoria sería el eje central de la misma. De hecho, el propio edificio del Reina Sofía evoca su memoria de la infancia, cuando desde Canarias visitaba Madrid para ver a sus abuelos. Ellos vivían allí, frente al Reina Sofía, entonces el Hospital Provincial de la ronda de Atocha, creado por Felipe II para atender a los enfermos sin recursos, a los menesterosos. La fotografía utilizada para anunciar la exposición muestra aquel viejo edificio, años después remodelado. Lo hace para tratar al edificio como un personaje que hace mucho que está allí y que ha visto pasar a millones de personas, desde niños enfermos a turistas ávidos de cultura. “En el arte conceptual todo tiene un porqué”, indica.

 

Jerez decidió que su exposición tuviera cuatro instalaciones principales, situada cada una de ellas en una escalera del edificio de Sabatini. Tampoco el lugar elegido era casual. Por esos escalones pasaron durante años personas enfermas, mucho de ellos en camilla. Los escalones de esas escaleras son extremadamente bajos precisamente para facilitar el tránsito de las camillas. Incluso durante años, los caballos subían por esos escalones trasportando a los enfermos. En las escaleras, Jerez creó cuatro instalaciones diferentes, dedica cada una a un tipo de memoria: la memoria escrita y oralizada, la memoria autocensurada, la memoria olvidada y la memoria silenciada. La primera, “la más liviana”, la dedicó a los poetas que escriben en la soledad y luego comparten sus versos leyéndolos; la instalación incluyó el sonido de esas lecturas en primera persona de los propios poetas. La segunda, la autocensurada quiere denunciar a quienes hoy incluso más que antes callan no solo por política o religión, sino, por ejemplo, cuando buscan un empleo. La memoria olvidada saca de ese silencio a quienes parece que ya no son nada.

 

La memoria silenciada es la “más fuerte”. En ella Concha Jerez plasma mucho de su trabajo, de la denuncia de la represión franquista a la que se ha dedicado toda su vida. En la instalación conviven los recuerdos de las entrevistas que ella misma realizó a decenas de represaliados, las imágenes de la cárcel de Carabanchel, a la que iban a parar la mayoría de los presos políticos de Madrid, también algunos recuerdos de las cárceles de mujeres, destruidas en su totalidad, y, sobre todo, de la Puerta del Sol, el lugar en el que se ubicaba la Dirección General de Seguridad, en la que durante décadas se maltrató e incluso se mató. “A mi juicio nunca debería haberse instalado allí la Comunidad de Madrid”, opina. Un último vídeo muestra los nombres de todos los represaliados.

 

En “Qué nos roban la memoria” -y en el vídeo que la resume y que proyectó en el aula- estuvieron presentes otras muchas instalaciones que poblaron numerosas salas del Reina Sofía durante el segundo semestre del año pasado. Están, en su mayoría, basadas en obras antiguas, algunas como confiesa casi olvidadas y rescatadas de su archivo personal gracias a la becaria Ana Baena, su nieto Pablo, su hija y el comisario de la exposición, Joao Fernandes, que trabajaron durante meses en ello. Muchas de esas obras han vuelto a recobrar la vida, han vuelto a denunciar situaciones, a mostrar pensamientos. Eso es lo que hace el arte conceptual, que pese a que “algunos lo consideran aburrido, yo creo que es muy divertido y lleno de ironía en todas sus obras”.