CURSOS DE VERANO

Una de las sesiones del curso “Desinformación, prensa y seguridad. ¿De la posverdad a una nueva ‘guerra fría’?"

El peligroso poder de la desinformación, a debate en los Cursos de Verano

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 13 jul 2023 15:18 CET

Analizar y debatir cómo la desinformación y la posverdad están afectando a las democracias es el objetivo del curso “Desinformación, prensa y seguridad. ¿De la posverdad a una nueva ‘guerra fría’?”, que dirige la profesora de Derecho de la Información, Loreto Corredoira, junto a Isabel Serrano, del mismo Departamento de Derecho Constitucional de la Facultad de Ciencias de la Información. Con el patrocinio de la OTAN y financiación de la Unión Europea, reúne a expertos de diferentes instituciones para exponer las amenazas globales en ciberseguridad, pero también casos concretos como el de Pegasus y el “CatalanGate” o el caso ruso. Una de las sesiones ha contado con la participación de tres especialistas en redes sociales, bulos y bots para hablar de activismo, desinformación y campañas en redes.

 

El analista de inteligencia Marcelino Madrigal participó en remoto y presentó un modelo de cómo funcionan las campañas de desinformación en redes. Lo primero que hace falta es conocer la narrativa, el objetivo que se quiere conseguir, y para ello se cuenta con influencers, que pueden ser tanto personas reales como perfiles falsos. Estos se dirigen a una audiencia concreta o a una generalista, con la intención de hacer el mensaje viral, y para ello utilizan infraestructuras, herramientas de servicios web que les permiten hacer campañas en las diferentes redes. Y, por último, en la campaña hacen falta contenidos, ya sean en forma de memes, vídeos o noticias falsas.

 

La investigadora Mariluz Congosto ha explicado el enorme peso que tienen los bots, que replican la desinformación en redes sociales, de hecho “en Twitter el 80% de la información es replicada”, y en gran parte por esos bots. Estos bots, que son programas que realizan tareas repetitivas, se utilizan para la generación de una falsa realidad, y aunque en un principio surgieron en el mundo del marketing, hoy en día se han extendido de manera masiva por las redes sociales. A veces lo que se busca, más allá incluso de la desinformación, es fomentar la crispación con trols o utilizando la parodia.

 

De acuerdo con Javier Barriuso, experto en transformación digital, también hay algunos bots con usos positivos como @GobiernoAlerta o @TruthGPTBot, e incluso otros que permiten colorear fotos o grabar vídeos.

 

En muchas ocasiones los bots se unen en botnets, que son redes de cuentas bot que dan una imagen más general de lo que se quiere conseguir. Reconoce Barriuso que no siempre es fácil detectar los bots, aunque hay algunas pistas como las cuentas que tiene logos falsos o si tienen un número de seguidores muy elevado a pesar de no tener apenas actividad. Por ejemplo, en junio de 2023 se detectó una enorme botnet, ubicada en Ucrania, que se dedicaba a apoyar a Rusia con la divulgación de fake news.

 

De hecho, el apoyo a Rusia por la invasión a Ucrania es una de las actividades más comunes en redes en los últimos meses, incluso desde el día antes de la invasión, lo que indica que los dueños de las cuentas ya conocían lo que iba a ocurrir. Congosto explica que estas cuentas, creadas con perfiles falsos, como IrinaMar o Lorena, tienen el objetivo de promover el miedo, dispersando informaciones falsas, con el apoyo de trols, que se organizan en redes temáticas.

 

Aclara la investigadora que en muchas ocasiones las cuentas falsas se hacen a partir de antiguas cuentas, a las que se les borran los tuits, se les cambia el nombre y se les crea una nueva personalidad, que curiosamente suele ser de mujer, aunque Congosto cree que detrás de la mayor parte de ellas hay hombres.

 

En definitiva, y como ha comentado alguna vez la propia Loreto Corredoira, “las ideas son cosas mucho más fatales que las armas”, sobre todo si esas ideas se convierten en “narrativas hostiles”, que se pueden definir como un fenómeno de desinformación, aunque también de desestabilización, por lo que son una causa de preocupación profunda en organismos como la OTAN o la Unión Europa.