NUESTRA GENTE

Carlos Rivero, Isabel Durán y José Manuel Lucía, en la inauguración del congreso

El auténtico Sampedro volvió a su universidad

Fotografía: Jesús de Miguel - 26 oct 2023 10:46 CET

Diez años después de su muerte, la Universidad Complutense ha querido recordar a uno de sus más ilustres integrantes, el escritor y economista José Luis Sampedro. Un “economista humanista”, como le define José Manuel Lucía Megías -organizador junto a Samuel Rodríguez e Izán García Baumbach del Congreso Internacional “En el desván de José Luis Sampedro”, celebrado el 24 y 25 de octubre-, que a través de su “amor, provocación y autenticidad” supo “hacer pensar” no solo a sus lectores, sino, posiblemente, a cuantos en alguna ocasión le escucharon.  “Esperemos que el auténtico José Luis Sampedro vuelva una vez más a enamorarnos y a provocarnos. A que su palabra no solamente sea la recuperación del pasado, sino también el desafío de nuestro presente para afrontar el futuro, nada halagüeño, nada luminoso, que nos está planteando el presente”. anticipó el catedrático Lucía Megías en la inauguración del congreso.

 

El objetivo del congreso no era otro que traer de vuelta a su casa al “auténtico” José Luis Sampedro, al que estudió en las aulas complutenses economía y a los pocos años ya era catedrático y “amaba a sus alumnos”. También al que abandonó esas mismas aulas a finales de los 60 porque en ellas no encontraba el necesario espacio de libertad. Y, por supuesto y sobre todo, al escritor, autor, en palabras del también escritor Lorenzo Silva, conferenciante inaugural del congreso, de una de las obras, su Octubre, octubre, “más ambiciosas escritas en España en la segunda mitad del siglo XX”.

 

Del primer Sampedro, el economista, habló en la inauguración el decano de su Facultad, la actual de Ciencias Económicas y Empresarias, la de Ciencias Políticas y Económicas cuando en ella estudió y enseñó. Recordó Carlos Rivero que con motivo del 75 aniversario de la Facultad se editó un libro sobre los cinco grandes maestros complutenses que modernizaron la economía en España en el siglo XX. Entre ellos, como no podía ser de otra manera, estaba Sampedro. A él se debe mucho del Plan de Estabilización de 1959, un antes y un después para el desarrollo económico de aquella España, pero sobre todo a él se debe otra forma de ver la economía, una que mira también a las personas y no solo a los mercados y los beneficios.

 

Precisamente a esa mirada privilegiada, a esa capacidad de análisis que muy pocos han tenido, y que le permitía ver antes que nadie lo que después el tiempo demostró que iba a suceder, dedicó su ponencia inaugural Lorenzo Silva, titulada “El hombre que miraba y veía más lejos”. Silva se apoyó en dos obras de Sampedro para tejer su eje argumental. En Los mongoles en Bagdad (2003) y en El mercado y la globalización (2002), Sampedro predice una tras otra diversas situaciones que dos décadas después son evidencias. Silva destaca dos ideas principales contenidas en aquellas obras: la globalización no solo no va a resolver problemas de la humanidad, sino que agrava algunos que ya tenía, y, la segunda, “la solución de las armas para reducir al eje del mal, no va a salir bien”: la población no se va a ver persuadida para ir por la senda de la democracia si los que le lanzan el mensaje son militares armados. Frases como “Enviar bombarderos contra terroristas es tan gran desatino como tratar de matar mosquitos con ametralladoras; algo tan evidente que no necesita demostración”, parecen escritas la semana pasada.

 

Silva se hace la gran pregunta: ¿Por qué tenía Sampedro esta capacidad de anticipación? ¿Por qué era capaz de ver lo que otros no veían, decirlo y ser tan preciso? El escritor considera que la respuesta está precisamente en la escritura de Sampedro y, más concretamente, es su obra cumbre, Octubre, octubre. En ella Sampedro dejó la respuesta: “No creo que de lo asuntos humanos ve más quien tiene mayor agudeza visual. Creo que de los asuntos humanos ve más quien mira desde más atrás”. “Él miraba desde muy atrás”, sentencia Silva a la vez que enumera una vida, la de Sampedro, tan prolija como pocas. Nació en 1917; tuvo una vida nómada en una familia cosmopolita; a los 16 años en Aranjuez sintió el deseo de ser novelista; desde su puesto de funcionario vive la guerra civil, primero en Santander en el bando republicano y luego como soldado en el franquista; conoce los horrores, los ve de cerca y los analiza; lo cuenta en sus poemas con sentimiento de vergüenza; luego se formó como economista, fue profesor, colaboró en modernizar la economía española; se fue a Estados Unidos... Y muchos años después, por fin, ya en los años 80, se consagra como novelista. “Con todo eso tienes una mirada distinta a la de otros analistas”, sentencia Lorenzo Silva. “Todo eso es lo que hace de Sampedro una de las personas más importantes que he conocido, por su vocación y valor por acercarse a la verdad, aunque sea incómoda, no evidente e incluso inconveniente”, concluyó.

 

El Congreso, como ya anticipó la decana de Filología, Isabel Durán, en la inauguración ha tenido un cartel de lujo: los catedráticos y escritores Andrés Amorós y Fanny Rubio, el economista Pedro José Gómez Serrano, su discípulo y amigo Carlos Berzosa o su compañera de vida Olga Lucas. También se recogió la mirada especializada de expertos en Sampedro como Marcos Pérez Parras, que habló de su poética; Daniel Migueláñez, que lo hizo de su teatro; Inass Ayaou y Thomas Baumert, que disertaron sobre diferentes aspectos de su pensamiento, o Juan Aguilera, quien trató sobre su epistolario con otros autores exiliados. El colofón fueron las puestas en escena de dos de sus obras, la primera un texto teatral escrito por el propio Sampedro, nunca hasta ahora estrenado, y la segunda, la adaptación de otra de sus grandes novelas, La sonrisa etrusca, que ha llevado a cabo el dramaturgo Juan Pablo Heras. Todas las sesiones están disponibles en el Canal Educativo de la Facultad de Filología en YouTube