NUESTRA GENTE

José Manuel Lucía Megías, ante la ilustración de Forges sobre Cervantes situada en el edificio D de la Facultad de Filología

El catedrático José Manuel Lucía llama a las Humanidades a una batalla quijotesca contra los “iluminados”

Texto: Alberto Martín, Fotografía: Jesús de Miguel - 6 jun 2025 10:11 CET

Hace escasas fechas, el prestigioso The Times titulaba una de sus noticias: “Biógrafo de Cervantes le declara la guerra a las fake news que empañan al escritor”. “José Manuel Lucía Megías -explicaba en la entradilla- lanza una cruzada quijotesca para defender al autor de Don Quijote sobre afirmaciones como que era tartamudo y que actuaba como un proxeneta de sus hermanas”. Y desarrollaba: “Impulsado por una reciente oleada de fake news sobre Cervantes, su principal biógrafo español ha lanzado una batalla quijotesca para salvar la historia de su vida de mentiras contaminantes”.

 

“De repente -explica el catedrático complutense José Manuel Lucía Megías, apenas unos días después, sentado en su despacho de la Facultad de Filología-, un lunes yo me levanto y veo un artículo en el ABC que dice que Miguel de Cervantes con 66 años se matriculó en la Universidad de Osuna, que han descubierto un documento que lo certifica. ¡No puede ser! No puede ser que un titular diga que un joven Miguel de Cervantes, ¡de 66 años!, se matriculó en la Universidad de Osuna. Me voy al documento y claramente se ve que es una falsificación del siglo XIX. Escribo al ABC y les digo que eso está mal, que han cometido un error, que es una falsificación del XIX y lo desmonto todo. El miércoles, tres días después, salió un artículo en el ABC diciendo que Miguel de Cervantes nunca estudió en la Universidad de Osuna. Eso supuso para mí dos días que tuve que dejar todo lo que estaba haciendo para dedicarme no a dar mi opinión, sino como científico ver los datos, analizar la posibilidad de lo que se estaba diciendo, porque el documento existía, en el libro de matrículas de 1613 de Osuna había una entrada en donde decía: Miguel de Cervantes, matriculado en leyes. El documento estaba, pero claro, la letra no coincidía con la letra de la época, en otra parte del documento había huecos... A partir de ahí empieza la ciencia. Tener un método científico para decir esto no puede ser por estas razones y ahí es donde ya el conocimiento se impone simplemente a la opinión, que es un poco lo que tenemos que hacer desde la academia. Unos días después publiqué una Tercera en ABC alertando de estas situaciones y el artículo de The Times viene de ahí”, concluye el profesor Lucía Megías.

 

- ¿Por qué suceden este tipo de cosas, por qué se da pábulo desde los medios de comunicación a este tipo de noticias?

- Siempre ha habido noticias falsas y lo que yo llamo “iluminados”, personas que tienen un entusiasmo por una obra, que suele ser El Quijote, que en un momento dado deciden que su vida gira en torno a explicar los grandes misterios que esconde esta obra, sin conocer la época, sin conocer la literatura, sin conocer la cultura, etc. Nosotros, desde la academia, la universidad, la ciencia, intentamos llegar también a conocer esos grandes misterios, pero con un método e intentando de alguna manera llegar a ello, pues nos encontramos con que estos iluminados en este nuevo mundo que tenemos de la comunicación tan abierta y la información tan plural, tienen un espacio realmente social al que nosotros no llegamos. Creo que una de las grandes necesidades que tiene también la universidad es no quedarse simplemente en el lamento, sino mostrar que esos iluminados lo que hacen no aporta nada a la sociedad y que, en cambio, nosotros sí aportamos muchísimo para seguir avanzando en el conocimiento.

 

- Vamos, que desde la universidad hay que dar más la batalla a la desinformación, a la pseudo ciencia, a los bulos…

- Y además hay que hacerlo ya, en este momento. Es imprescindible. Estamos en una sociedad en lo que todo a alrededor está en contra, en la que una opinión se puede pensar que es algo que es científico y no, no lo es. Tu opinión puede ser muy interesante, pero yo no quiero saber una opinión, sino el resultado de una reflexión o el resultado de una investigación. Y ahí es donde nosotros tenemos que convertirnos en un faro. Y yo creo que ahora la universidad tiene una posibilidad de recuperar un espacio que realmente es un lugar de referencia. Y no podemos quedarnos atrás. Y no podemos pensar que ese no es nuestro camino o nuestra función. Yo creo que es hoy en día la máxima función de la universidad: ser el faro de la sociedad. Y ahí ser el faro también humanista, que me parece esencial, porque al final la ciencia más instrumental ha ido desarrollándose en todos los aspectos, pero la ciencia humanista ha ido quedándose como algo marginal, cuando es lo que en un momento dado nos hace y nos convierte en seres humanos.

 

- ¿Cómo se puede dar la batalla?

- De dos formas. Una es poner en evidencia a estas personas, no quedarnos callados ante eso que en un momento dado son verdaderas locuras que parten de una necesidad de ego, de tener su minuto de gloria, que ahora es muy fácil tenerlo. Y luego, por otro lado, lo que tenemos que hacer es que nuestras investigaciones, nuestros conocimientos, nuestros hallazgos, también adquieran un espacio. Ahí, a lo mejor, también tenemos que hacer un esfuerzo de intentar crear un lenguaje o acercarnos a un lenguaje más cercano a la sociedad y no exigir que la sociedad venga a nosotros, que es más complicado.

 

- Parece claro que desde las humanidades hay que divulgar más...

- Sí, y sobre todo, estar en los espacios. Por ejemplo, ahora en el mes de septiembre se va a estrenar la película de Alejandro Amenábar El cautivo, que trata de la vida de Cervantes. Una película de súpernivel, internacional, Amenábar, Cervantes… Eso va a ser un espacio social. Todo el mundo va a querer hablar y saber de Cervantes. Ahí había que estar. Yo he tenido la suerte de estar de asesor filológico y cervantista.  Y creo que estar ahí es parte de mi trabajo universitario, no me lo tomo como un trabajo personal. Creo que la universidad tiene que estar en esos sitios para luego no lamentarnos de que no lo han hecho bien, de que han dado una imagen equivocada... Es una ficción, pero si dentro de esa ficción podemos también que haya el máximo de conocimiento, pues como sociedad avanzamos.

 

- ¿A quién le cuesta más adaptarse, a los académicos a esos otros espacios, como en este caso que comentas el cine, o viceversa?

- Seguramente hay mucho de las dos cosas. Hay que buscar el centro. Seguramente hay muchos académicos que consideran que su discurso académico es el único que tienen que tener y les da lo mismo dónde y a quién se lo dan. Y luego, también es verdad, que siguiendo con el ejemplo del cine y la ficción, allí tienen una imagen de la academia a lo mejor muy antigua pensando en ese mundo totalmente inaccesible o que estamos en una especie de torre de marfil. Pero luego hay un mundo mucho más de conexión, que yo creo que es en el que tenemos que trabajar más, en donde tenemos que hacer no tanto un esfuerzo de rebajar, porque no se trata de rebajar el conocimiento, como de encontrar el lenguaje adecuado para llegar a cada uno de los espacios en los que quieres comunicar. Y ahí es donde nosotros tenemos que hacer desde la academia un esfuerzo. No van a venir a nosotros y la universidad como institución tiene que hacer un esfuerzo para entrar en sociedad. Creo que en ese sentido los de humanidades tenemos estar en esos espacios. Yo, por ejemplo, voy a cosas que sé a muchos de mis compañeros les parece mal. El año pasado me llamaron del programa de televisión “El mejor de la historia”. para defender a Cervantes… Y yo no me lo pienso. No es el programa que yo quisiera hacer o voy a estar más cómodo, pero si no voy yo, van a llamar a cualquiera que no tiene conocimiento para hacer lo mismo. Y yo creo que nosotros tenemos que estar en esos espacios, que a veces son complicados y no son nuestros espacios habituales, pero debemos seguir defendiendo el conocimiento y difundirlo.

 

- Bueno, al menos esta batalla quijotesca contra el artículo de ABC la ha ganado la ciencia…

- Sí, esta vez sí, pero no tenemos que dejar pasar ni una. Eso te reafirma que al final tiene sentido lo que hacemos. Lo que no tienen sentido son estos iluminados. Que a ti te encante El Quijote, que tu padre te lo leía y tú lo hayas aprendido de memoria, es una experiencia personal que me parece muy enriquecedora, pero es personal, no tienes porque sacarla de ese ámbito. Convertirte en una autoridad mundial y que tu opinión se convierta en teorías demenciales… Ahí es donde tiene que venir la ciencia y desmontar los bulos y falsas noticias. Como universidad tenemos que recuperar ese referente de autoridad, que cuando alguien de la universidad diga que esto es así, ya se sepa que detrás está la ciencia. Y esto es extensible a todas las humanidades. La única lectura positiva que hago es que esto le pasa mucho al Quijote porque está muy metido en sociedad, no hay tantos iluminados sobre Calderón, Moratinos o Galdós. Por eso, la lucha quijotesca es mayor.