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Eumenio Ancochea, catedrático del Departamento de Mineralogía y Petrología y especialista en Vulcanismo

Eumenio Ancochea: “Frente al volcán de La Palma, por un lado te ves maravillado por su grandeza y por otro acongojado por la tragedia”

Texto: Jaime Fernández - 4 oct 2021 12:27 CET

Eumenio Ancochea, catedrático del Departamento de Mineralogía y Petrología y especialista en Vulcanismo, recibe a Tribuna Complutense en su despacho de la Facultad de Ciencias Geológicas. Acaba de llegar de la isla de La Palma y en breve se volverá a marchar, para continuar con el estudio geológico del volcán que entró en erupción el domingo 19 de septiembre. Reconoce Ancochea que ha estado antes en otros volcanes activos, pero nunca siguiéndolo tan de cerca, y cuando fue la erupción anterior en la isla, la del Teneguía, él era todavía estudiante de Geológicas.

 

¿Qué siente un geólogo cuando ve un volcán tan activo como el de La Palma?

Uno se siente impresionado. Viajando por la isla, pasas la montaña, y de repente ves la chimenea del cono volcánico y te quedas atónito. En el primer sitio donde pude me paré en la carretera totalmente impresionado, sobre todo por el ruido. Eso sí, hay una diferencia notable entre verlo por televisión y verlo allí. Ahora mismo, gracias a la tecnología, a las imágenes que ofrecen por ejemplo los drones, por televisión se ve muchísimo mejor, porque allí, a pie de colada, las imágenes no son tan espectaculares.

 

¿A qué distancia han estado trabajando de las bocas del volcán?

Estamos en la zona de exclusión, donde sólo entra la gente con la guardia civil para recoger las cosas que tienen en sus casas. Lo más cerca habrán sido dos kilómetros del volcán, y con frecuencia bastante más lejos. De todos modos, deja que vuelva a la pregunta anterior y te reconozca que en mí se mezcla un sentimiento confuso, porque frente al volcán de La Palma, por un lado te ves maravillado por su grandeza y por otro acongojado por la tragedia. Eso crea a veces situaciones un tanto contradictorias entre la admiración de los geólogos y la desgracia de los que lo sufren. Entre los habitantes de la isla también hay de todo, desde la mayoría que te hacen ver ese sufrimiento hasta un policía palmero que nos encontramos que nos señaló su casa y nos dijo si se la iba a llevar la lava o no, y aun sabiendo que su casa se iba a destruir era incapaz de no reconocer que como espectáculo natural es una maravilla.

 

Otra parte interesante del volcán de La Palma es esa formación de fajana, o plataforma lávica. ¿Qué supone ver en directo cómo cambia la geografía?

Desde un punto de vista geológico, tanto para un profesor como para los alumnos, es muy formativo. Por ejemplo, yo explico a mis estudiantes los volcanes, voy con ellos a Tenerife todos los años, pero les estoy contando, de alguna manera, el resumen, mientras que ahora estás viendo el día a día y cómo cambia todo sin descanso. Eso te hace ser más humilde como persona, pero también como profesional, cuando interpretas un material geológico y sabes que la realidad es mucho más complicada de lo que solemos contar.

 

Ha hablado del ruido, otros han señalado también los olores y los continuos temblores, ¿ha notado eso en su estancia en la isla?

En la zona donde estábamos olores prácticamente no había, lo que sí había, según soplara el viento, eran las cenizas, que te obligaban a ponerte protección en los ojos, y eso sí es enormemente molesto. Nosotros estábamos alojados en Tazacorte, uno de los pueblos que ha estado confinado, pero no cuando nosotros estuvimos, y en cuanto a los temblores yo no he sentido allí ninguno, porque los más importantes se han producido antes del comienzo de la erupción, y los que hay ahora son sólo en el sur y pocos. Supongo que gente muy sensible sí los notará, pero nosotros no. En cambio, sí que hubo un par de días donde había un zumbido continuo, es como si escucharas un trueno o una tormenta lejana y al final te acostumbras. De repente, y de vez en cuando, había explosiones muy grandes y eso sí te hace pegar un salto, Una noche empezaron a chocar las puertas de mi apartamento a sonar las unas con las otras, y no era corriente, eran explosiones.

 

¿Afectaban esas explosiones a la fauna de la isla?

Se dice siempre que los animales salen corriendo, pero lo hacen dentro de un orden. Supongo que las primeras explosiones, para los pájaros, serían como en cualquier feria de pueblo cuando empiezan a oír los cohetes, que salen volando, pero tengo fotos de las palomas subidas a cables al lado del volcán y sin inmutarse absolutamente nada. E incluso algún halcón cazando y aprovechando la térmica del volcán, así que al igual que los humanos, acaban acostumbrándose al ruido y las explosiones.

 

Los primeros temblores y terremotos continuados fueron los que predijeron que iba a haber una erupción, ¿eso es lo que ha permitido que no haya víctimas humanas?

Sí, efectivamente. En 2017, 2018 y 2020 ya hubo temblores, pero eran a bastante profundidad, entre 15 y 30 kilómetros, y en cambio en este caso día a día fueron subiendo y la víspera de la erupción eran sólo a un kilómetro, y eso indicaba que algo se estaba moviendo y además muy cerca. Años atrás, hubo una crisis en Tenerife en 2004, que parecía que iba a haber una erupción, y desde ese momento se empezó a mejorar la red sísmica, que hasta entonces era muy pobre. Cuando la erupción del Teneguía, de hecho, quien avisó al gobierno español de que estaba notando terremotos fue una estación que tenían los estadounidenses para espiar si pasaban submarinos soviéticos por el Atlántico. Por cierto, el seguimiento de aquella erupción la llevó la Complutense entera, en concreto el profesor José María Fuster y los docentes que estaban con él en ese momento. El catedrático de Universidad de La Laguna, Telesforo Bravo, avisó a Fuster de que algo se estaba moviendo y le recomendó que fueran para allá.

 

¿Ha mejorado entonces mucho la red sísmica?

Sí, sí. Ahora tres años antes de que haya ocurrido lo de La Palma ya nos estaban diciendo que la zona se estaba recargando y que podía pasar en cualquier momento. Los datos nos avisaron de que desde el día 11 de septiembre se pasó de terremotos a 15 kilómetros de profundidad hasta prácticamente la superficie en el momento de la erupción. Los datos no permiten prever, pero sí avisar de cuando está muy próxima una erupción, aunque es cierto que también puede no pasar. En este caso, la red sísmica actual también estaba midiendo deformación, y ya se sabía que la isla se estaba deformando, se estaba hinchando, así que, aunque podría no haber habido erupción había toda una serie de síntomas que la anunciaban. Lo que no se sabía es de donde salía, porque no ha coincidido exactamente donde los terremotos estaban más cerca de la superficie.

 

¿Ha salido entonces en un sitio insospechado?

No exactamente, porque si uno ve las erupciones que ha habido en La Palma en tiempos históricos desde 1585, se ve que esta es casi igual que la de 1949 y ha bajado también hasta el mar. Es un proceso muy parecido a las seis erupciones históricas que conocemos.

 

¿Lo de que se abran muchas bocas en el volcán es también algo normal?

No es sorprendente, puede haber todas las que sean, porque el magma va encontrando una vía de salida y por donde encuentra un camino fácil sale, es como si fuera un sistema de cañerías. Incluso si el cráter crece mucho, en lugar de salir a una determinada altura sale cien metros más abajo porque le resulta más fácil salir al magma. Así que se está comportando como era previsible que lo hiciera.

 

¿Y se puede predecir cuánto va a durar?

No, eso es imposible. Puede ser como el Teneguía que duró 26 días o como algunas de las anteriores que duraron más de ochenta. No va a ser lo mismo la cantidad de lava que salga ni lo que destruya cada erupción, y no se puede saber de ninguna manera cuando va a parar, quizás sólo un par de horas antes. De hecho, el lunes 27 de septiembre paró dos horas y pensamos que quizás se había acabado la erupción, cuando en realidad se estaba recargando.

 

¿Qué trabajo están realizando los complutenses en la isla?

Hemos ido allí ayudando en la parte geológica. El Instituto Geológico y Minero de España (IGME) es el que tiene las competencias en la geología de las erupciones, y nosotros nos hemos incorporado para ayudarles muestreando coladas a diario. La idea sobre el terreno es ver, y opinar desde un punto de vista de geólogos, si las coladas avanzan o van a hacerlo en sitios muy determinados, y luego con el material recogido lo que se hace es analizar la composición mineralógica y química, que nos dirá cosas sobre su viscosidad y sobre si el magma cambia de composición o no. Somos un grupo de vulcanismo de las universidades Complutense y Rey Juan Carlos y ya hemos mandado los primeros informes de composición de las lavas estudiadas con el microscopio al Pevolca de Canarias.

 

Las coladas han destruido muchísimas infraestructuras, como carreteras. ¿Es posible construir encima de ellas o es un suelo que estará caliente mucho tiempo?

No se sabe cuánto tiempo estará caliente, pero calculo que en algunos meses o como mucho un año acabará enfriándose, pero está claro que antes tienen que ir abriendo carreteras y caminos, porque en caso contrario tienen la isla incomunicada. Va a ser trabajoso y probablemente haya que hacer voladuras, pero las infraestructuras hay que mantenerlas para regar los cultivos o para acceder de una parte de la isla a la otra. Hay alguna carretera, eso sí, como la que está más próxima al cráter, que es imposible recuperarla en este momento y ni siquiera dentro de unos años, porque sería peligroso por riesgo de derrumbes ya que es un material muy inestable que habrá que bordear. Con máquinas hoy en día se atraviesan hasta los Alpes, pero sigue sin ser sencillo, porque además el suelo que queda tras un volcán es lo que llamamos en geología malpaís, que es un suelo donde no hay quien camine ni cultive encima. Si se toca es un vidrio muy áspero, y si se frota mucho acabas con cortes como cuando tocas una lámina de papel, así que es intransitable y sólo se puede evitar con obras, que además es de lo primero que habrá que hacer.

 

Y el realojo de las familias afectadas.

Sí, claro, por supuesto. Piensa que cuando hay una inundación una casa se destruye, pero se puede reconstruir, aquí no se puede, no hay quien vuelva a construir y tanto el local como la parcela que tenías ya no los tienes. Hay que realojar, reubicar, hacer casas, lo que sea que deban hacer las autoridades, porque esta es una destrucción total y para siempre, no hay ninguna casa que se quede intacta debajo de la colada. Ha habido algunas, de las que se decía que eran un milagro, porque la colada las había bordeado, pero la mayoría se las ha llevado la siguiente remesa de coladas. Alguna casa habrá quedado, pero no se puede llegar a ella. Quizás el día de mañana, con la recuperación de infraestructuras se podría ofrecer como casa rural en mitad del malpaís, como la casa de César Manrique que hay en Lanzarote, que está en medio de una colada de lava.

 

Ahora se oyen voces que critican la construcción de viviendas tan cerca de un volcán, ¿qué opina usted?

En toda la zona sur de La Palma o construyes o no dejas habitar. Supongo que se calcula el riesgo de una erupción cada cincuenta años y aprovechar ese tiempo para hacer una vida productiva. De todos modos, si se prohibiera construir en todos los sitios donde hay volcanes, Nápoles no existiría, porque está debajo del Vesubio, y ese es uno de los volcanes que si entra en erupción puede provocar un mayor número de víctimas y más daños.