FUNDACIÓN

Juan Luis Arsuaga ha clausurado la primera edición de los Jueves Complutense en San Lorenzo

Juan Luis Arsuaga clausura la primera edición de Los Jueves Complutense en San Lorenzo

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 28 jun 2024 11:58 CET

El 21 de marzo comenzaba la iniciativa Los Jueves Complutense en San Lorenzo, un ciclo de conferencias divulgativas sobre ciencia que ha terminado este 27 de junio con una charla del paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga. La directora de la Fundación Complutense, María Paz García-Vera, ha anunciado que el ciclo se toma un descanso estival, porque en julio comienzan los Cursos de Verano de la UCM en San Lorenzo de El Escorial, pero que los Jueves Complutense volverán con el nuevo curso académico a esta misma sede gurriata del Cuartel de Inválidos y Voluntarios a Caballo.

 

Juan Luis Arsuaga, frente a un salón de actos lleno y entregado, impartió una conferencia sobre las contradicciones del cuerpo humano, un tema que ha tratado en profundidad en algunos de sus libros, en especial Nuestro cuerpo y El primer viaje de nuestra vida.

 

Explica el científico complutense que “el cuerpo humano es apasionante, y lo es porque no ha sido diseñado por un ingeniero, que lo habría hecho perfecto y no tendría contradicciones”. Por el contrario, “somos el resultado de una evolución en la que ha habido muchos intereses diferentes, contrapuestos, de tal manera que nuestro cuerpo es un documento de la evolución. En nuestros genes está toda la historia de la vida, con genes que tienen miles de millones de años, y al mismo tiempo es un documento donde se pueden leer todos los pasos de nuestra larga historia evolutiva, incluyendo nuestro cerebro y nuestra mente”.

 

Entre los ejemplos que puso Arsuaga, a lo largo de su charla, de las presiones de selección que han dado lugar a nuestra especie, están la locomoción bípeda eficiente, un parto lo menos problemático posible, un cerebro grande al nacer, y un gasto energético equilibrado que permita que ese cerebro crezca más para hacernos inteligentes.

 

Todas esas tensiones se resuelven cediendo por un lado u otro. Así para tener una mejor locomoción sobre dos piernas hace falta, como si se tratara de una báscula, que el brazo de la resistencia sea lo más corto posible, con lo que debe estrecharse el canal del parto. Este tiene que encogerse, pero hasta un límite donde el parto sea viable, aunque sea con dolor, teniendo además en cuenta que los humanos, por esa posición bípeda somos los únicos mamíferos que tienen” una trayectoria del parto en ángulo recto y retorcida, porque los diámetros máximos por donde debe pasar el niño no están en la misma orientación todo el tiempo”.

 

Un parto difícil que, de acuerdo con Arsuaga, no compartimos con el resto de especies de homíninos, y que, por tanto, es exclusivo de los homo sapiens. También es cierto que no existen muchas referencias fósiles de una pelvis, ya que la única completa de todo el registro fósil es la encontrada en Atapuerca, de un antepasado de hace 430.000 años.

 

Comparó el conferenciante nuestro cuerpo con el de un neandertal, que era mucho más fuerte, aunque eso no le confería ninguna ventaja, porque necesitaba más energía y además podía correr de manera explosiva, como la mayoría de los mamíferos, pero no podía correr con resistencia, como si hacemos los homo sapiens. Según Arsuaga, estamos preparados para caminar veinte kilómetros al día durante todos los días de nuestra vida, como lo demuestran aquellos que hacen el Camino de Santiago o, mucho antes que ellos, los soldados romanos que recorrían Europa a pie, cargando además con sus pertrechos militares.

 

Esa resistencia nos hace ser unos cazadores natos (o unos maratonianos), no por la fuerza que poseemos, sino por el agotamiento al que llevamos a otros animales que no tienen la capacidad de respirar de manera rápida y descompasada con las zancadas, como si hace nuestra especie.

 

Quiso dejar claro Arsuaga, también durante el turno de preguntas, que “la evolución hace bricolaje, utilizando lo que tiene y lo va modificando”, así como que los cambios evolutivos se producen por presión selectiva, es decir, que una jirafa no se hace más alta para comer de las ramas más altas, sino que la jirafa más alta será la que más coma, la que más viva y la que deje descendientes que hereden sus genes de altura.