FUNDACIÓN
La Escuela Complutense de Verano no fracasa: 25 cursos con 500 estudiantes de más de una veintena de países
Texto: Alberto Martín, Fotografía: Francisco Rivas - 3 jul 2025 14:00 CET
“Algunas propuestas para fracasar mejor”, fue el título de la conferencia con la que el filósofo y director del Círculo de Bellas Artes de Madrid, Valerio Rocco, inauguró este 2 de julio de manera oficial la vigésimo cuarta edición de la Escuela Complutense de Verano. Una cita, “con una solvente trayectoria y un prometedor futuro”, como la calificó su directora, la vicerrectora de Comunicación de la UCM, Natalia Abuín, a la que sus números alejan del fracaso: cerca de 500 estudiantes de más de una veintena de países dan vida a veinticinco cursos que se imparten del 30 de junio al 18 de julio, organizados por la Fundación de la UCM, en distintas facultades del campus de Moncloa.
La inauguración fue presidida por la vicerrectora de Cultura, Deporte y Extensión Universitaria, Isabel García, quien estuvo acompañada por la vicerrectora de Comunicación y directora de la Escuela, Natalia Abuín, y por el rector de la Universidad Estatal de Milagro, de Ecuador, Fabricio Guevara. Esta universidad, que cuenta con alrededor de 100.000 matriculados, ha trasladado a 40 estudiantes a Madrid para asistir a distintos cursos de la Escuela, gracias a un convenio firmado con la UCM. Las profesoras Natalia Abuín e Isabel García resaltaron en sus intervenciones la vocación internacional que tiene la Escuela desde su creación, volcada sobre todo en el ámbito de América Latina, aunque también con presencia en el resto de continentes. Este año, como enumeró Abuín, los países más representados son México, Colombia, Ecuador, Argentina, Perú y Chile.
Natalia Abuín destacó en su intervención la variedad temática de los cursos de formación especializada y alto componente práctico, que componen la oferta de la Escuela este verano. Las Ciencias Sociales son las más tratadas, con propuestas tan diversas como el derecho y la comunicación jurídica, la mediación y gestión de conflictos, la gestión de eventos, la comunicación digital o el emprendimiento, por citar solo algunos ejemplos. Pero el resto de áreas del saber tienen una cumplida representación. En el área de Ciencias de la Salud, con diversos aspectos ligados, entre otros, con el cultivo celular, la neurociencia y la psicopatología; en Ciencias Experimentales, con los últimos avances en Inteligencia Artificial o big data, entre los temas a tratar. Mientras que, por último, cursos sobre oratoria, retórica o la gestión de proyectos culturales, integran la oferta en el área de Humanidades.
“Fracasemos todos juntos hasta la derrota final”
Los asistentes a la inauguración, que llenaron el salón de actos de Odontología, tuvieron también la oportunidad de escuchar la conferencia del profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid, Valerio Rocco, quien desde hace años dirige una investigación europea sobre la percepción del fracaso en la sociedad actual. Rocco, quien en la actualidad es director del Círculo de Bellas Artes de Madrid, fijó como punto de partida de su intervención un hecho, a su juicio, que no admite refutación: “fracasamos mal, no sabemos fracasar”.
Según explicó, las sociedades antiguas no contemplaban el fracaso como en la actualidad, sino que hablaban de derrota, de tristeza, de bancarrota, si era un tema económico. Hoy, en cambio, el mundo, la sociedad, es “exitocéntrica” y el éxito o el fracaso está ligado a lo cuantificable. El éxito social es alcanzar un determinado número de seguidores en redes sociales; el económico, tener un determinado dinero en el banco; y, por ejemplo, el escolar, alcanzar unas determinadas calificaciones. En Grecia esto era diferente: el éxito era alcanzar el “aurea mediocritas”, la dorada mediocridad, es decir situarse en un punto medio en cada aspecto de la vida, ni en el mejor ni en el peor.
Hoy el fracaso se asume, de acuerdo con Rocco y el estudio que dirige financiado con 1,5 millones de euros de fondos europeos –“Para los filósofos un dineral”- de dos maneras: o ocultándolo por vergüenza o exhibiéndolo de manera impúdica. La primera no es positiva por razones evidentes y por un sentimiento de culpa vinculado a la religión. La segunda, cada vez más de moda, anima a fracasar una y otra vez porque es parte del camino, pero sin embargo hay mucha gente que al quedarse sin capacidad de respuesta tras la primera o segunda de esas caída, el sentimiento de “yo no he podido y aquel que fracasó diez veces hasta que triunfó, sí lo hizo”, al final “es tan dañino -afirmó Rocco- como la ocultación vergonzosa”.
Rocco, como los clásicos griegos, apuesta por la vía media, por “aceptar el fracaso como algo que forma parte de nuestra vida de forma necesaria, sin trivializarlo ni ocultarlo, sino aceptándolo”. Eso sí, anima a vivirlo de manera colectiva, a hablarlo, a compartirlo, y a la frase de Samuel Beckett “Fracasa otra vez, fracasa mejor”, de la que se han hecho hasta camisetas, añadir una coletilla final: “Fracasa junto al otro, fracasemos todos juntos, hasta la derrota final”.