CINE

Fotograma de "Arquitectura emocional 1959", con los protagonistas sentados en el "banco de Andrea", de la Facultad de Estadística

La Facultad de Estudios Estadísticos, marco del cortometraje “Arquitectura emocional 1959”, premiado en los Goya 2023

Texto: Jaime Fernández - 15 feb 2023 11:53 CET

“La Ciudad Universitaria, solar de heroísmo, levantó sobre las ruinas de la guerra, la bella arquitectura funcional de sus edificios. Las nuevas juventudes se forman y educan en estas aulas ante un ilusionante porvenir”. Con estas palabras y con unas imágenes del NO-DO comienza Arquitectura emocional 1959, ganador del mejor cortometraje de ficción en los Premios Goya 2023. Enseguida la acción se traslada a la actual Facultad de Estudios Estadísticos de la Universidad Complutense, que nació como Centro de Formación del Profesorado, de la mano del arquitecto Miguel Fisac. Ahí se conocen los dos protagonistas del corto, Andrea y Sebas, y surge una historia de amor que estará mediada por la arquitectura madrileña.

 

En la Facultad de Estudios Estadísticos, los protagonistas se juntarán en el “banco de Andrea” (frente a la A6) y desde allí, a lo largo de ese año, irán evolucionando, especialmente ella, que se convertirá en una burguesa revolucionaria.

 

Escrita y dirigida por León Siminiani, la película es un canto de amor a la arquitectura y al peso que tiene sobre nuestras propias vidas, aunque no nos demos cuenta. Para rodarla, el director ha contado con fondos de diferentes instituciones, entre ellas la Biblioteca Histórica de la UCM y el Archivo General de la Complutense.

 

La línea argumental de la historia es también una línea urbanística diseñada por Secundino Zuazo en la ciudad de Madrid. La protagonista vive en un edificio que el arquitecto diseñó en la calle Antonio Maura, mientras que el protagonista reside en la colonia de viviendas para empleados de la EMT que Zuazo diseñó para ubicarla al final del Paseo de la Castellana. El arquitecto tiene otros muchos edificios emblemáticos en la ciudad, como la Casa de las Flores, el complejo de Nuevos Ministerios o el Palacio de la Música, en la Gran Vía, lugares por donde también transitan (de refilón) los personajes del corto.

 

Siminiani plantea la importancia que tiene la arquitectura sobre las emociones, aunque la mayoría de las personas sean ajenas a su significado. De hecho plantea, casi como una certeza, que ninguno de los dos protagonistas sabe que vive en edificios diseñados por el mismo arquitecto, aunque estén hechos con “espíritu, lenguaje y objetivos” diferentes.

 

El resultado es una película muy original, por la manera en la que está narrada (usando mapas, imágenes antiguas, infografías, prácticamente toda con voz en off…), en la que la Facultad de Estudios Estadísticos y la Ciudad Universitaria se lucen para enmarcar una historia de amor.