LIBROS

Cristina Larroy García y Francisco José Estupiñá con el libro “Problemas psicológicos en jóvenes universitarios. Guía práctica para padres, profesores y estudiantes"

Los responsables de la Clínica Universitaria de Psicología y de PsiCall publican un “botiquín de primeros auxilios psicológicos”

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 22 feb 2021 10:59 CET

Cristina Larroy García, directora de la Clínica Universitaria de Psicología, y Francisco José Estupiñá, coordinador de PsiCall UCM, son los responsables del libro “Problemas psicológicos en jóvenes universitarios. Guía práctica para padres, profesores y estudiantes. La guía surge a partir de las experiencias que tienen en el servicio PsiCall UCM, donde llaman estudiantes, pero también muchos padres y profesores intentando que les den solución a lo que ven en sus hijos o en sus estudiantes. Este libro quiere darles indicaciones para que sepan un poco qué tienen que hacer en los primeros momentos, es decir, que funcione como “un pequeño botiquín de primeros auxilios psicológicos”.

 

Lo primero que quieren dejar claro los responsables del libro es que, como cualquier botiquín, “no sustituye al profesional, en este caso el psicólogo, porque no se le puede sustituir, pero permitirá saber que se puede hacer y, sobre todo, qué no se debe hacer en un primer momento”. Explican que la mayoría de las veces las personas, con la mejor intención, hacen cosas que no están en absoluto indicadas, como por ejemplo, “si hay una persona con depresión se le suele decir que no esté triste, que no importa, que ya verá como todo se arregla… Son expresiones muy habituales, pero no ayudan, al revés, pueden empeorar el problema”.

 

Según José Estupiñá, esto es así porque “muchas veces la gente cuando se encuentra con un fenómeno emocional que les parece que está desbordando a alguien, lo que quieren, muy rápidamente, es instruir a esa persona para que deje de hacer lo que está haciendo. Si nos encontramos a alguien, por ejemplo, con un ataque de pánico y si pudiéramos traducir y resumir todo lo que le dice el que quiere ayudar a esa persona es simplemente ‘no tengas un ataque de pánico’, y eso no funciona, porque lo prescriptivo, el decirle al que está triste que no lo esté, el decirle al que está nervioso que no lo esté, a pesar de que muchas veces sea la primera reacción de ayuda que a todos se nos ocurre, es algo que no es productivo”.

 

Lo más productivo, de acuerdo con Cristina Larroy García, es “una actitud de escucha, de acompañamiento, de quedarse con la persona que lo está pasando mal, más allá de empujar y meter más presión a esa persona que ya está sintiéndose bastante presionada. Acompañar consiste más en ofrecer que en ordenar”.

 

Para ayudar en ese acompañamiento efectivo, el libro incluye cuadros de qué hacer y qué no hacer, en función de que si quien identifica el problema es una persona externa o es el propio afectado, porque las actuaciones son distintas. De ese modo los propios estudiantes pueden tener un recurso si en un momento dado se ven en cualquiera de los casos que se describen en el libro.

 

Conocimiento acumulado

Estupiñá explica que la casuística que les puso a trabajar en esta guía es la de esos profesores que llaman y trasladan problemáticas de lo más variadas, “desde la profesora que te llama porque tras un examen tiene un estudiante con un ataque de pánico, al profesor que te llama muy preocupado porque está viendo cómo uno de los estudiantes tiene comportamientos que le resultan muy anómalos, como tener reacciones emocionales que no entiende, la impresión de que habla solo y otras cosas que no sabe muy bien cómo abordar”.

 

Es verdad que uno de los puntos fundamentales que incluyen todas las áreas que se valoran en la guía es la recomendación de que se pongan en contacto con alguna forma de ayuda especializada. Y si estás en la Complutense, contacta con PsiCall, pero es verdad que puede haber muchas situaciones en las que no haya margen para esa ayuda, u otros ámbitos en los que no haya ese tipo de soporte y en las que una persona que ni tiene, ni debe porque tener, una formación, se vea en la primera línea de un escenario de necesidad psicológica de un estudiante.

 

Por tanto, la idea es, fundamentalmente, que “tenga nociones básicas que ayuden a que esa situación se navegue con éxito, entendiendo que eso no quiere decir que un profesor universitario sea capaz de tratarlo, pero sí que sepa que es lo que conviene hacer y que es lo que no conviene si tiene la impresión de que un estudiante está teniendo, por ejemplo, un ataque de pánico.

 

Larroy García coincide en que es parar el primer golpe, porque la gente no tiene porque tener preparación, así que “la gente hace lo que cree que es correcto, lo que ha oído que es correcto y en lugar de ayudar el estudiante se puede sentir más solo, más aislado, más incomprendido. Y eso puede prolongar el problema”.

 

De acuerdo con Estupiñá, prácticamente de todas las situaciones que se comentan en el libro, se puede pensar en ejemplos que se han dado en el PsiCall, pero la guía no es la experiencia únicamente de ese servicio de la Complutense. Es decir, no se basa en que se haya atendido a muchas llamadas y ya se sepa lo que hay que hacer, sino que “se toman las decisiones que se toman, porque hay detrás todo el conocimiento acumulado de la psicología clínica como disciplina aplicada y con un afán empírico”. En PsiCall se trata de acercar a la gente recomendaciones que tengan apoyo y aval empírico, que estén bien contrastadas en términos de eficacia y efectividad, y “eso es lo que se trata de trasladar en esta guía a docentes, padres y estudiantes, pero pasado por el filtro de conocer a la población y de ver cuáles son las casuísticas que resultan más probables y como, en un momento dado, se pueden acercar las recomendaciones a las personas que se encuentran en esa situación”.

 

No sólo universitarios

Según Larroy García, el libro, que parte tanto de la bilbliografía como del trabajo que se lleva haciendo en la Clínica desde hace 22 años y en PsiCall desde hace cuatro, no es sólo para los jóvenes universitarios que aparecen en el título, sino que realmente muchos de los problemas que se abordan se pueden trasladar a la población adolescente. Estupiñá opina que el hecho de que el título lleve lo de jóvenes universitarios tiene mucho que ver con la perspectiva inicial, pensando en el personal de la UCM, pero es verdad que “muchos de los contenidos son perfectamente extrapolables a otros muchos ámbitos, por ejemplo, los estudiantes de Formación Profesional y que están en el mismo rango de edad pueden tener el mismo tipo de problemáticas”.

 

Larroy García y Estupiñá han sido los coordinadores, los compiladores de los diferentes textos que aparecen en el libro, pero el equipo de trabajo ha sido muy amplio, formado por profesionales de la Clínica y del PsiCall. Muchos de los becarios de la Clínica luego pasan a PsiCall, que “tiene la ventaja de poder contar con algunos de los egresados de la Clínica, que vienen con dos o tres años de prácticas supervisadas, así que a pesar de ser gente joven tienen trayectorias muy sólidas”. Cuenta Estupiñá que, por tanto, “tienen una perspectiva de primera mano del fenómeno del que hablan, porque la mayor parte de ellos han trabajado en los servicios de la Complutense, y además muchos tienen una educación muy profunda sobre los temas de los que están hablando”.

 

Más allá de la COVID

El libro iba a aparecer en el año 2020 y se paró por el confinamiento, así que no incluye casos concretos que tengan que ver con la pandemia. Según Estupiñá esta es una guía más estable y más permanente que lo que es una pandemia, “que todos esperamos que el año que viene ya no sea más que un recuerdo y estemos en una situación distinta”.

 

Eso no quiere decir que los profesionales de la UCM hayan dejado de lado su trabajo durante la pandemia, de hecho, durante el confinamiento, al tener que cerrar la Clínica se puso en marcha el servicio PsiCall COVID, que ofrecía atención psicológica, no sólo a los estudiantes, sino también a todos los miembros de la Complutense y a sus familiares directos.

 

De acuerdo con Estupiñá, durante el último año se han llevado a cabo otras acciones relacionadas con el coronavirus, como una guía psicológica de intervención con población general, orientada a profesionales. Larroy García apunta que hay una guía para el abordaje de problemas psicológicos de forma telemática para profesionales, y también unas píldoras de autoayuda para la población general, que se pueden consultar en la página web de la Clínica. De hecho, “lo que se utilizó en el dispositivo que organizó el Consejo General de la Psicología junto con el Ministerio de Sanidad, partió en parte de esos protocolos que se hicieron en esa guía”.

 

Terapia telemática

Durante gran parte de la pandemia el servicio que se ha podido prestar ha sido sólo a través de medios telemáticos. Estupiñá reconoce que la experiencia que tienen en el PsiCall, y lo que sugiere la literatura científica que se estudió para ver la viabilidad del servicio, es que “se puede realizar un acompañamiento efectivo a alguien a través del teléfono o de otros medios tecnológicos, aunque es verdad que hay que saber aprovechar ese canal”.

 

Larroy García tiene claro que hay que saber manejarlo, porque en caso contrario se pierde mucha información. “Lo que deben hacer los psicólogos es la escucha activa, que no es sólo poner la oreja, sino poner en marcha una serie de señales que le indican a la otra persona que la estás escuchando, evitándolo al otro la sensación de que te has ido”. Por ello, en PsiCall se hace una formación para este tipo de actuación específica para llamadas, correos y videoconferencias, lo que hace que las terapias on line funcionen bastante bien, siempre y cuando estén basadas en métodos que estén validados empíricamente, es decir, que tengan una consistencia y un respaldo científico detrás. Pero, como explica la directora de la Clínica, “es igual que las terapias presenciales, que funcionan de verdad las que tienen un apoyo científico y se han probado”.