CURSOS DE VERANO
Michelle Bachelet tiene claro que no hay democracia sin derechos humanos, ni desarrollo sin las mujeres
Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 21 jul 2023 12:47 CET
La ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet, quien también fue alta comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas y directora ejecutiva de ONU Mujeres, ha participado en la jornada de clausura del curso “75 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Retos pendientes”. A lo largo de su charla trató muchos temas, desde la guerra de Ucrania a los sesgos de género en la programación informática, aunque sus palabras se centraron básicamente en la necesidad de prestar atención y fomentar los derechos humanos de las mujeres para conseguir una igualdad de género real a nivel mundial, algo que históricamente ha estado lejos de conseguirse, pero que es posible, porque, aunque “no podemos cambiar el pasado, el presente y el futuro depende de todos”.
Ha recordado Michelle Bachelet que la Declaración de los Derechos Humanos, que surgió tras dos guerras mundiales para intentar que no se repitiese algo como eso, refleja “ciertos acuerdos básicos de igualdad, libertad y justicia, como valores que impulsan a una sociedad. Por naturaleza son universales, pero hay muchas personas que no tienen atención sanitaria ni derecho a voto ni libertad de expresión, ni respeto mutuo…”.
En estos 75 años, de acuerdo con Bachelet, se ha visto que, en el contexto mundial, el colectivo más afectado por la falta de derechos humanos es el de las mujeres, “que son víctimas, en muchas más ocasiones que los hombres”. De hecho, el último informe sobre la mujer en el mundo, publicado este mismo mes de julio de 2023 afirma que ningún país ha alcanzado plenamente la igualdad de género y que “más del 90% de las mujeres viven en países con falta de empoderamiento y una gran brecha de género”. Eso no impide, eso sí, que la Declaración siga siendo un instrumento útil, “al menos como un llamado a la conciencia” que permita reducir las brechas que son “injustas y perjudican el avance humano”.
Ha rememorado también Bachelet que, en 2019, ciudadanos de 80 países salieron a protestar por la gran decepción que sentían por sus sistemas políticos y económicos que no daban respuesta a las necesidades de la sociedad. Llegó entonces la pandemia que “desnudó todas las desigualdades existentes y las exacerbó, y señaló además que muchos países habían dejado la salud pública en mala situación”.
Aquella fue una crisis económica y social que implicó dificultad en el empleo y las mujeres fueron las más perjudicadas, efectos que se siguen notando, “aunque en España han conseguido salir bastante bien, pero en otros países, sobre todo de América Latina, Asia y África, ha supuesto 10 años de retraso de desarrollo”.
Otra consecuencia de la pandemia fue el crecimiento de movimientos negacionistas contra las vacunas, el cambio climático o los ODS, que se consiguieron con “un esfuerzo brutal tras llegar a un acuerdo internacional, así que sería dramático que hubiera un retroceso”. Tiene claro Bachelet que “no hay democracia sin derechos humanos”, pero por desgracia con la COVID-19 se dejaron de lado muchos esfuerzos que se estaban haciendo para frenar la tuberculosis, el sida, el número de mujeres víctimas de violencia… “No sólo se enlenteció el proceso, sino que además generó un retroceso importante en la consecución de los ODS así que ahora estamos más lejos de conseguirlos, pero eso implica que en lugar de abandonarlos habría que incidir más en ellos”.
Bachelet presenta una situación internacional en la que se conjugan diferentes crisis planetarias como el cambio climático, la pérdida de la diversidad y la polución. A eso hay que sumarle la aparición de grupos extremistas, que aprovechan esa situación de pobreza y falta de recursos, y un cuarto componente que es “la invasión de Rusia a Ucrania, que era algo impensable y que ha tenido un impacto muy importante en el resto del mundo. Este es el contexto que hace que los derechos humanos puedan ser tan fácilmente incumplidos”.
Reconoce que a pesar de todo lo expuesto, se ha avanzado bastante en la igualdad, aunque todavía hay “200 millones de niñas que sufren ablación, hay muchas menores casadas a la fuerza aunque en sus países esté prohibido por ley, y también las niñas tienen dificultad en su acceso a la educación y la brecha digital es enorme”.
Para ir avanzando hacia una sociedad más justa que aproveche “la mitad del potencial en el cambio del mundo”, han sido claves las activistas, pero no es suficiente tener mujeres pioneras, que siempre las ha habido, hace falta que la excepcionalidad no sea el camino para las mujeres”.