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Álvaro Martín posa, con la beca de graduado entre sus manos, ante el mural que le ha dedicado la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología

Políticas homenajea a su graduado y campeón olímpico, Álvaro Martín

Texto: Alberto Martín, Fotografía: Jesús de Miguel - 5 dic 2024 11:16 CET

Cuenta Álvaro Martín Uriol, campeón olímpico el pasado verano en los Juegos de París, que su madre le “echó una buena” cuando tras ganar en 2023 los campeonatos del mundo de 20 y 35 km marcha, en las entrevistas que le hicieron en vez de “vender” sus grandes cualidades deportivas para captar algún patrocinador -tan necesario para quienes practican deportes minoritarios- prefirió ensalzar como sus grandes logros sus títulos universitarios en Ciencias Políticas y Derecho. “Siempre he pensado que el deporte debe utilizarse como una herramienta social. Ayer en la gala de premios del As, mientras veía a Topuria, que ahora es muy popular entre los jóvenes, pensaba: ojalá dijese que está leyendo un libro”.

 

El primero de esos dos títulos universitarios de los que presume Álvaro Martín, lo cursó en la Universidad Complutense, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. Jesús Sanz, profesor en ella de Antropología Social, conoció ese dato precisamente leyendo una de las entrevistas a las que se refería el marchador que le hicieron tras sus triunfos en el mencionado Campeonato del Mundo de Atletismo de 2023. Cuando un año después, en París, Álvaro ganó la medalla de plata en la prueba de 20 km y se proclamó campeón olímpico en el relevo mixto junto a su compañera María Pérez, el profesor Sanz tuvo claro que la Facultad debía homenajear a su estudiante.Los profesores también admiramos a nuestros estudiantes”, resalta la vicedecana de Estudiantes, Elisa García, a quien el profesor Sanz elevó su propuesta. “Tanto Elisa como Esther, la decana, desde el primer momento apoyaron la idea y aquí estamos”, resume el profesor Sanz, primero en intervenir en el “Homenaje de la Facultad a su graduado Álvaro Martín” celebrado este 4 de diciembre.

 

Álvaro Martín ha conseguido compaginar su carrera deportiva al máximo nivel con los estudios. Por supuesto, le ha supuesto mucho trabajo, esfuerzo y fuerza de voluntad, pero no solo cree que le ha merecido la pena, sino que es “algo sobre lo que siempre he tratado de hacer pedagogía entre mis compañeros”. Los deportistas de alto nivel, como recordó en el homenaje la vicerrectora de Estudiantes, Rosa de la Fuente, tienen un cupo reservado para acceder a estudios de grado, máster y doctorado, que en muy pocas ocasiones se cubre. En concreto, según informó, este año en la UCM hay matriculados 251 deportistas de alto nivel tanto con discapacidad como sin ella; la mayoría en el grado, bastantes menos en Máster y muy pocos en Doctorado. Aquí la brecha de género es inversa: son menos los deportistas de elite masculinos que cursan estudios universitarios. “Es cierto, yo conozco a varias doctoras, pero chicos la verdad es que hay muy pocos, y es algo en lo que hay que trabajar para cambiarlo, al igual que es importante que los estudiantes hagan más deporte, no ya de alta competición, sino de base”, señaló el homenajeado en coincidencia con lo indicado momentos antes por la propia decana de la Facultad, Esther del Campo: “No hacemos lo suficiente para que el deporte esté presente en los centros universitarios. Tenemos que ser capaces de transmitir a los estudiantes que el deporte tiene que ser una parte sustancial de su vida”.

 

Álvaro Martín, como él mismo recordó, durante su paso por la UCM se acogió al programa para deportistas de élite que mantiene la universidad, pero “la verdad es que pedí muy pocas cosas”. Tanto le costaba solicitar adaptaciones que le facilitaran compaginar sus dos actividades, que aún recuerda como en una ocasión para no perder clases decidió ajustar al máximo un viaje para competir en una copa del mundo en México, en Monterrey, volando un viernes y volviendo el domingo nada más terminar la prueba. “Cuando aterricé el lunes vi que me daba tiempo ir a clase, pero por el jet lag, aunque lo intenté, no pude evitar quedarme dormido en la clase. El profesor al verme dijo: Parece que a algunos les dura la resaca del fin de semana”. Cuando terminó la clase, Álvaro se disculpó ante su profesor, pero, por supuesto no le explicó los motivos de su cansancio. “Pensé que si le decía que venía de México iba a ser peor”, recordó entre risas.

 

Ya retirado de la competición, Álvaro Martín está este año complementando su formación con un doble máster jurídico y cursos de inglés. El poco tiempo que le queda se lo dedica a su familia, a su pareja -también presente en el acto- y a, siempre que le es posible, utilizar el deporte como herramienta social. Como explica, de su paso por Políticas, además de un título, se llevó otras muchas enseñanzas que intenta aplicar en su día a día. La principal, tratar de “hacer siempre lo correcto”. Eso, señala, que le ha hecho ser un deportista bastante “follonero”, asambleario y muy reivindicativo. “Hasta el 7 de septiembre cuando me retiré a lo grande, no me importó tener un enfrentamiento con un político de mi tierra simplemente porque hice lo que creo que es correcto”. Hablando de su tierra, Álvaro presume de ser de pueblo, en concreto de Llerena, en Badajoz, cuyo alcalde, Daniel Lara, no quiso faltar al homenaje para manifestar una vez más el orgullo que sus 6.000 habitantes sienten por su ilustre paisano. “En el pueblo le hemos hecho un mural y le hemos dado su nombre a una calle; ya solo nos falta hacerle una estatua”, resumió a la vez que destacaba sus valores humanos, muy por encima, incluso, de los deportivos.

 

El homenaje concluyó con varias sorpresas. La primera, un improvisado acto de imposición de beca de graduado de la Facultad, dado que, como recordó, no pudo asistir a su propio acto de graduación al coincidirle entonces con una competición. La segunda, el mural que la joven artista Julia Gómez ha realizado en la parte trasera de la Facultad al deportista, en el que se repasa su trayectoria académica y deportiva, desde que salió de su pueblo hasta que leyó su TFG sobre la revolución campesina en Extremadura en 1936, y desde que a los 16 años viajó a Madrid para instalarse en el Centro de Alto Rendimiento Deportivo hasta que subió a lo más alto del podio olímpico en París. “Esto ya es demasiado”, acertó a señalar un emocionado Álvaro Martín.