CULTURA

El profesor David Llorente, en la Facultad de Bellas Artes

El profesor David Llorente, de Bellas Artes, lleva a Coslada la belleza escultórica de la lengua de signos

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 24 oct 2024 14:36 CET

Desde que estudió el grado de Bellas Artes y en la asignatura de Fundamentos de Escultura tuvo que modelar su propia mano, el ahora profesor David Llorente, del Departamento de Escultura y Formación Artística, le vio un gran potencial plástico a nuestras extremidades. Potencial que se enriquece con el movimiento que se genera cuando las manos hablan en lengua de signos, lo que para Llorente “las convierte en ritmo puro, en una escultura en el aire”. A raíz de aquel descubrimiento, en el año 2018 puso en marcha un proyecto en el ámbito docente que relaciona escultura y lengua de signos, y que todavía continúa realizando con sus alumnos. Cuando en diciembre de 2023 desde el ayuntamiento de Coslada le propusieron hacer una escultura, para ubicarla en el entorno de la concejalía de Igualdad y Diversidad, no dudó en que tendría que ver con la lengua de signos y con esa capacidad que tiene de convertirse en escultura.

 

La escultura muestra dos manos haciendo el signo de igualdad a una escala de dos metros y medio, en el que ha sido su trabajo más grande hasta la fecha, después de una escultura dedicada a las bordadoras que embellece Colmenar Viejo, municipio en el que David Llorente tiene su taller.

 

Explica el profesor que para la escultura de Coslada ha partido de un modelado a escala natural de las manos, que luego una empresa ha ampliado en 3D. Esa ampliación en poliespán volvió a su taller y a partir de ella la modeló en plastilina blanca, lo que quedaba “súper sutil, con una luz muy bonita, era como una escultura clásica de escayola, o la típica que reconocemos como el mármol blanco, y ese segundo modelado a dos metros es el original, porque ahí se cambian muchas cosas, ya que al ampliar tienes que prever ciertos aspectos que a escala natural quedan muy bien, pero no funcionan en tamaño tan grande”.

 

A partir de ese original en gran tamaño se sacaron los moldes para la producción en bronce que dieron lugar a la escultura que ya se puede ver en Coslada en el cruce de las calles Argentina y Colombia.

 

David Llorente no utilizó unas manos cualquiera para su modelo, sino que son las de César, el hijo con síndrome de Down de un amigo suyo y cuyas manos desde pequeño le parecieron “preciosas” al artista. De acuerdo con él, “tienen una fuerza y una delicadeza muy especiales, y además permiten reforzar la idea de igualdad de través de unas manos diversas”.

 

Cuenta que “fue una experiencia muy bonita tener al chaval en el taller” explicándole cómo se decía igualdad en lengua de signos para sacar de ahí el molde que luego Llorente ha interpretado, ha “idealizado, porque cada persona le da una movilidad diferente, algunos ponen las manos muy rectas al hacer el signo mientras que otros mueven las manos una contra otra ligeramente, con giros, casi como una cadencia musical que se ha querido llevar a la escultura”. De acuerdo con él, eso permite “transmitir un homenaje a la igualdad pensada de una manera universal, holística, es una igualdad global, inclusiva”.

 

Las esculturas, a diferencia de otras artes como el cine o la pintura, no exigen una mirada frontal, sino que permiten girar alrededor de la obra, aunque en un caso como este, en el que existe una perspectiva concreta en la que se puede ver exactamente el signo representado, Llorente ha buscado una solución artística. Tras conseguir colocarla en el sitio exacto en el que él quería, considera que, al ir girando en la rotonda, y gracias a que la referencia es una mano muy expresiva, se ha conseguido que haya “vistas con mucha fuerza, mucha potencia, mientras que otras son más sutiles, de ritmos musicales marcados por la caída de los dedos, así que van saliendo percepciones distintas, pero siempre muy interesantes”.

 

Añade el profesor que en su proyecto de investigación con estudiantes ha logrado hacer instalaciones escultóricas con manos colgadas en movimiento que dan lugar a discursos “integradores, sociales y libres”. Algunas de ellas se han podido ver en la primera Semana de la Diversidad de Bellas Artes; en un homenaje a María Zambrano en el paraninfo de Filología y Filosofía, o en un taller libre en San Lorenzo de El Escorial, donde se hizo un guiño a la movida madrileña”. Siempre con esa idea en mente de que “la escultura otorga movimiento, musicalidad y poética”.