DOCENCIA

Las profesoras, junto a varios de los estudiantes que han participado en este ApS

La metodología ApS lleva a 60 estudiantes de Farmacia a impartir talleres sobre medicamentos, ITS y drogas a alumnos de ESO y FP

Texto: Alberto Martín, Fotografía: Jesús de Miguel - 24 abr 2024 11:16 CET

Sesenta estudiantes de la Facultad de Farmacia se han formado y han impartido este curso talleres sobre uso de medicamentos, prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS) y peligros de las drogas de abuso, a alumnos de Educación Secundaria y Formación Profesional de cinco centros de educación madrileños. Lo han hecho a través del proyecto de Aprendizaje Servicio (ApS) “Educación en relación con el medicamento y las drogas de abuso en población juvenil”, uno de los 68 que se están desarrollado en la Universidad Complutense durante este curso, que desde hace tres cursos permite a los estudiantes no solo aprender ellos, sino también entrar en contacto con la sociedad.

 

Las profesoras del Departamento de Farmacología Aránzazu Bocanegra, Alba Garcimartín y Ana García, dirigen -con la colaboración de 14 profesores y doctorando, entre los que se encuentran las profesoras Elena González y Marina Hernández y la doctoranda Rocío Redondo- este ApS que este curso ha cumplido su tercera edición. Como explican, el proyecto surge de otros dos anteriores, liderados por las profesoras Elena González y Marisol Fernández, desarrollados junto al Ayuntamiento de Coslada en varios centros de mayores. “También eran sobre uso de medicamentos, pero veíamos que ya llegábamos un poco tarde tanto para “educarlos”, ya que ya estaban acostumbrados a una determinada utilización de los medicamentos, como por ejemplo a concienciarlos sobre el reciclaje de los medicamentos no usados cuyo destino es el punto SIGRE”, comenta la profesora Alba Garcimartín.

 

Esa experiencia previa con personas mayores sirvió de referencia a las profesoras para presentar a la convocatoria anual de proyectos ApS que lanza la Universidad desde 2021, el actual proyecto ya dirigido a población juvenil. La primera edición, en el curso 2021-22 se desarrolló también en Coslada, en cuatro institutos del municipio con estudiantes de último curso de ESO, mientras que los dos siguientes, por motivos logísticos, se han impartido en cinco centros educativos de Madrid, más próximos a la Facultad de Farmacia. 

 

En la Facultad, como explica la profesora Aránzazu Bocanegra el proyecto se abrió a los estudiantes de las asignaturas Farmacología General, Farmacología y Farmacoterapia y Toxicología, quienes se inscriben de manera voluntaria. “Los tres años se han inscrito una media de 60 estudiantes. Desde el año pasado, su realización lleva asociada créditos. El año pasado uno y este, dos”, informa la profesora. En total han participado en el ApS alrededor de 180 estudiantes durante los tres cursos que se lleva organizando, en los que han impartido talleres a más de 640 alumnas y alumnos de FP y ESO de los nueve institutos y centros que han participado en el proyecto.

 

A comienzo de curso, como explica la profesora Ana García, en todas las clases de las señaladas asignaturas se explica en qué consiste el proyecto y las tareas a realizar. Ya con los voluntarios se lleva a cabo un primer seminario de formación, en la que los alumnos tienen que elaborar un cuestionario con preguntas “que vamos a pasar después en los institutos para evaluar su conocimiento inicial en las materias de los tres talleres, y -continúa explicando la profesora García- nos sirve de guía para diseñar los talleres teórico-prácticos en relación con esos desconocimientos”. Este primer seminario -que este curso fue impartido por la profesora de Estadística María Luisa de la Cruz, se les conciencia de la importancia de la encuesta, de la trascendencia de los datos o de cómo extraer conclusiones de ellos. Este primer seminario se complementa con otros ya centrados en los contenidos específicos de los talleres que se van a impartir en los centros escolares. A las sesiones acuden profesionales del SIGRE para dar información detallada sobre el reciclaje de medicamentos y agentes de la Policía Científica para hablar sobre las drogas de abuso. En los seminarios ya se va elaborando el contenido concreto de cada taller y se llevan a cabo ensayos.

 

Como informa Alba Garcimartín, los estudiantes se forman para impartir alguno de los tres talleres. El más general es sobre el uso racional de medicamentos y cómo desechar en el punto SIGRE. El segundo trata sobre infecciones de transmisión sexual, “por el repunte tan elevado que hay ahora en el contagio”, y brinda información sobre los métodos anticonceptivos, “por supuesto los de barrera, haciendo hincapié en que son los único válidos para evitar ITS; los hormonales, para que de cara al futuro puedan hacer una elección informada, y también sobre la píldora del día después, que es un tema sobre el que hay un gran desconocimiento y que lo están utilizando casi como un método anticonceptivo de rutina, más que como algo que sea una emergencia. El tercer taller -continúa detallando la profesora Garcimartín- va encaminado a drogas de abuso, para que conozcan los efectos que provocan en el organismo y se conciencien de los riesgos y consecuencias”.

 

Los estudiantes de Farmacia se distribuyen en los talleres según sus preferencias y también de las necesidades, ya que son los centros escolares los que marcan cuántos talleres son necesarios en cada uno de ellos. Así, como comenta la profesora Garcimartín, el primer año, cuando se impartió en cuatro institutos de Coslada -IES Manuel de Falla, IES Luis García Berlanga, IES Rafael Alberti e IES Miguel Catalán-, fue sencillo de organizar porque todos los centros quisieron dos sesiones de cada taller, los otros dos años ya en Madrid las solicitudes han sido más dispares, ya que hay centros -entre los que se encuentran el IES Isaac Newton, el Centro de Formación Profesional González Cañadas y el IES Ciudad de los Poetas-  que unos imparten FP básica, otros FP media y otros ESO. Cada taller dura cincuenta minutos y consta de una única sesión.

 

Para ayudar tanto en la organización y logística, como a sus propios compañeros, desde el pasado año se ha incorporado la figura del “mentor”, estudiantes que participaron en el proyecto el curso anterior y que quieren echar una mano y aportar su experiencia para que sus compañeros vayan más preparados ante lo que se van a encontrar en los centros. Pablo y Esther son dos de los seis “mentores” que han participado este curso en el ApS. Pablo, que participó en el taller de ITS, destaca la dificultad de adaptarse a un “público” tan variopinto. “No es lo mismo hablar para chicos de FP básica que para los de cuarto de la ESO. Necesitas llegar a ellos de diferente manera.  La experiencia me ha enseñado a adaptar el lenguaje y la información al público objetivo, y ahora poder orientar a nuestros compañeros. Somos el camino intermedio entre profesores y estudiantes, gestionamos la logística y a veces la democracia, que es una pesadilla”, bromea.

 

Esther, por su parte, participó el curso pasado en el taller de uso racional de medicamentos. “Me apunté porque me gusta el tema de la divulgación. Es muy bonito porque al final en la carrera adquieres unos conocimientos que piensas que son muy fáciles de asimilar y explicar hasta que se lo tienes que explicar a chavales de 16 años. Es una forma muy buena no solo de repasar los conocimientos sino de aprender a explicarlo de forma sencilla. Fue una experiencia muy buena y vi que la labor de los mentores que tuve entonces era muy importante. Esa experiencia previa ayuda un montón. Que te diga un compañero cómo hacer mejor las cosas ayuda mucho, es distinto. Es muy bonito como mentor ir guiándoles, ver cómo hacen los ensayos y recomendarles cosas”.

 

La intención de las tres profesoras es continuar con el proyecto los próximos cursos, aunque la logística les exige un gran esfuerzo. Una posibilidad sería que fueran los estudiantes de los centros escolares los que se acercaran a la Facultad a recibir los talleres, pero tampoco, como apunta la profesora Bocanegra, es fácil de organizar por parte de los centros y muchas veces “ya quieren aprovechar para realizar alguna otra actividad en la Facultad, lo que aún nos dificultaría más la organización”. No obstante, es una posibilidad que está abierta y que, de hecho, ya ha sido llevada a cabo con un colegio con motivo de la última Semana de la Ciencia. “Lo cierto -continúa Aránzazu Bocanegra- es que los institutos quedan muy contentos. De hecho, en Coslada nos siguen pidiendo que volvamos y los de Madrid están muy satisfechos también. Hemos ampliado, pero es complejo y quizá nos desborda un poco. Por ganas no es, pero no es fácil de manejar, ya que es un extra”.

 

También los estudiantes de Farmacia están satisfechos con la experiencia. “La visión del alumno que participa -habla la profesora Ana García- es que se sienten muy bien. Preparan el taller sin saber muy bien cómo va a funcionar todo, pero luego el hecho de ponerse en el rol de profesor y ver cómo “sus alumnos” quedan satisfechos, les enriquece mucho y ven incluso la transcendencia que tiene estudiar una carrera”. “Coges empatía por tus profesores. Los chavales preguntan un montón y piensas: Qué bien, se han enterado de algo. Y te das cuenta de que a tus profesores también les gusta que les preguntes. Es trasformador para todos. Ellos cogen conocimientos y a nosotros nos hacen tener otro punto de vista”, señala Esther, la estudiante que este año ha ejercido de mentora de sus compañeros.