IGUALES
Belén Nogueiras García, ganadora del primer Premio Mejor Tesis Doctoral de Feminismo y/o género de la UCM
Texto: Marta Reig González - 18 may 2022 12:36 CET
Belén Nogueiras García ha recibido este 18 de mayo el Premio a la Mejor Tesis Doctoral de Feminismo y/o género de la UCM, convocado por la Delegación del Rector para la Igualdad, la Unidad de Igualdad y el Consejo Social de la Complutense. El acto de entrega de la primera edición de este premio se ha celebrado en el Pabellón de Gobierno de la Universidad y ha contado con las intervenciones de Isabel Tajahuerce Ángel, delegada del Rector para Igualdad, de Luis Suárez de Lezo, vicepresidente del Consejo Social, y de la directora de la Unidad de Igualdad, Magdalena Suárez Ojeda, en su calidad de secretaria del jurado.
La delegada Isabel Tajahuerce ha recalcado que este premio nace con la intención de que “la investigación en feminismo sea visible en la Universidad y fuera de ella” y ha agradecido al Consejo Social su apoyo económico. “Muchas personas e instituciones te apoyan de manera “teórica”, pero es muy de agradecer que el Consejo Social, sin dudarlo desde el primer momento, haya brindado su apoyo y puesto un dinero, que es muy importante para estas cuestiones”, afirmó la delegada del rector para Igualdad.
A esta primera edición se han presentado -según informó Magdalena Suárez- siete tesis doctorales de diferentes disciplinas –“hemos echado en falta alguna del área científica”-, todas ellas de “gran calidad técnica, metodológica y conceptual”. Finalmente, el jurado se decantó por unanimidad por conceder el premio al trabajo “La teoría feminista aplicada al ámbito de la salud de las mujeres: discursos y prácticas (España, 1975-2013)”, realizado por Belén Nogueiras en el programa de Doctorado del Instituto de Investigaciones Feministas y dirigido por la profesora Luisa Posada.
Como ha puesto de manifiesto en su tesis, Belén Nogueiras entiende la salud como una herramienta fundamental para alcanzar la igualdad, es feminista, psicóloga y ha trabajado en el Observatorio de la Salud de las Mujeres. Ha dedicado su vida laboral a entender de dónde vienen los malestares de las mujeres y a construir sistemas de atención pública con perspectiva de género. Con esta investigación argumenta que el feminismo es la vía para que la atención sanitaria a las mujeres sea completa y eficaz. La tesis será publicada, como parte del premio, por Ediciones Complutense, en la Colección Hemisferios de Igualdad.
- Enhorabuena por este reconocimiento a tu trabajo. Recibes este premio en un contexto en el que el conocimiento en las Universidades sigue siendo androcéntrico, ¿crees que son importantes este tipo de reconocimientos a las investigaciones feministas?
- Pienso que es muy importante, no solamente por el hecho de que yo lo haya recibido este año, sino porque es algo que se ha instituido desde la Unidad de Igualdad y el Consejo Social. Es ese esfuerzo constante de querer visibilizar, de buscar las formas de que las investigaciones feministas se conozcan.
- Tu tesis está centrada en la salud desde una perspectiva feminista y señalas que la salud es imprescindible para alcanzar la igualdad, ¿por qué es importante para una igualdad efectiva que nos enfoquemos en la salud?
- La salud, más allá de la definición de bienestar biopsicosocial, es una fuente de poder. Cuando tenemos salud tenemos la energía para enfrentarnos a las dificultades que conlleva vivir y, curiosamente, el patriarcado ha tratado a lo largo de la historia de debilitar la salud de las mujeres, no solamente sobre nuestros cuerpos y sobre nosotras, sino también simbólicamente. Generó la idea de que la salud de las mujeres es vulnerable, débil por naturaleza y que tenemos peor salud que los hombres. Esa idea ha atravesado siglos de historia, todavía está en las y los profesionales de salud. Las mujeres también la tenemos incorporada, pensamos que somos proclives a desarrollar problemas físicos y emocionales e incluso que tenemos una tendencia a la locura.
Lo que hizo el patriarcado fue, a través de la salud, controlarnos, subordinarnos, afianzar ese lugar de subordinación de las mujeres, por eso para el feminismo es una herramienta de emancipación la salud.
- Esta idea recuerda al texto de Mary Wollostoncraft Vindicación de los derechos de las mujeres. Ella se indignaba porque las mujeres se desmayaban constantemente, que no pudieran respirar, que no se movieran…
- Es el primer texto que habla de la salud y además es el texto fundacional del feminismo. Cuando yo la releí con esta mirada no daba crédito, toda su obra impugna esos discursos del patriarcado sobre nuestra debilidad. Ella dice: “nos habéis educado así, las limitaciones que nos imponéis nos hacen enfermar”. Es un texto sobre la salud.
- Los trabajos de Yolanda Domínguez analizan justamente eso cómo se siguen reproduciendo imágenes en torno a esa supuesta debilidad…
- Después de siglos estas ideas siguen presentes, incluso detrás de la objetividad de la ciencia. Los y las médicas ven a las mujeres que llegan al sistema sanitario con malestares y rápidamente recetan medicamentos. No preguntan, no investigan.
- Eso puede estar ocultando una situación de maltrato, estamos sobre medicadas…
- Claro, porque se atribuye todo a nuestra biología a nuestra débil salud por naturaleza. Esa idea sigue ahí.
- Decidiste hacer esta investigación impulsada por tu trabajo en el ámbito de la salud de las mujeres ¿cómo se incorpora la teoría feminista a la práctica en la psicología y en la medicina?
- Cuando tienes una mirada feminista de la vida te vas dando cuenta de qué se ha hecho y qué se está haciendo con las mujeres, con sus malestares, de qué manera se interpretan, cómo se diagnostican. El feminismo lo que plantea es que recuperar la salud de las mujeres es un empoderamiento. La adquisición de fuerza corporal, de seguridad en nosotras mismas, en nuestro propio cuerpo, emocionalmente, mentalmente, económicamente, culturalmente, políticamente... todo tiene que ver con la salud. Ese es el camino que plantea el feminismo fuera de los paradigmas clásicos de diagnosticar y tratar cualquier malestar como una cuestión individual, sin ver todos los factores estructurales, políticos, que están influyendo en cómo nos sentimos las mujeres.
- Has escrito que lo personal no sólo es político, sino que también es científico…
- Las antropólogas ahora están haciendo mucha investigación partiendo de las experiencias personales. Nuestras propias experiencias nos dan mucha información y, de hecho, cuando se empieza a formar la teoría feminista con el feminismo radical, nace de los colectivos feministas, no de la academia, nace de compartir las experiencias individuales.
- Señalas en tus investigaciones que, históricamente las mujeres han sido cuidadoras, pero sus conocimientos sobre medicina y cuidados no han sido tenidos en cuenta…
- No, ni siquiera ahora. Desde el poder médico y sanitario siempre se dice a las mujeres cómo tienen que cuidar. Hay una parte de nuestra historia que es muy importante recordar y tenerla siempre presente: las mujeres eran las únicas cuidadoras de las comunidades, no sólo en sus casas, hasta la Edad Media, cuando los hombres institucionalizaron el conocimiento, las titulaciones y las mujeres quedaron fuera, no las dejaron acceder.
Los hombres se apropiaron de un campo profesional que era femenino. Se las castigó, se les puso multas, se las llevó a juicios y, además, luego se les dijo que eran brujas y se las quemó en la hoguera. Desde ese momento las mujeres hemos estado fuera del ámbito sanitario durante siete siglos. Son los hombres los que han hecho los discursos sobre nosotras, los que deciden qué es importante investigar y qué no lo es. Las mujeres no pudimos estar en la medicina hasta el siglo XX.
- En España, las mujeres no hemos podido decidir sobre el aborto o la forma de parir hasta hace poco…
- Claro, los protocolos de atención sanitaria han sido generados sin las mujeres. El no tener nosotras el poder de los discursos y de generar conceptos me parece algo gravísimo. La lucha tan grande que tuvieron que hacer las mujeres para conseguir acceder otra vez al derecho a la educación universitaria para tener esos títulos y poder volver a acceder a la medicina es dramático. Esa es la historia de las mujeres: siglos de vindicaciones.
- ¿Crees que podemos hacer que la teoría feminista llegue a las instituciones de manera transversal, por ejemplo, al Ministerio de Sanidad? ¿Falta mucho trabajo?
- Desde los años 80 las feministas hemos tenido claro que las políticas públicas eran una herramienta necesaria para incorporar el feminismo a las instituciones y para que llegara a todas las mujeres, como es el caso de la atención sanitaria. En los años 80 muchas profesionales y técnicas, situadas en lugares estratégicos institucionales, fueron incorporando y proponiendo otra manera de hacer. Se hicieron muchas cosas en esos años, como el Instituto de la Mujer, que impartió formación de profesionales. Empezó desde las Instituciones de Igualdad, pero luego se consiguió que fueran las Instituciones Sanitarias las que incorporasen la perspectiva feminista. Se creó el Observatorio de Salud de las Mujeres, que fue el responsable de incorporar el feminismo, aunque no se llamaba así, se llama perspectiva de género, en las estrategias de salud. Este proceso se truncó cuando el Partido Popular llegó al poder, suprimieron el Observatorio. Ahora se ha vuelto a poner en marcha con en este último gobierno.
Es importante tener siempre en cuenta la trayectoria histórica, porque no estamos empezando de cero. Lo importante es reengancharnos al punto donde lo dejaron las que pudieron trabajar hasta ese momento, no podemos partir de cero cada vez.
- ¿Qué actividades y acciones llevaste a cabo en el Observatorio de la Salud de las Mujeres y por qué es necesario un organismo como este?
- Trabajé en el Protocolo de Detección para Profesionales que era del 2006, lo renovamos e incorporamos muchas cosas. Es el Protocolo que está funcionando ahora. También hicimos una estrategia sanitaria de Salud y Género, que se quedó a las puertas de aprobarse. Me imagino que volverán a recuperarla ahora, esa estrategia llevaba consigo la formación de profesionales en género. También trabajamos en la Estrategia de Atención al Parto, para que las mujeres pudieran decidir cómo querían parir y fueran respetadas en sus decisiones. Es muy importante el funcionamiento de un organismo dedicado a la salud de las mujeres.
- ¿Cuál ha sido tu proceso de estudio e investigación para la tesis?
Empecé la tesis porque me despidieron de la concejalía de Mujer de Rivas Vaciamadrid y, después, del Observatorio de la Salud de las Mujeres, con la llegada del Partido Popular. Vi que era muy difícil volver a trabajar en lo que a mí me apasiona, pero necesitaba llenar el alma con algo y decidí hacer la tesis. Esta investigación suponía recoger todo esto que yo he vivido, estudiarlo e investigarlo. Con la tesis estuve cuatro años, leyendo mucho y trabajando mucho. Me llenaba el alma, me emocionaba cuando descubría cosas, estaba feliz.
- La tesis ha bebido de tu experiencia laboral previa en el Observatorio, ¿también te ha traído nuevas ideas o enfoque a tu trabajo?
- Me ha ampliado muchísimo la mirada. Estudiar, investigar y profundizar te da mucha seguridad en las ideas que ya tenías o que habías ido construyendo. Adquieres una seguridad muy grande, el conocimiento es muy importante para comprender todavía más afondo.
- ¿Qué conclusiones extraes tras haberte dedicado a la investigación?
- Veo muy claro las líneas por las que hay que trabajar. Por ejemplo, la formación de profesionales me parece clave. Si a algún lugar van a ir las mujeres que tienen malestares es al sistema sanitario, las mujeres que viven violencia no van a la concejalía de Igualdad, van al sistema sanitario. Y si en ese sistema hay profesionales que tienen formación, a veces simplemente tienen que preguntar: “y tú, ¿a qué atribuyes lo que te pasa?”. Las mujeres están deseando que alguien les pregunte qué les pasa, cómo es su vida, si se sienten felices y están a gusto. Pero no se lo preguntan.
- Hemos visto ahora el caso de una mujer de 80 años que ha denunciado que su marido ejerce violencia contra ella desde hace más de 40 años. Ella habrá ido muchísimas veces al médico…
- Muchísimas veces. Además, la violencia y la sobrecarga de los cuidados nos enferma, nos produce muchísimos malestares. Las mujeres estamos mucho en el sistema sanitario y el sistema sanitario no se entera. Las mujeres maltratadas han sido invisibles y han salido siempre con recetas de fármacos. La Ley de igualdad fue muy importante en este sentido y hay un protocolo sanitario que todavía hay profesionales que lo desconocen. Y ahora, que no tienen tiempo y que muchas veces es una atención telefónica, es incluso más difícil.
- ¿Crees que habría que hacer más pedagogía para que las prácticas y teorías feministas en relación con la salud llegaran a las mujeres?
Tiene que llegar a la ciudadanía otra mirada de la salud, otra mirada de nuestro cuerpo, otra mirada de nuestros malestares. Pero es que también tiene que llegar a las profesionales y a los profesionales, porque si lo tuvieran podrían transmitirlo.
- Actualmente, ¿en la carrera de medicina hay algún área que se dedique a la salud desde una perspectiva feminista?
Nada. Ni en Psicología o Trabajo Social. Tenemos un reto ahí, tenemos que incorporar el feminismo en todas las ciencias sanitarias. No se puede atender bien la salud de las mujeres si no se incorpora el paradigma feminista. Eso está claro. Fuera de ese paradigma lo que vamos a hacer es culpabilizar a las mujeres, subordinarlas más, hacerlas sentir más vulnerables por no comprender de dónde proceden sus malestares. No es posible sin el feminismo.
- Esto tiene relación con la situación de las mujeres mayores, la soledad, las pensiones míseras…
- También se las medica y punto. El envejecimiento ha sido un tema muy importante en el feminismo. Ahora tenemos el libro de Ana Freixas, Yo vieja. Se está escribiendo mucho, porque las feministas que empezamos nos estamos haciendo mayores. El colectivo de Boston Nuestros cuerpos nuestras vidas, escribió Envejeciendo juntas. Para el feminismo es preocupante que se medique a las mujeres mayores para que duerman, para la ansiedad… Eso no es lo que necesitan, lo que necesitan es compañía.
- ¿Crees que, a causa de la falta de formación en género, existe una Psicología que puede llevar a cabo prácticas machistas que puedan revictimizar a las mujeres?
La Psicología es machista. Está centrada en la perspectiva masculina de la vida, sin tener en cuenta la perspectiva feminista. Ha considerado lo intrapsíquico despegado de lo político, del entorno social, de las condiciones económicas y de vida, de lo que ocurre en tu entorno.
Hay que transformar los malestares que se atribuyen a lo psicosomático a malestares sociopolíticos. Es decir, como mujer te han colocado en un lugar que te enferma. Tenemos que ayudar a entender los malestares en ese marco.
Yo formo parte de la Asociación de Psicología y Psicoterapia feminista, que se formó en el año 2018. Es muy importante que nos encontremos, que hagamos otras propuestas y que busquemos otra manera de abordar los problemas.
- ¿Has leído El baile de las locas de Victoria Mas?
- Es una belleza cómo cuenta esa experiencia de esa manera. La psiquiatría y la psicología han ejercido grandísimas violencias a lo largo de la historia sobre las mujeres. Y el tema de los psiquiátricos es terrible. También sobre las lesbianas, el encierro, los electroshoks… Curiosamente, en estos últimos años, se están traduciendo al español textos clásicos feministas críticos con la psicología y la psiquiatría, sobre la llamada locura de las mujeres, las vivencias de las mujeres en los psiquiátricos… Viaje al manicomio de Kate Millet o Mujer y locura de Phillis Chesler, entre otros.
- Quizá porque en este momento la salud mental está en el debate público…
- La pandemia ha hecho que los profesionales de la salud se den cuenta de la influencia del contexto, de cómo vivimos, el aislamiento, los problemas psicológicos, como todo eso influye en la salud.
- Además, hemos visto que la carga que han llevado las mujeres en el confinamiento ha sido innegable…
- Claro, ahora vemos que el agotamiento de las mujeres por la sobrecarga física y emocional de los cuidados lo han vivido en sus cuerpos los y las profesionales de la sanidad. Les veíamos llorando, no podían más. Se ha puesto encima de la mesa un discurso feminista al que no se daba credibilidad.