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Borrell presenta, en el ICEI, su nuevo libro sobre la política exterior en tiempos de COVID
Texto: Jaime Fernández - 17 may 2021 11:40 CET
European Foreing Policy in Times of COVID-19 es el título del libro que ha presentado Josep Borrell, Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI). Acompañado por personalidades como José Luis Escrivá, ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones; Ángeles Moreno, secretaria de Estado de Cooperación Internacional; José Antonio Sanahuja, director de la Fundación Carolina, y Andrés Arias, director general de la Fundación General de la UCM, Borrell presentó este volumen que recopila 60 artículos escritos y publicado por él a lo largo de 2020. El libro se puede descargar de manera gratuita en la Oficina de Publicaciones de la Unión Europea.
Dámaso López, vicerrector de Relaciones Internacionales y Cooperación de la UCM, e Isabel Álvarez González, directora del ICEI, presentaron esta “colección de análisis y reflexiones, organizados en cinco capítulos, donde Borrell repasa buena parte de los retos a los que se ha enfrentado la UE en esta crisis, donde el avance científico ha puesto en primera línea la investigación y la colaboración internacional en Ciencia”.
En el libro de quien coordinó desde el ICEI su cátedra Jean Monnet “antes de reactivarse en la política española”, se subraya tanto la necesidad de reforzar la colaboración internacional, como la respuesta interna y externa que se ha dado en la UE, e incluso permite, según el vicerrector, “conocer cómo va a ser la universidad en los tiempos post-COVID”.
Josep Borrell aclara, con cierto sarcasmo, que recopila las vivencias vividas en un año, así que no aparecen asuntos como su viaje a Moscú, que ha sido en febrero de 2021. Reconoce el político que “el tiempo pasa muy rápido, así que un texto que se publicó en enero parece que se ha hecho ya viejo, aunque no lo es en todo, como por ejemplo en los problemas estructurales, o en hasta qué punto es posible llevar a la práctica la construcción de un papel de Europa en el mundo a través de una política exterior común en sus Estados miembros”.
Recuerda Borrell que el Tratado de la Unión asegura que la política exterior y la de seguridad siguen siendo políticas exclusivas de los Estados miembros, y estos últimos son muy reticentes a abandonar esa competencia. Además, no es una tarea fácil llegar a la unanimidad, aunque” parte de los componentes de la política exterior ya se han convertido en políticas comunitarias, y otras son híbridas, con competencias compartidas”.
En un contexto de dificultades para definir una política exterior común, la Unión Europea se ha tenido que enfrentar a una situación con la que no contaban, la de la pandemia de la COVID-19. Informa Borrell, de que al principio “Bruselas se vació, no había nadie, y esa dinámica ha afectado mucho a la actividad diplomática, porque la negociación por plasma es mucho más complicada, sobre todo si hay 27”. Eso sí, siempre hay un lado positivo, y es que “se ha abierto una puerta, y es que de repente se pueden hacer muchas más cosas con mucha más gente. Eso seguramente quedará después, pero para la diplomacia ha sido negativo y se han ralentizado muchos temas, como las cumbres con África, que estaban previstas a principios de 2020, y se acabará 2021 sin haberse producid, y también se ha notado con Latinoamérica, que sigue estando muy ausente de la política exterior europea”.
Visiones divergentes
De acuerdo con Borrell, los Estados miembros además no comparten la misma visión del mundo, y “es utópico construir una política exterior si no se comparte un mínimo de cómo es el mundo y cómo funciona, y cuál es el posicionamiento de cada uno”. La variedad es muy grande y en casi todos los problemas están muy divididos, lo que demuestra una cierta debilidad de la UE, por ejemplo, en el conflicto Israel-Palestina, o con respecto a Rusia, China, Venezuela, Hong Kong, la intervención en el Sahel… No hay ningún caso relevante de política exterior en el que no haya discrepancias en lo fundamental, y eso le ha obligado a “emitir posiciones de la UE, que son sólo mayoritarias y que el Alto Representante expresa en el nombre de quienes las comparten, pero al final se emiten textos que no dicen nada, declaraciones en las que todo el mundo puede coincidir y que son bastante inocuas”.
Cree el conferenciante que a partir de la política exterior se puede hacer retroceder el euroescepticismo, “hacer más fuerte a Europa en el mundo, permitirá que los ciudadanos favorables a la UE sigan siendo mayoría”. Pero para eso, “Europa necesita una nueva narrativa, más allá de la paz con la que se creó en principio. La guerra se ha hecho imposible en los espíritus de los europeos y eso ha alimentado a un par de generaciones, pero esa dinámica está agotada, hace falta una narrativa nueva, ya que la paz está asegurada con el actual nivel de integración”.
Opina Borrell que “la única historia generadora de un proyecto político ilusionante es que Europa sobreviva en el mundo global, hacerla fuerte para que sobreviva en un mundo dominado por países de escala continental, países gigantes, y por el retorno de los imperios como China, Rusia y Turquía, que quieren volver a ser grandes imperios, que intervienen en el mundo con voluntad y discursos imperiales, porque son conscientes de su fuerza y están dispuestos a usarla por su tradición histórica”.
Para adaptarse a ese mundo neoimperial, la Europa que se apoya en el Estado de Derecho y el comercio no va a subsistir como tal, necesita nuevos elementos. Ironiza Borrell con que “el dulce comercio iba a conducirnos a la paz universal, pero cuando entró China en la OCDE se vio que no iba a ser así, porque en ese país no han variado sus estructuras políticas”. Por tanto, para seguir existiendo como somos, con un grado de redistribución social que es el más elevado del mundo, con una economía competitiva para poderlo financiar, con libertades democráticas, con cohesión social y con capacidad de crecimiento económico “hace falta ser más fuertes, con capacidad militar, voluntad de intervenir en los conflictos de nuestra vecindad y otras, y tener una mayor unidad cara a los demás”.
Estados Unidos, China, Rusia, Turquía e India
En las relaciones con Estados Unidos, “hay que invertir mucha energía política” y eso que, si “con Trump la relación era conflictiva, ahora hay una administración radicalmente distinta que nos ve como aliados, como socios, como parte de una necesaria convergencia militar, económica y política”. De todos modos, no hay que caer en la comodidad de que no hace falta esa unidad europea por tener el paraguas protector de Estados Unidos. Considera Borrell, que “Biden está haciendo una política tan aceleradamente transformadora, que nos está dejando atrás, como en el tema de las vacunas. Europa es la parte del mundo que más esfuerzo ha hecho a la exportación de vacunas, mientras que Estados Unidos o Reino Unido no han exportado ninguna, y también su dinámica en la relación con China nos va a fijar donde estamos, más cerca de Estados Unidos, pero los intereses no siempre coinciden”.
Con Rusia y China la Unión Europea mantiene “relaciones ambivalentes o trivalentes, en algunas cosas son amenazas, pero no podemos dejar de relacionarnos con ellos y colaborar”. Advierte Borrell de que las sanciones que se imponen a China y Rusia han provocado una sanción por su parte, porque “no aceptan que se sancionen a sus instituciones y responden con sus mismas armas”. Tiene claro que hay que ser muy cuidadoso para que la política exterior europea no sea sólo una política de sanciones, sabiendo demás que la UE no aplica casi nunca sanciones económicas a los países, porque no se quiere crear situaciones humanitarias en la población, sino que las sanciones afectan a las personas, con su congelación de haberes y su posibilidad de viajar a Europa. Con Rusia se aplicaron sanciones económicas, y esta respondió con sanciones de vuelta que han afectado mucho a sectores españoles, así que “hay que usar este instrumento con finura para que cambien sus comportamientos, pero no podemos convertirnos en el sancionador universal”.
Con respecto a Turquía, “ha entrado últimamente en un buen camino, pero hay que construir un acuerdo en torno a Chipre y la cooperación imprescindible en materia de cooperación”.
India, por su lado, no es un socio estratégico prioritario de la UE, “está a años luz de tener relaciones económicas como las que tenemos con China, pero debiera serlo, porque va a ser el país más poblado del mundo; es una democracia, aunque tenga problemas internos de estabilidad socioeconómico, y es un país estratégico en el sudeste asiático, igual que ocurre con todo el sudeste asiático, aunque hay voluntad de avanzar más en este terreno”.
Un mundo más desigual
La COVID-19 ha provocado que el mundo vaya a ser mucho más desigual. Mientras que la crisis del euro afectó sólo a los países ricos, de esta pandemia sí va a salir muchísima más desigualdad, porque el impacto en sus infraestructuras socioeconómicas, muy débiles con anterioridad, va a ser muy asimétrico. Opina Borrell que “China saldrá reforzada, y probablemente vayamos hacia un siglo asiático, indopacífico; Estados Unidos saldrá bien y Europa también, pero África y América Latina saldrán muy golpeadas por este virus. De hecho, la extrema pobreza en el mundo va a aumentar en 100 millones de personas, por primera vez en décadas, así que nos podemos olvidar de los Objetivos del Milenio”.
Frente a esta nueva realidad, “hace falta una iniciativa mundial para aligerar la deuda y también para que toda la humanidad esté a salvo de la pandemia, pero ahora mismo hemos vacunado al 5% de la población mundial y para cubrirla a toda, al ritmo actual, se tardarán unos tres años”. Para Borrell, existe una carrera entre la logística de crear vacunas y la biología que crea variantes, de ahí que “conseguir el esfuerzo de la vacunación en la humanidad en su conjunto requiere una voluntad política que hasta ahora no se ha concretado”.
Añade Borrell que “cuando uno tiene la suerte de ver el mundo de cerca, se da cuenta de que no se ha construido nada como Europa, aunque sea insuficiente y perfecta. Nuestras democracias, nuestra cohesión social y nuestra prosperidad económica son las mejores del resto de la humanidad”. Eso sí, también existen en la UE las desigualdades, que quizás se vean acrecentadas por las tecnologías de las comunicaciones.
En ese apartado, China está invirtiendo en el 5G, y frente a ello “hay que desarrollar campeones tecnológicos europeos, algo que de momento está lejos, hay que recuperar el tiempo perdido en los desarrollos tecnológicos antes de que sea demasiado tarde”. China está yendo muy lejos en el control de la población, y como si se tratara de un capítulo de Black Mirror ha implantado un sistema de crédito social para premiar y castigar el civismo de los ciudadanos. Frente a eso, Borrell cree que “Orwell nunca pudo imaginar que el Gran Hermano sería tan grande. El potencial tecnológico para el control total va a existir en breve, y su implantación o no dependerá de la voluntad política”.
Y en eso, como en todo lo demás será necesario que Europa camine unida para enfrentarse a los retos de la sociedad post-COVID.