IGUALES

Elena Martín García, de la Unidad de Diversidad e Inclusión, charla con Carlos Álvarez Jiménez, en uno de los recesos de la IV Jornada Universidad y Discapacidad

La IV Jornada Universidad y Discapacidad se centra en los retos que plantea la salud mental

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 1 dic 2022 18:38 CET

El pabellón de gobierno ha acogido, el 1 de diciembre, la IV Jornada Universidad y Discapacidad: Universidad y sociedad ante la salud mental, organizada por el Consejo Social de la Universidad Complutense. En la inauguración, la vicerrectora de Departamentos y Centros, Carmen Nieto Zayas, ha considerado que estas son unas jornadas imprescindibles para dar visibilidad a los problemas que atañen a la salud mental, que como ha recordado Mercedes García García, delegada del rector para la Diversidad e Inclusión en la clausura de la jornada, según “la OMS, en 2030 los trastornos mentales serán la principal causa de discapacidad en el mundo”.

 

Juan Manuel de Mingo, vicepresidente del Consejo Social, ha asegurado que la pandemia trajo un impacto sin precedentes, especialmente para las personas con discapacidad. Coincide con la delegada del rector en que “las dificultades de salud mental en los diferentes campos están aumentando de manera significativa en los campus universitarios de todo el mundo, y para hacer frente a esto hay que mostrar una verdadera cultura de la atención en las universidades, donde queda mucho por hacer”. Reconoció que, desde el Consejo Social se comprometen a seguir apoyando todas las iniciativas que busquen mejorar la vida cotidiana de la UCM.

 

El director general de Atención a Personas con Discapacidad de la Consejería de Familia, Juventud y Política Social de la Comunidad de Madrid, Ignacio Tremiño Gómez, es además lesionado medular desde que hace 32 años tuvo un accidente. Ha recordado que en aquel entonces estaba en la Universidad de Valladolid, que estaba llena de barreras arquitectónicas, no había nada adaptado. Se dio el caso de que un catedrático le llegó a proponer incluso que su familia le montara un kiosco antes que hacer la carrera de Derecho. El director general abandonó sus estudios presenciales y años después decidió retomarlos en la UNED, en lo que fue “una experiencia maravillosa” al poder licenciarse a pesar de su discapacidad.

 

Frente a aquella realidad de hace tres décadas, Tremiño considera que hoy las personas con discapacidad física están integradas en la universidad, aunque hay un colectivo especialmente abandonado que son las personas con discapacidad mental, por lo tanto “hay algo que todavía no estamos haciendo bien, y esperemos que esta jornada sirva para tomar conciencia y romper todo tipo de barreras mentales”.

 

Tras la presentación se pudo escuchar la conferencia de Cristina Larroy García, directora de Psicall UCM, quien presentó los resultados de un estudio interuniversidades, cuyos datos reflejan que los trastornos de ansiedad, los de control de impulso y emocionales y los del estado de ánimo están presentes en todas las universidades, con una prevalencia alta.

 

En concreto en la Complutense, con los datos de estudiantes y personal que han acudido a la Clínica de Psicología de la UCM durante la primera mitad de este año 2022, se ha ratificado que tanto el personal como el estudiantado comparten problemas de ansiedad, emocionales y familiares. Según un gran número de estudios, los jóvenes y las mujeres han sido los más afectados a nivel psicológico por la pandemia, y además han surgido nuevos problemas psicológicos que han disparado el número de consultas en todos los centros.

 

En cuanto a PsiCall, donde sólo se atienden a estudiantes, durante el curso 2021-2022 se han recibido 1381 llamadas entrantes, 1165 correos electrónicos y se han realizado 266 sesiones de casos de intervención breve para 30 estudiantes. El motivo principal de llamada telefónica, de acuerdo con su directora, ha sido la ansiedad y el estado de ánimo, especialmente en ciencias y ciencias de la salud.

 

Presentó también Larroy los resultados del proyecto “Salud mental en estudiantes de doctorado UCM: Análisis de predictores individuales, académicos y organizacionales”, basado en 1018 encuestas válidas, lo que supone un 15,8% de los estudiantes de doctorado de la Complutense. De todos ellos, un 39,4% han necesitado apoyo psicológico o psiquiátrico en los últimos meses, un 43,6% muestran sintomatología depresiva, un 58,7% sintomatología de ansiedad y un 59,3% trastorno de las emociones.

 

Testimonios

La jornada contó también con testimonios en primera persona de profesores, PAS y estudiantes, moderados por Carlos Álvarez Jiménez, ex vicepresidente del Consejo Social UCM y promotor de estas jornadas desde su inicio, quien ha asegurado que estas presentaciones nos sitúan en lo que es la realidad, y permite entender que la universidad debe comprometerse con acciones como la formación de toda la comunidad en la defensa de los derechos humanos. “No es fácil caminar por la mente humana, de ahí que el cuidado de la salud mental es uno de nuestros desafíos”, ha aseverado Álvarez Jiménez.

 

Carmen Cazorla Vivas, profesora del Departamento de Lengua Española y Teoría de la Literatura de la Facultad de Filología, ha participado on line, y ha contado su caso, en el que su marido fue ingresado por un tumor cerebral agresivo y falleció hace un año. “Fue un choque brutal en casa” y llevar adelante todo su trabajo era muy complicado, pero consiguió sacarlo adelante gracias al apoyo del equipo decanal y a la posibilidad del teletrabajo. Reconoce la profesora que el trabajo, y su capacidad de concentrarse, la ayudaban a mantener la cabeza en otra cosa. En su caso, la principal barrera no estuvo tanto en el ámbito laboral como en casa, con sus tres hijos adolescentes que tuvieron que responsabilizarse de las tareas de casa, porque ella estaba mucho en el hospital y también se encontró con la “poca empatía de algunos doctores, quitando el psicólogo de paliativos”.

 

La doctoranda del Departamento de Investigación y Psicología en Educación, Ariadna Martínez García, ha rememorado cómo sufrió trastorno de ansiedad y depresivo, desde los 11 hasta los 22 años. Asegura que muchas otras personas comparten experiencias similares en el entorno universitario, y en todas ellas el problema viene de lejos porque en la adolescencia y la preadolescencia ya hay mucha ansiedad, que en muchos casos ni siquiera se identifica, y son trastornos que pueden empeorar, como fue su caso.

 

Informa Martínez García de que, en tercero de carrera, en un intercambio de estudios en Finlandia, sin apenas luz solar, se agravaron sus síntomas, y al volver a España se dio cuenta de que estaba bloqueada, con crisis de ansiedad que le provocaban cosas que antes le eran triviales. Sus profesores y profesoras de la UCM la ayudaron, atendieron y le permitieron terminar el grado de Pedagogía. De acuerdo con ella, la pandemia ha supuesto un reto para la salud mental para todas las personas, con un aumento de ansiedad sobre todo al volver a la calle. En su caso, y con ayuda psicológica de la Oficina para la Inclusión de Personas con Diversidad del UCM (OIPD) ha podido superar sus problemas y terminar el máster de investigación y estudiar ahora el doctorado, con la sensación de estar mejor que en toda su carrera universitaria.

 

Como representante del PAS ha intervenido Elena Martín García, de la Unidad de Diversidad e Inclusión, quien se considera a sí misma “una persona vulnerable y sensible a todo”, así que las cosas que le han sucedido a lo largo de su vida le han acarreado depresiones, sobre todo en los últimos cinco años, tras la muerte de su madre a la que estaba muy unida. Explica Martín García que lleva arrastrando depresiones desde los 28 años, y en el último año, en el que ha estado de baja, ha estado ingresada en dos ocasiones en una unidad de salud mental donde ha recibido un baño de humildad porque “cualquiera de nosotros es susceptible de estar ahí”. Gracias a la ayuda de “profesionales maravillosos” ha conseguido dejar atrás, en gran parte, el duelo, como el psiquiatra Tomás Palomo, que la recibió semanalmente en su despacho de la Facultad, hizo terapia con ella y la sacó de “ese pozo”. Asegura la complutense que “la enfermedad mental es una enfermedad más y, en muchos casos, se puede salir, sobre todo con el cariño, con sentirse querida, con los abrazos, la terapia, los psicólogos, la medicación, el mindfulness, la meditación…”.

 

Lola Méndez Luque, trabajadora social de AFADIS, reconoce llevar más de 25 años con dos trastornos de salud mental grave, lo que le ha provocado una discapacidad permanente reconocida de un 75%. Critica Méndez Luque que a ella no le han ayudado ninguno de los recursos del sistema de salud mental, nunca la han mejorado nada, por la falta de recursos personales. Tampoco le ha servido la medicación como proceso terapéutico, y lo que más le ha servido es la psicoterapia, de ahí que valore tanto PsiCall y la Clínica de Psicología de la UCM. Considera una auténtica suerte haber ser podido permitirse un psicólogo privado que la enseñó a conocerse, a saber dónde están sus límites, a saber estar consigo misma, a no buscar la felicidad sino que su vida sea interesante para ella, y sobre todo a no dañarse y a no dejar que nadie le dañe. También le ha servido estudiar, algo que le ha encantado siempre, porque le ayuda a evadirse y es algo que nunca dejó, ni siquiera cuando estuvo ingresada en hospitales psiquiátricos. Cuenta Méndez que Luque le ayudaron mucho durante sus estudios de Trabajo Social en la UCM, tanto la mayoría de los profesores como los estudiantes, y que luego consiguió la inclusión social con las becas de la Fundación ONCE y la CRUE.

 

David Mateo Tomás, estudiante de Fisioterapia, participa también on line, y es también una persona con discapacidad por problemas de salud mental. En su día estudió ADE, pero como no se sentía integrado laboralmente, se decidió a estudiar Fisioterapia para cuidar a personas como su padre que tiene hemiplejia. En estos momentos se considera totalmente integrado en todos los ámbitos, con apoyos familiares y amigos, e informa de que cuando llegó a la UCM estaba bastante perdido, pero desde la OIPD le ayudaron para estar tranquilo, sobre todo en épocas de exámenes y también le han orientado para saber qué asignaturas elegir, e incluso con los apuntes. Gracias a esas ayudas se siente integrado y está bastante ilusionado con la carrera y con el proyecto en el que se encuentra.

 

Puso el punto final a los testimonios Matías Dalton Carbone, estudiante de Bellas Artes, quien lleva quince años “de lucha muy dura”, pero focaliza sus objetivos en la necesidad de visibilizar los problemas mentales y en luchar contra el estigma. Para ello intenta que le comprendan, más allá de que le acepten, “aunque al final es cada uno quien tiene que hacer su trabajo”. De acuerdo con Dalton, la OIPD aporta una estrategia para abordar la carrera con más tranquilidad, profundizando más en lo que uno hace y en lo que le gusta. Es importante tener una red de apoyo, porque suelen ser problemas muy duros, y para eso es fundamental comprender a quien tienes al lado”.

 

Mesa redonda

En la jornada se incluyó una mesa redonda sobre las “Buenas prácticas sociales y universitarias de cuidado y promoción de la inclusión/salud”, moderada por Borja Manero, director del Observatorio del Estudiante. Él mismo ha confesado ser uno de los que tienen mucho miedo a este tema de la salud mental sobre todo desde que recibió su “primer puñetazo” en marzo de 2020 cuando le ingresaron con neumonía bilateral por COVID y allí tuvo su primer contacto con un problema de salud mental, con lo que vio que le puede pasar a cualquiera. Por suerte, ahora mismo “esto está de moda. ¡Bendita moda!”.

 

María Vela, coordinadora de Inclusión en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, explica que desde el equipo decanal y el de gerencia apoyan para poder subsanar las barreras arquitectónicas y psicológicas del centro, porque “muchas veces lo que necesita la gente es sentirse arropada, y lo primero por tanto es escuchar de manera activa, tratar de ponerse en el lugar de cada persona”. Ha relatado el caso de dos profesoras que han necesitado ayuda, y en la que han colaborado todos los sectores de la Facultad, incluyendo lo estudiantes y el PAS.

 

Susana Valverde, coordinadora de Inclusión de la Facultad de Educación, con la colaboración de Ariadna Martínez Garcia, ha ido avanzando para “proporcionar el apoyo a personas con problemas o dificultades relacionadas con la salud mental”. Considera también que “la escucha es fundamental porque sientes que al otro lado hay una persona a la que le interesas y le importas”, de ahí que en su proyecto hayan incorporado los GAM (Grupos de Ayuda Mutua), con ayuda de la OIPD. Según la información de Valverde, se supone que uno de cada cinco jóvenes de entre 15 y 24 años se siente deprimido o sufre algún tipo de problema de salud mental, y ese fue el detonante para que crearan GABE (Grupo de Apoyo para el Bienestar Emocional) en la Facultad, que sirve para escuchar y orientar a los estudiantes que tienen problemas de salud mental. Entre las actividades actuales están los encuentros GAM presenciales y on line, las comunicaciones por whatsapp, un taller, así como la creación de un rincón de ayuda y un banco de bienestar. Entre las próximas iniciativas se va a ampliar ese concepto para crear un espacio para la calma.

 

Participó también en la mesa redonda María Tomé, psicóloga de la Asociación Alusamen, que está ubicada en Puente de Vallecas desde 1990 y que ahora cuenta con un proyecto dirigido a jóvenes con problemas de salud mental. Informa Tomé de que desde la pandemia se han centrado en niños y jóvenes, porque se ha incrementado hasta en un 47% los problemas de salud de niños y niñas, y un 59% en los comportamientos suicidas. Asegura además que “un problema de salud mental se puede desarrollar por situaciones traumáticas, pero también por temas que preocupan y son externos como el cambio climático, el empleo, el género, los abusos sexuales en la infancia, el acoso escolar, las adicciones, las migraciones y los conflictos bélicos”.

 

Por último, Sara de Pinies, doctoranda en Filología Inglesa, y Javier Serran Peinado, que cursa el máster en la misma materia, hablaron del grupo de apoyo que han creado entre ellos dos y Cristina Amoedo Revuelta. La idea es tan básica como “tener a alguien de confianza para resolver situaciones complicadas”. Son fundamentalmente estudiantes que ayudan a estudiantes, en los que es posible apoyarse en la vida universitaria, lo que “da tranquilidad y quita ansiedad”. Serrano ratifica que durante la pandemia fue fundamental ese apoyo mutuo para tener los apuntes y para estar al día en caso de que no se pudiese seguir la clase por algún motivo.

 

Conclusiones

Mercedes García García, delegada del rector para la Diversidad e Inclusión, ha explicado que en estas jornadas se dan datos, luego se escuchan casos en primera persona y, por último, se dan a conocer acciones que ya se hacen y se cuestiona qué más se puede hacer para mejorar la situación. De acuerdo con ella, la UCM tiene servicios, “aunque es verdad que hacen falta más recursos”, que atienden de manera flexible a cada persona. También, y como se ha referido a lo largo de toda la jornada, “es básico el ayudarse en equipo, desde el rectorado hasta los estudiantes, porque sólo de forma colaborativa se da la seguridad para seguir avanzando. Hay que buscar la protección y el cuidado, algo que se puede hacer mejor gracias a los equipos decanales, que apoyan más allá de lo que se supone obligatorio”. Concluye la delegada del rector que “la universidad es una entidad responsable que facilita la inclusión”.

 

Las últimas palabras de la jornada correspondieron a Carolina Ávila Congosto, coordinadora del Área de Sanidad de CERMI Comunidad de Madrid y Federación Salud Mental Madrid (UMASAM), quien ha celebrado esta sesión que sirve para visibilizar la discapacidad y ha dado “las gracias de corazón” a los que han presentado su testimonio porque no es fácil mostrarse como uno es, porque hay muchas sombras, pero también hay muchas luces, como la superación día a día y la capacidad de cada uno. De todos modos, y como ya contaban en un vídeo de animación que rodó CERMI se trata de “dejar de ser un superhéroe, para simplemente ser”.