CURSOS DE VERANO

El director del curso, Carlos César Álvarez Nebreda, abrió las jornadas

El camino hacia Marte pasa por la Luna y se muestra en el curso de verano de la UCM en Robledo de Chavela

Fotografía: Jesús de Miguel - 19 jul 2022 19:19 CET

Apenas dentro de un mes, entre el 23 y el 25 de agosto, está previsto que despegue desde el Centro Espacial Kennedy (Cabo Cañaveral, Florida, Estados Unidos) la primera de las misiones del Programa Artemisa. Liderado por la NASA, y con una activa participación de la Agencia Espacial Europea (ESA), Artemisa tiene ya programadas ocho misiones, con el objetivo de situar una estación espacial en la órbita lunar y la primera base habitable en su superficie. Si se cumplen los plazos, antes de que finalice la década de los 30 la base entrará en uso. Antes, en 2025, está previsto otro de los grandes hitos del programa: la presencia de la primera mujer en la Luna. De hecho, el programa se denomina Artemisa en referencia a la hermana de Apolo, nombre de la misión, en concreto la Apolo 11, que llevó a Neil Armstrong y Edwin Aldrin hasta la superficie del satélite de la Tierra en 1969.

 

Por cuarto año el municipio madrileño de Robledo de Chavela acoge unas jornadas de los Cursos de Verano de la UCM relacionadas con la actividad y la investigación espacial. Si en 2019 fueron los 50 años de la llegada del ser humano a la Luna los que centraron los debates -hay que recordar que una de las antenas, entonces situada en Fresnedillas, del hoy denominado Complejo de Comunicaciones con el Espacio Profundo de Madrid (MDSCC), situado en el propio municipio, fue la primera a la que llegó la confirmación del alunizaje del Apolo 11- en esta ocasión es la primera misión que la NASA envía hacia el satélite de la Tierra, justo 50 años después de la última, la Apolo 17, la que da la temática al curso: “Volvemos a la Luna: Artemisa 2024”.

 

 

Dirigidos por el profesor Carlos César Álvarez Nebreda y por Carmen García, directora de la Agencia de Desarrollo Local del Ayuntamiento de Robledo de Chavela, el curso reúne durante dos jornadas a astrobiólogos, investigadores en ciencias planetarias y tanto a antiguos responsables como al actual director del MDSCC, Moises Fernández, quien clausurará las jornadas. El objetivo es conocer los mayores pormenores posibles del programa Artemisa, un proyecto importante para la NASA, pero que no hay que olvidar, como señaló Jorge Pla-García, investigador del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA y NASA), que no deja de ser un programa preparatorio del gran desafío que planea la Agencia estadounidense y sus socias: enviar seres humanos a Marte.

 

Artemisa, por tanto, como explicó Pla-García, busca experimentar tecnología de cara a futuros viajes tripulados de ida y vuelta a Marte. Los retos son numerosos. Los principales: conseguir generar tanto alimentos como, sobre todo, energía, en el planeta de destino. La Luna es el escenario ideal, y sobre todo el único al alcance a día de hoy, para probar esas técnicas fuera de la Tierra. España, según informó Pla-García, va a tener -de hecho ya lo está teniendo- un papel destacado en el programa, ya que lidera el Green Moon Project, en el que colaboran investigadores en biología vegetal, en ingeniería espacial y en ciencias planetarias, para generar alimentos en el suelo lunar. Según explicó ya existe un prototipo y hay varias semillas de plantas candidatas a ser capaces de germinar en la Luna, con poca agua y poca iluminación.

 

El investigador del Centro de Astrobiología también explicó de manera somera cómo se pretende generar energía fuera de la Tierra a partir del hielo de agua que hay bajo la superficie lunar, sobre todo en la zona de sus polos. A través de procesos de electrolisis se quiere producir oxígeno para que los astronautas que habiten la Luna puedan respirar y también para producir metano, que se utilizaría como fuente de energía.

 

Para probar estas y otras técnicas y tecnologías, Artemisa ya tiene programadas 8 misiones. La primera, la que se lanzará en agosto -debería haberse producido en mayo- consistirá “únicamente” en una misión no tripulada de ida y vuelta a la Luna. Como explica Carlos González Pintado, ex jefe de Operaciones y ex director adjunto del MDSCC -también tiene el honor de haber sido la persona que escuchó la voz de Neil Armstrong confirmando que el Eagle (el módulo lunar que se separó del Apolo 11) había tomado contacto con el suelo- Artemisa I tendrá la gran novedad respecto a los viajes de los Apolo de que tomará una órbita lunar distinta. En concreto, la órbita DRO alejará la nave de la Luna hasta 70.000 km de distancia de la luna, “lo que se ya considera distancia de espacio profundo”, especificó González Pintando. Aún no está decidido si se alejará una o dos veces hasta esa distancia, es decir si hará media órbita o una órbita y media. Por ello, la duración de la misión oscilará entre 26 a 42 días.

 

Artemisa 2, prevista para 2024, será tripulada. En concreto irán 4 astronautas que, en principio, realizarán el viaje “estándar” a la Luna de ida y vuelta, sin visitar el espacio profundo. También llevará pasajeros Artemisa III. Serán dos. Una es seguro que será una mujer y, según indica González Pintado, es muy probable que la segunda sea una persona afroamericana. Será, sin duda, una misión recordada por muchos motivos. Entre ellos, el ex codirector del MDSCC destaca que antes de alunizar la nave se deberá ensamblar con el módulo lunar Space X, en el que descenderán los dos astronautas a la superficie lunar. El complejo procedimiento lo realizarán en una nueva órbita, la denominada NRHO, que tiene la particularidad de ser siempre visible desde la Tierra.

 

El resto de misiones de Artemisa -de la 4 a la 7, que están previstas de manera anual entre 2027 y 2030, según explicó Jorge Pla-García, servirán principalmente para enviar a la órbita lunar materiales de la estación espacial Gateway. En Artemisa 8, en 2031 -si se mantienen los plazos, “lo que no suele ocurrir”, como matizó Pla-García- se transportarán los primeros elementos de la base lunar.

 

El lugar elegido para instalar la base lunar es el polo sur de la Luna. La elección está justificada en la presencia ya comprobada de grandes bolsas de hielo de agua a muy poca profundidad de la superficie. La presencia de agua permitirá, como antes explicó Pla-García- producir oxígeno y metano. A día de hoy, según explicó Pla-García, dos puntos concretos cerca del Cráter Shackleton son los principales candidatos para situar la base. Ambos tienen como principal característica estar casi siempre iluminados -el denominado punto 1 lo está el 89% del tiempo y el 4, el 85 por ciento-, lo que les hace ideales para instalar allí placas solares, pero a la vez estar muy cerca de las zonas menos iluminadas, en las que hay constancia de que hay mayor cantidad de hielo de agua.

 

Pero, como insiste en su exposición Jorge Pla-García, todo este esfuerzo que va a realizar la NASA con el programa Artemisa -García Pintado estima que cada una de las misiones tendrán un coste de 4.100 millones de dólares- está enfocado en ganar la gran batalla: ser, junto a sus aliados, la ESA y Agencia Espacial de Canadá -Rusia está ahora fuera de la alianza por motivos obvios- la primera en llevar un ser humano a Marte. El gran rival en esta nueva carrera espacial es China. Y aunque, como reconoce Pla-García, todo lo relacionado con China es muy opaco, sus éxitos en las misiones que está llevando a cabo en la cara oculta de la Luna ponen de manifiesto una gran capacidad. De hecho, de acuerdo con el investigador del Centro de Astrobiología, la presencia de China le hace realmente confiar en que los programas de NASA para llegar a Marte llegarán a buen puerto.

 

La gran pregunta es para muchas personas si todo este esfuerzo tanto económico como de investigación y desarrollo tecnológico merece la pena. Jorge García-Pla tiene clara la respuesta: “El ser humano necesita explorar. Hemos estudiado cada rincón de la Tierra. Hemos ido a la Luna y nuestro siguiente paso será Marte. Y saldremos del Sistema Solar. Estoy seguro. Eso sí -concluyó Pla-García- aunque algún día nuestro planeta deje de proveernos de recursos para vivir, hasta entonces cuidémoslo. Hay que cuidar nuestro planeta sin dejar de mirar a las estrellas