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María García de la Fuente, y Gemma Teso Alonso, directoras del curso de verano de la UCM “Comunicar la transición energética: Cómo hacer frente a la desinformación y los bulos”

La información veraz se enfrenta a un gran número de bulos, multiplicados por las redes sociales

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Francisco Rivas - 8 jul 2025 15:52 CET

María García de la Fuente, presidenta de la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA) y codirectora del curso de verano de la UCM “Comunicar la transición energética: Cómo hacer frente a la desinformación y los bulos”, ha alertado sobre la difícil situación a la que se enfrenta la información veraz y científica. Los últimos eurobarómetros muestran que los españoles desconfían, en un altísimo porcentaje, de los medios de comunicación, y también consideran que no se les explica bien ni las causas ni las consecuencias de fenómenos como el cambio climático.

 

Esta desconfianza puede ser causa, o consecuencia, de que gran parte de la población ya no se informe por los medios tradicionales, con excepción de la televisión que todavía tiene una raigambre importante, y que ahora busque los datos en Internet, ya sea en diferentes plataformas de IA o, sobre todo, en redes sociales.

 

María García de la Fuente ha recordado que las empresas de IA no sólo gestionan datos, sino que nos hacen enlazar ideas, mezclando todo tipo de noticias, ya sean científicas, deportivas, culturales, de entretenimiento… Poniéndolo todo a un mismo nivel de importancia. Consiguen además que las personas tomen decisiones a partir de esa información que solicitan, que está sesgada y cuenta con criterios de selección que el usuario desconoce.

 

Las redes sociales, principal fuente de información de un alto porcentaje de la población, han conseguido que se haya perdido la capacidad de distinguir entre lo real o lo que es mera desinformación. García de la Fuente reconoce que los bulos funcionan porque son creíbles, están muy bien hechos y se dirigen directamente a la curiosidad del lector. Titulares llamativos hacen que se pinche en ellos, aunque sólo sea por saber qué es lo que se esconde detrás de preguntas inesperadas o en busca de algo que no se conoce.

 

La profesora complutense Gemma Teso Alonso, codirectora también del curso, apunta a que la desinformación no es algo espontáneo, sino que está orquestado por intereses espurios, porque no cualquiera tiene el tiempo y el dinero para clonar la página de la AEMET durante la DANA, o lanzar miles de mensajes iguales en contra de la Agenda 2030 cuando se produjo la tractorada de 2024. García de la Fuente coincide en que “está orquestado y muy bien planificado, y además se hace en temas muy concretos como esa Agenda 2030, la inmigración, el cambio climático, la salud…”.

 

La presidenta de APIA ha presentado un listado de bulos que van desde el más inocente, como puede ser la sátira o la parodia, hasta el contenido fabricado, hecho para engañar y crear una realidad falsa, habitualmente en redes sociales para conseguir notoriedad. Entre medias están las conexiones falsas entre fotos y titulares con el contenido de la información, la mala utilización de los datos existentes, extraer frases de contexto para que digan lo contrario de lo que se pretendía, suplantar las fuentes y manipular, incluso con IA, para poner en boca de alguien lo que no ha dicho.

 

Existen algunas posibles medidas para detectar todos esos bulos, pero no son sencillas, y requieren la participación activa del lector, como no fiarse de los titulares que sean muy sensacionalistas, ver si hay conflicto de intereses, desconfiar del lenguaje especulativo o fijarse en si los estudios publicados se basan en muestras demasiado pequeñas y sin grupo de control.

 

Gemma Teso Alonso recuerda que las redes se han vuelto hegemónicas en el mundo de la información y lo han hecho sin ningún tipo de control. Ahora se está empezando a hablar de la reglamentación en la Unión Europea, pero “llega diez años tarde”.