IGUALES

Webinar "Mode Dislexia, actitud estudiante y aptitud docente"

La Complutense se une a la celebración del Día Internacional de la Dislexia

Texto: Jaime Fernández, Texto: Jaime Fernández - 8 oct 2020 13:02 CET

La Fundación General de la Universidad Complutense, en colaboración con Madrid con la Dislexia, Plataforma Dislexia y la CRUE, ha celebrado, este 8 de octubre, el webinar "Mode Dislexia, actitud estudiante y aptitud docente" en el que estudiantes, expertas de diferentes centros universitarios y asociaciones han compartido testimonios y experiencias sobre las metodologías, las diferentes formas de intervención y el conocimiento en torno a la dificultad específica del aprendizaje que supone la dislexia. Bienvenida Sánchez Alba, del Centro de Formación del Profesorado de la Universidad Complutense de Madrid, explicó que el título elegido para este webinar parte de la idea de que "vivir satisfactoriamente es cuestión de actitud y aptitud". Rosa María de la Fuente Fernández, vicerrectora de Estudiantes de la UCM, añade que la dislexia es "un tema que nos preocupa tanto en la universidad como en las adaptaciones de la EvAU", y también como fenómeno asociado al abandono de los estudiantes, así que "hay que realizar estudios en mayor profundidad para ver qué ocurre en las aulas y para que los docentes estén más alerta, aunque en la UCM ya hay un protocolo y una atención personalizada en cada una de las facultades a través de las Oficinas de Diversidad".

 

 

Francisca Dolores Serrano Chica, vicedecana de Movilidad y Relaciones Internacionales de la Universidad de Granada, asegura que hoy "es un día fantástico para apoyar y recordar a todos los que trabajan de manera altruista en asociaciones como Madrid con la Dislexia, que tienen una labor fundamental de sensibilización y visibilización". Cuenta Serrano Chica que ella empezó a trabajar en el tema de la dislexia para identificar los signos de índole cognitiva, fluidez y velocidad de la lectura de los niños, y se dio cuenta de que "cuando se mide la velocidad se detectan muchos más casos de dislexia de los habituales, y de hecho eso ayudó a una mayor detección en el ámbito de lengua hispana". El estudio de Serrano Chica, además de desarrollarse en la Universidad de Granada, se extiende a una clínica donde "se atiende de manera gratuita a todas las personas que se pueden y empezaro a llegar casos de niños que no querían ir a la escuela, o incluso que no querían seguir viviendo por no estar a la altura de sus compañeros".

 

Para hacer frente a esos problemas, se creó Galexia, una app gratuita en forma de videojuego, ya que se dieron cuenta de que "si añadían motivación y trataban de una forma no específica, los niños mejoraban todavía más, incluso esos niños que no querían seguir viviendo. Algunos niños incluso pasaron de rechazar la lectura a querer apuntarse a la biblioteca".

 

Desde la Universidad de Granada se han realizado intervenciones en aspectos específicos de dislexia, a nivel de lenguaje escrito, a través de un programa de seis meses y "se encontró que los niños que recibieron la intervención en ortografía, fonología... mejoraron todos los valores de autoestima, el autoconcepto y disminuyó la ansiedad y los problemas de comportamiento. La conclusión es que el tratamiento en aquello que es específico mejora no sólo las habilidades del lenguaje escrito, sino también aspectos psicológicos".

 

Esa conclusión ha llevado a la evaluación del potencial del aprendizaje, donde no sólo se miran las dificultades de los niños con dislexia, sino también cómo podrían mejorar si se interviene con ellos desde el primer momento, porque se ha demostrado, de acuerdo con Serrano Chica, que "los niños con dislexia tienen potencial de aprendizaje al mismo nivel que lo tienen los demás niños". Bienvenida Sánchez Alba reconoce que ella misma, que también es disléxica, estuvo a punto de abandonar sus estudios, porque nunca terminaba los tests que les ponían en el colegio para evaluar los CI, pero "si se hace caso a las zonas en las que cada uno tenemos las fortalezas, se puede llegar a donde cualquier otra persona pueda llegar. No hay dislexia, sino disléxicos, porque hay un abanico muy distinto".

 

Sara Pinzi, profesora titular de la Universidad de Córdoba, presentó el proyecto Vrailexia, que ella misma dirige y que es un "sistema de detección y apoyo a través de realidad virtual e inteligencia artificial para mejorar la motivación y la autoestima, al tiempo de hacer una red a nivel europeo para compartir material didáctico". El proyecto, que se pone en marcha este mismo 8 de octubre, busca que se pueda adaptar el sistema educativo para que todos puedan desarrollar su potencialidad.

 

Las asociaciones

Gloriana Hernández Plaza, gestora de la asociación Madrid con la Dislexia, informa de que su asociación se ha reactivado con cuatro objetivos: conseguir un marco legislativo que no existía en la Comunidad de Madrid, algo que se logró en diciembre de 2014, aunque "sólo con varios puntos básicos y con muchas cosas sin conseguir"; acompañar y asesorar a las familias que iban a pasar por el camino del diagnóstico, tratamiento o intervención; formación del profesorado, "algo que se hace en colaboración con la UCM, con una jornada anual", y por último es conseguir becas para el tratamiento de logopedia por parte del Ministerio de Educación.

 

Las propuestas de Madrid con la Dislexia se basan en dos estudios, uno de la Universidad Carlos III, en el que se investigó cómo afecta y mejora el rendimiento con las adecuaciones necesarias y con el uso de las tecnologías; y otro informe de un pedagogo en el que se especifica la forma en la que se deben adaptar los exámenes tipo test, como fragmentar las preguntas en bloques para tener pausas de descanso, enunciados en negrita y destacar las palabras clave.

 

Esther López Carbajales, presidenta de la Plataforma Dislexia, explica que el fracaso escolar en España está muy relacionado con la dislexia, sobre todo porque "somos el segundo país europeo en abandono prematuro de los estudiantes de 18 a 24 años, sólo superados por Malta". Se supone que cinco de cada 100 niños tienen problemas de dislexia, pero "pueden ser incluso un 15% en nuestro país, y es posible que uno de cada tres de los que abandonan los estudios sean disléxicos".

 

Uno de los problemas fundamentales, de acuerdo con López Carbajales, es que no hay una estrategia nacional de detección temprana, así que no se trabaja de forma adecuada con ellos. Según ella, "la evolución en el abordaje de la dislexia en los últimos diez años ha sido muy escasa, o no se detectan los casos o, si lo hacen, el circuito para obtener el diagnóstico es inexistente a nivel público, tampoco en la escuela ni en los institutos hay protocolos".

 

En cuanto a las adecuaciones de la EvAU opina que son diferentes entre las comunidades autónomas, y luego "hay muy pocas personas que solicitan esa adecuación, muchas veces porque los niños están cansados de luchar y se quiere que eso no ocurra, formando a familias y sensibilizando a los poderes públicos para que no ocurra". Para el uso en la universidad, de acuerdo a la presidenta de la Plataforma Dislexia, "hay una guía escrita para cualquier tipo de diversidad, que es un buen paso para que los profesores sepan cómo actuar, con la idea de cerrar la brecha que existe entre la investigación y la aplicación".

 

Testimonios de estudiantes

A lo largo del webinar se han podido ver vídeos grabados por diferentes estudiantes universitarios de diferentes centros de toda España. La primera de ellas, María Zapatero, estudiante de Derecho y Criminología, ha explicado que fue en 1º de la ESO cuando le diagnosticaron que era disléxica, así que se tuvo que "ir a Irlanda para estudiar de manera más dinámica" y luego continuó sus estudios en Francia. Al volver a España encontró un instituto donde le ayudaron bastante y la EvAU se la pudo estudiar con apuntes, vídeos y power points, aunque cuando fue a presentarse había una pregunta mal formulada y se quedó media hora bloqueada, se puso a llorar y le entró un ataque de histeria. Afirma que "la gente con dislexia no son tontos, sólo que les cuesta un poco más, por la distorsión ortográfica que tienen muchos de ellos, así que por favor, que no se rían de ellas, algo que ocurre incluso entre algunos profesores".

 

David Fuentes, estudiante de Arquitectura en la Universidad Politécnica de Cataluña, cuenta que hizo la EvAU en la UAM y en ese examen tuvo dos medidas de adaptación, por un lado treinta minutos extra al final del examen, lo que le ayudó bastante para repasar con más calma, fijarse si había hecho faltas... Y por otro se le otorgó un examen con las líneas más espaciadas y un cuerpo más grande de letra, lo que se aplicó en todos los exámenes y eso le ayudó mucho.

 

La vicerrectora de Estudiantes de la UCM reconoce que hay algunas dificultades para llevar a cabo adaptaciones, aunque sí se hacen todos las comentadas por David Fuentes, pero "muchos estudiantes con dislexia, por ejemplo, no quieren ubicarse en un lugar distinto para no sentirse diferentes." Otras adaptaciones como las que tienen que ver con la ortografía son muy difíciles, porque "hay que garantizar una corrección igual para todos y al mismo tiempo permitir las adaptaciones curriculares. Es difícil compatibilizarlo y para eso una de las cuestiones que hay que conseguir es que las adaptaciones sean previas al examen, porque es muy difícil introducirlas en las correcciones, ya que nunca es deseable que el corrector pueda saber a quién corrige. En este trabajo previo es fundamental el esfuerzo que están haciendo las asociaciones para conseguir modificar la legislación de la que bebemos las universidades".

 

Amaya, de Ciencias de la Danza en la Universidad Europea de Madrid, reconoce que en la parte teórica, sobre todo en la ortográfica y en la toma de apuntes ha tenido problemas y piensa que "en las universidades deberían dar los apuntes para poder escuchar en el aula", porque escribiendo se pierde y no sabe de qué va la clase. Cree que "habría que buscar otra forma de hacer los exámenes, quizás oralmente o no ser tan exigente en la parte ortográfica, especialmente en el TFG".

 

Concluye la vicerrectora Rosa María de la Fuente que "hay que salvar el espacio que hay entre la investigación y la implementación real a lo largo de la vida de los estudiantes" a lo que hay que sumar el trabajo de "las Oficinas de la Diversidad de cada Facultad para que haya adaptaciones curriculares lo más amplias posibles". Al reto de la adaptación habitual hay que añadir este año la del contexto de la COVID19, para lo que "se está haciendo un gran esfuerzo, y a pesar de todos los retrasos y dificultades que puedan surgir en este curso tan complicado, se está intentando cumplir con todas las necesidades en los diferentes procesos de aprendizaje y normativas".