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Pedro Antonio González Calero, director del máster en Desarrollo de Videojuegos de la UCM

Dos décadas creando videojuegos

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 31 ene 2024 18:55 CET

Cuando se creó el máster en Desarrollo de Videojuegos de la UCM, allá por 2004, introducir una disciplina como esta en los estudios de postgrado de la universidad era algo, cuando menos, sorprendente. Veinte años después, el máster, dirigido por Pedro Antonio González Calero, catedrático del Departamento de Ingeniería del Software e Inteligencia Artificial de la Facultad de Informáticase ha convertido en un referente en nuestro país. A él se ha unido un segundo máster en Diseño y Desarrollo de Videojuegos.

 

Pedro Antonio González Calero cuenta que él llegó a los videojuegos, no por ser un gamer apasionado, sino por el grupo de investigación en Inteligencia Artificial, que ya dirigía por aquel entonces. Recuerda que, en 2001, “el congreso más importante en IA, que se celebró en Seattle, tenía como tema cómo de lejos estaba la IA de lo que Kubrick predijo en su película”. En esa época hubo también artículos en los que se planteaba que la Inteligencia Artificial estaba muy lejos de crear agentes inteligentes como el HAL9000, con la excepción de los videojuegos, donde sí se podría hacer una IA general que se comportase como una persona que jugaba.

 

A partir de aquella idea los investigadores en Inteligencia Artificial se empezaron a fijar en los videojuegos como un ámbito donde desarrollar técnicas y aplicarlas, a lo que hay que sumar que “decir que estabas investigando en videojuegos era una manera óptima de conseguir estudiantes buenos”.

 

Aquello coincidió con dos estudiantes que empezaron a hacer con González Calero el doctorado, los hermanos Gómez Martín, Pedro Pablo y Marco Antonio, que ahora son los codirectores de los dos másteres de videojuegos que hay en la Facultad de Informática de la Complutense. Los tres empezaron a investigar en algo que ahora está muy en boga, como es el uso de los videojuegos para enseñar, la famosa gamificación.

 

Pronto se dieron cuenta de que había muy poca literatura científica relacionada con los videojuegos, y casi todo lo que se sabía de ellos era del mundo profesional, así que se metieron en congresos de profesionales para enterarse de cómo se estaban haciendo los videojuegos, y en 2004 se empezó a pensar en montar un título propio sobre todo lo que habían aprendido.

 

El máster

Para hacer dicho máster entendieron pronto que necesitaban profesionales, y “por unas casualidades de la vida, el actual asesor del vicerrectorado de Estudiantes, Borja Manero, jugaba al pádel con el director más importante de la empresa de videojuegos de aquella época, que era Pyro Studios, los que hacían el famoso Commandos”. A través de Manero consiguió el contacto y propuso la idea del máster a los responsables de Pyro Studios, con la suerte de que algunos de los mejores profesionales se interesaron en ir a dar clases a la universidad, como Javier Arévalo, Unai Landa, Sergio Garcés

 

Trabajando con ellos se diseñó el máster, que, “siendo honestos, no fue el primero de España, porque el año anterior, en 2003, se había creado otro en la Universidad Pompeu Fabra”. Al principio era una apuesta arriesgada porque “ya entonces había pleno empleo de informáticos, y que un informático quisiese pagar por hacer un máster no era lo más habitual, aunque en el mundo de los videojuegos había mucho vocacional, mucho interés, y no tenían donde formarse”.

 

De ahí que, desde el principio, el máster se planteó como un empujón a un ingeniero en Informática para entrar en el mundo profesional en los videojuegos, con una mezcla entre investigadores, profesores de la universidad y profesionales, que “durante estos veinte años ha seguido funcionando y creciendo desde los 15 a los 50 estudiantes, consolidados como una de las grandes ofertas formativas en este campo”.

 

Unos años más tarde Pyro Studios dejó de colaborar con el máster porque ellos mismos abrieron U-tad, un centro formativo de tecnología y arte digital, y el socio pasó a ser MercurySteam. Junto a los profesionales de esa empresa, la mayor parte de los profesores que imparten clases en el máster son antiguos alumnos, que ya ocupan puestos de responsabilidad en las empresas de los videojuegos, “es un círculo virtuoso de formar a gente que se introduce en el sector profesional, donde quería estar vocacionalmente, y vienen a dar clase en nuestro máster”.

 

Salida profesional

En el diseño de videojuegos, de acuerdo con González Calero, hay tres grandes roles: los ingenieros, los responsables de la parte visual y los diseñadores, que son los que inventan las reglas del juego. Inicialmente sólo se formaban programadores, pero algunos de los que salían del máster se estaban colocando como diseñadores, así que en 2013 se creó el máster de Diseño y Desarrollo de Videojuegos.

 

En este segundo máster la inserción laboral no está asegurada en un 100%, mientras que en el máster original sí que se acerca a esa cifra, aunque no todos en el sector del videojuego, porque “en España no es un sector tan grande, aunque es cierto que está creciendo mucho, y a veces porque los ingenieros informáticos que salen del máster prefieren irse a otros sectores con sueldos más altos”.

 

En España hay dos polos de desarrollo de videojuegos fundamentales, que son Madrid y Barcelona, tanto por empresas locales como por multinacionales que se establecen aquí, “gracias a que hay buen talento, buenos centros de formación y que somos más baratos que Reino Unido, Canadá y Estados Unidos”. Históricamente Barcelona ha sido el centro de desarrollo de juegos para el móvil, mientras que Madrid lo ha sido para consolas, aunque “el crecimiento depende de hacia donde va la industria y cada vez se están abriendo más estudios que desarrollan videojuegos para el móvil”.

 

Los estudiantes

En el máster de Desarrollo de Videojuegos prácticamente la totalidad de estudiantes son ingenieros informáticos, porque se exige un nivel de programación bastante alto, mientras que el de Diseño es mucho más multidisciplinar, desde ingenieros hasta estudiantes de Bellas Artes y de Comunicación Audiovisual, porque “al final la parte del diseño tiene que ver con guion y con narrativa audiovisual, y aunque no es necesario que tengan una formación previa se les ofrece un curso cero opcional para que la gente que tenga menos conocimiento sobre programación se pueda nivelar durante el primer mes para poder seguir el curso”. De todos modos, dependiendo del background y los intereses de cada uno, los estudiantes del máster de Diseño se especializan en un área u otra.

 

La mayoría de los estudiantes, de acuerdo con González Calero, son gamers, porque esto es una manera de “hacer del ocio, una profesión”. Al director del máster, sin embargo, le interesa más que es “algo extremadamente técnico, desde el punto de vista de la ingeniería y de la programación, y donde hay que sacar el mayor partido del hardware para el que se están creando los juegos, y también es interesante que es un trabajo multidisciplinar, donde hay que relacionarse con diseñadores y artistas, metiéndote en un entorno muy enriquecedor, y eso también lo perciben los estudiantes que se acercan a estos másteres”.

 

Los videojuegos

En estos másteres, la evaluación consiste en el desarrollo de un gran juego que es el proyecto del fin de máster, que sirve, sobre todo, como portfolio para encontrar trabajo, porque fundamentalmente hay una orientación para “formar a gente cuya primera opción sea ir a una empresa mediana o grande, y seguir formándose allí”.

 

Reconoce el director del máster que, hoy en día, es muy difícil trabajar al margen de esas empresas, y los que conocen que sí lo hacen, son personas que, después de haber pasado unos diez años por una empresa grande, tienen sus ahorros y deciden crear una empresa pequeña de desarrollo de videojuegos.

 

Resalta González Calero que bajo el concepto de videojuego se engloban tanto pequeños juegos diseñados para gastar dinero hasta juegos narrativos pensados para contar una historia, sensibilizar o aprender. Aunque las dos cosas, “se llaman videojuegos, la experiencia, el tiempo que gastas o cómo están concebidos no tiene nada que ver”.

 

Una de las cosas divertidas y exigentes del máster, de acuerdo con el catedrático complutense, es la necesidad de actualizarlo constantemente, año tras año, porque se introducen técnicas o tecnologías nuevas, para que “el salto de las aulas al sector profesional sea mínimo”.