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El curso de verano “Golf y sostenibilidad” muestra la aportación a la biodiversidad del Real Club de Golf La Herrería
Texto: Alberto Martín, Fotografía: Alberto Sanz - 11 jul 2025 12:17 CET
Del 8 al 10 de julio el Real Club de Golf La Herrería, en San Lorenzo de El Escorial, ha acogido las jornadas “Golf y sostenibilidad, parte 2”, incluidas en la programación de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense. En ellas se han abordado todos los aspectos que hacen que un campo de golf sea sostenible: turismo, digitalización, financiación, competitividad, deporte, medioambiente... “Aquí se ha mostrado la vanguardia del conocimiento en esta área. No hay mejor curso que este sobre golf y sostenibilidad en España y en Europa”, afirma el director de las jornadas y consultor medioambiental, Juan José Cerrón.
La última jornada del curso se inició con una demostración de dos tipos de actuaciones que se llevan a cabo en el Real Club de Golf La Herrería, enmarcadas en su plan de acción de biodiversidad que, a su vez, forma parte de su Plan Estratégico de Sostenibilidad, en el que, por ejemplo, también figuran sus actuaciones en energías renovables o de economía circular. Como explica el propio Juan José Cerrón, La Herrería lleva implementando desde hace 20 años acciones de desarrollo sostenible, lo que ha generado que sus servicios ecosistémicos naturales sean muy elevados y de gran calidad. No obstante, cada año su plan de biodiversidad contempla acciones directas. Dos de ellas son, como pudieron observar los asistentes al curso –y también los espectadores de Telemadrid, ya que se retransmitió en directo- la reintroducción de pollos de lechuza, y la puesta en libertad de cernícalos comunes una vez ya pueden valerse por sí mismos.
Ambas actuaciones tienen un mismo objetivo: llevar a cabo el control biológico, a través de soluciones basadas en la naturaleza, de especies que provocan un daño mediambiental, como pueden ser los pulgones, insectos, roedores y topillos. La reintroducción se hace por la denominada técnica de hacking. “Criamos en cautividad -explica Cerrón- a crías que no pudieron ser atendidas por sus madres por un proceso de troquelamiento, y luego las introducimos manualmente en casetas artificiales repartidas a lo largo del club”. Durante unas semanas, se desarrolla un programa específico de crecimiento, facilitando su alimentación, hasta que las crías son viables, y ya pueden, como explicó Fernando Garcés, de GREFA, actuar sobre poblaciones de topillos, roedores e insectos en turnos de “día y noche”, ya que los cernícalos actúan de día y las lechuzas de noche. “Evitamos así –explica Juan José Cerrón- el uso de pesticidas, rodenticidas… y evitamos hacer daño a otras especies, incluso protegidas, que también habitan en el propio campo”.
Pero lechuzas y cernícalos no son las únicas aves que “patrullan” La Herrería. En concreto, el campo cuenta con 113 casetas, que son revisadas y reparadas, en caso de ser preciso, cada año. En el balance realizado el pasado año 2024 se pudo comprobar que casi el 95 por ciento de ellas fueron utilizadas no sólo por las especies reintroducidas, sino por otras muchas que las utilizan para criar a sus pollos. Así, se anillaron 154 pollos de herrerillo común, 46 de gorrión molinero, 4 de trepador azul, 169 de papamoscas cerrojillo, 38 de carbonero común y 4 de agateador común. “El campo, además, exporta biodiversidad, y las especies que reintroducimos se van extendiendo a otras zonas próximas”, añade el director del curso, quien también destaca como otros mamíferos –zorro, garduña, lirón…- que habitan el campo también contribuyen en este control natural de la biodiversidad del Real Club de Golf de La Herrería. “Y no podemos olvidar la polinización, que es la base de todo. Todas estas flores no tienen solo un objetivo ornamental”, concluye Cerrón.