CURSOS DE VERANO
El economista Aldo Olcese inaugura las conferencias extraordinarias de esta edición de los Cursos de Verano
Texto: Jaime Fernández - 7 jul 2021 17:54 CET
Aldo Olcese creó ya hace años el concepto de “capitalismo humanitario”, una idea que parece contradictoria en sí misma, pero que él considera fundamental porque sin ella “no habrá una buena sostenibilidad”. Ese capitalismo humanitario de Olcese se basa en la democratización inclusiva del proceso de gestión empresarial y en el desarrollo de la fraternidad, “uno de los pilares de la democracia”. El economista ha expuesto sus teorías en la primera de las conferencias extraordinarias de esta edición de los Cursos de Verano de la Complutense.
Cuenta Aldo Olcese que participó en estos mismos cursos hace 34 años, justo en su edición inaugural, cuando tenía 27 años y era ya consejero delegado de una empresa. En aquel momento impartió una conferencia llamada “Del taylorismo a la empresa humanista, que fue revolucionaria para la gente joven”, pero sus colegas del mundo empresarial “quedaron noqueados por sus tesis”.
La tesis de Olcese se fundamenta en cuatro elementos: la existencia de una gran crisis, el capitalismo humanista como la solución, la gran impostura contra la que hay que luchar y cómo vamos a combatirla. Con respecto al primer punto, señala el conferenciante que en las crisis hay siempre razones objetivas que se pueden cuantificar y otras subjetivas, “que dependen de nosotros como seres humanos, porque también tenemos una caída libre de algunos valores fundamentales vinculados con el humanismo”. Para Olcese ese concepto consiste en “poner a la persona por delante de todo, un gran reto que cuesta mucho, sobre todo en las organizaciones empresariales”.
Cree además que la empresa puede ser el epicentro del nuevo humanismo, por exclusión, ya que no van a serlo otros dos pilares como son la clase política y la familia, la primera porque Olcese ya no confía en los políticos, y la segunda porque ahora supone “un concepto diferente y la sociedad en la que nos movemos no se caracteriza por modos y maneras que primen un comportamiento humanista”.
Nuevo capitalismo
Opina Olcese que “va a suceder lo que nadie piensa ahora mismo en el mundo empresarial, que es la democratización inclusiva del proceso de gestión empresarial o capitalística”. Aclara el economista que “no se trata de una gestión modelo comunista, sino que implicaría el uso de las tecnologías para crear plataformas de participación digital para que las empresas interactúen con sus grupos de interés, preguntándoles, recabando opinión, votando aquellas cosas que tienen un gran impacto social o sobre la propia compañía o sobre la vida de los ciudadanos”.
Para Olcese eso permitiría dejar fuera a los sindicatos de las decisiones empresariales, aunque también reconoce que las respuestas que se obtuvieran con esos mecanismos tecnológicos no tendrían que ser vinculantes, aunque sí servirían como un dato a tomar en cuenta.
Según Olcese, hasta ahora las plataformas de participación ciudadana se han asociado a los antisistema, cuando en realidad las empresas deberían “ser los antisistema del sistema, ser auto reformadores, con mayor capacidad de hacer cambios que los que están fuera. Hay un montón de cosas en las que hay que estar alineados con los antisistema, porque no hay mayor principio que sustente el liberalismo que el autocontrol, y ahora estamos en la regulación y los recortes porque brilla por su ausencia nuestra capacidad de autocontrolarnos que es cercana a cero”.
La gran impostura
Otro concepto que maneja Olcese es el de la “gran impostura”, que es la de la clase política, “porque estamos en un mundo donde la política se ejerce desde la potestas y muy poco de la autoritas, debido a la disminución de la calidad de los políticos”. Observa el economista una descomposición del concepto del bien común, que ha sido el eje central de las democracias modernas, y “ha sido sustituido por el bien de los partidos políticos”.
Cree Olcese en la responsabilidad individual frente a la “irresponsabilidad comanditaria”, que también denomina “el poder gregario de la Inteligencia Artificial (IA)”. El economista reconoce no renegar de la IA, porque “es el centro de la modernidad, pero no puede apoderarse de nosotros, ni superponerse al ser humano. Hay cada vez más decisiones que se toman por el poder gregario de la IA, que afirma que, sea lo que sea, si es seguido por una mayoría eso es lo que vale, ya no tienen espacios ni elites ni intelectuales, sino que ahora hay influencers que inciden en la conducta de muchos”.
Según el conferenciante, “la responsabilidad individual está a la baja, cuando en realidad está en el centro y el cénit de nuestra visión moderna de la vida, el mundo y la sociedad que conocemos. En todas las épocas se ha luchado por ello y ahora tenemos derechos comanditarios que reducen la calidad de liderazgo individual. El mal está más en nosotros mismos y no somos capaces de verlo, porque hay un gran proceso de autoimpostura. Hay muy poca gente en condiciones de enfrentarse a ello, sólo los que tienen capacidad de formarse un criterio propio, no uno inducido por la fuerza gregaria de la IA que es muy poderosa”.
Fraternidad
Para luchar contra esa fuerza gregaria Olcese pide generar “anticuerpos, colesterol del bueno, que puede surgir desde la esencia de la democracia: libertad, igualdad y fraternidad”. Explica el economista que la libertad se ha desarrollado muchísimo y si se hiciera un análisis de las regulaciones de los últimos dos siglos, la inmensa mayoría de las decisiones políticas lo han sido en defensa de las libertades. Ahora se trabaja mucho en la igualdad, y es un proceso que se acentúa y acelera en todos los países democráticos, pero sin embargo “la fraternidad no se ha podido regular, porque no puedes obligar a nadie a ser fraterno y ser una buena persona. Ahí es donde surgen nuestros problemas, porque ese pilar se ha quedado enano, y cada vez es más enano, porque no hay normas que nos obliguen y las responsabilidades individuales cada vez son menores”.
Cree Olcese que “sin fraternidad no habrá una buena sostenibilidad, ni una buena digitalización, porque se superpondrán las máquinas al ser humano, y será malo para el conjunto de la humanidad”. Apostilla que aunque sea “una cursilada decir que la única certeza verdadera es la fuerza del amor, hay que hablar de ello, de un amor al semejante, a un familiar, a un compañero, a quien sea, da igual, porque ese colesterol del bueno, esa fraternidad sólo puede promoverse desde la fuerza del amor”.