ÁGORA

Teodoro Álvarez y Silvia Agosto entregan el premio a Mario Gutiérrez

El estudiante complutense Mario Gutiérrez Blanca gana el segundo certamen de miniensayo “Teodoro Álvarez Angulo”

13 jul 2021 09:59 CET

El pasado 10 de junio se falló el Segundo Certamen Interuniversitario Hispanoamericano de Miniensayo “Teodoro Álvarez Angulo”, convocado Didactext, grupo de investigación de la Facultad de Educación de la UCM. Abierto a cualquier estudiante de universidades españolas e hispanoamericanas, el jurado tras la lectura de todas las obras presentadas decidió conceder el premio al miniensayo “Los olvidados de la pantalla”,presentado a concurso bajo el pseudónimo “Rafael Albértigo” y cuyo autor es Mario Gutiérrez Blanca, estudiante de la Universidad Complutense.

 

El Certamen lleva el nombre de Teodoro Álvarez Angulo, en reconocimiento al fundador del grupo Didáctica de la Escritura "Didactext", que desde su constitución en 2001 busca, como explica en su página web, "elaborar un marco explicativo sobre la comprensión y producción de textos, partiendo de la hipótesis de que existen diversas variables (sociales, culturales, cognitivas, afectivas, entre otras) que actúan en los procesos de producción de un texto escrito y que si cada una de esas variables es tenida en cuenta en el desarrollo didáctico de la expresión escrita, los alumnos mejorarán en su competencia textual". El grupo, como se señala en las bases del Certamen, defiende la producción escrita como una "herramienta idónea para aprender" y considera que es responsabilidad de las instituciones educativas "acompañar a los alumnos para que sean capaces de encontrar y construir su propia voz". Este Certamen ha buscado "promover la escritura entre el alumnado universitario, y rendir un homenaje a nuestro maestro y a todos los profesores que en sus clases incentivan a sus alumnos a desarrollar esta destreza".

 

La obra ganadora del I Certamen, fallado en abril de 2020, fue "Contextos diferentes: experiencias diferentes", presentada bajo el pseudónimo "Dreamer", y cuyo autor es Agustín Salas Padilla, de la Universidad de San Buenaventura (sede Cartagena de Indias) de Colombia.

 

Han participado en la valoración de los textos presentados a esta II edición la escritora Sofía Rhei, en calidad de presidenta del jurado, y los siguientes profesores, expertos en lengua castellana y literatura (por orden alfabético): Salvador Álvaro García, profesor jubilado de la Universidad Complutense de Madrid; Ana María Marcovecchio, profesora de la Universidad Católica Argentina y de la Universidad de Buenos Aires; María Antonia Osés, profesora de la Universidad Católica Argentina; Daniel Mauricio Rodríguez León y Mariana Valencia Leguizamón, profesores de la Universidad del Quindío, Colombia.

 

El premio consta de un certificado acreditativo, un lote de libros y la publicación del miniensayo en una edición de las revistas Tribuna Complutense, de la Universidad Complutense de Madrid, y Polilla, de la Universidad del Quindío, Colombia.

 

LOS OLVIDADOS DE LA PANTALLA

 

Hay dos cosas que dicen mucho de una sociedad: lo que quiere y lo que cree posible, la naturaleza y los bordes de la utopía. Adoptada por los Estados miembros de la ONU, la Agenda 2030 plantea 17 objetivos orientados principalmente a erradicar la pobreza, a combatir las desigualdades, a construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas y a garantizar la protección del planeta. Hasta aquí el terreno de los deseos. Ahora, ¿hasta dónde alcanza lo posible?

Resulta evidente que la crisis de la COVID-19 ha modificado las condiciones materiales en que ha de implementarse este programa. Entre otros, uno de los aspectos que ha cambiado la pandemia es nuestra relación con la tecnología. La extensión del teletrabajo y el desplazamiento de gran parte de nuestra actividad social y afectiva hacia territorios virtuales ha supuesto una campaña de alfabetización digital masiva.

Este proceso tiene claros efectos en la educación. Según la Agenda 2030, en diez años se habrá de «garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos». En este último punto, la tecnología y su manejo cada vez más extendido abren múltiples posibilidades. Y no solo para los jóvenes. La formación en línea permite salvar limitaciones espaciales y temporales y ampliar el acceso a la educación a todas las etapas de la vida.

No obstante, el cruce entre tecnología y pobreza que ha hecho emerger la pandemia permite plantear una cuestión: ¿de qué sirve esta alfabetización masiva en la tecnología si todavía muchos no tienen acceso a ella? La utopía tecnológica y educativa se topa con un obstáculo: la brecha digital, la última actualización de la pobreza. Las transformaciones vendrán. Eso es seguro. ¿Pero quién se acordará de los olvidados de la pantalla?

 

Pseudónimo: Rafael Alvértigo

Autor: Mario Gutiérrez Blanca, Universidad Complutense de Madrid (España)