CULTURA

César Lucas contempla una de sus fotografías

El fotoperiodista César Lucas inaugura la exposición de sus mejores imágenes en Ciencias de la Información

Texto: Alberto Martín, Fotografía: Jesús de Miguel - 25 sep 2025 10:30 CET

Una masterclass de lujo de uno de los mejores fotoperiodistas españoles de todos los tiempos. Eso es lo que se llevaron las decenas de estudiantes de Ciencias de la Información que acudieron a la conferencia de presentación de la exposición “César Lucas. Imágenes con historia”, que se puede visitar en los pasillos del Decanato y de la Biblioteca de este centro hasta el próximo 24 de octubre.

César Lucas (Cantiveros, Ávila, 1941) es conocido, sobre todo, como uno de los principales fotógrafos de la Transición; muchas de sus fotografías en El País son iconos de aquella época. Pero, como él mismo destaca, aquello fue solo una época de una vida profesional mucho más extensa, que dio comienzo en 1957, con apenas 16 años, y se extendió hasta 2009, cuando se jubiló. Desde entonces sigue haciendo fotos, “pero las que yo quiero”, antes “las hacía por obligación. Eran trabajo”. En esta última frase se condensa mucho de lo que ha sido César Lucas. “Siempre fui muy disciplinado y muy riguroso. Iba a cubrir lo que me encargaban. Nunca rechacé un trabajo por no ser de mi estilo, sino que siempre intenté hacer cada trabajo muy bien. ¿Por qué? Porque esas fotografías no eran para mí, sino para quienes las vieran y yo quería que tuvieran algo de interés para la gente que las viera, que en algunos casos eran muchas, porque se publicaron en medios que tenían grandes tiradas”. Primera lección: todos los trabajos exigen lo mejor de uno mismo.

 

Segunda lección: no hay que acomodarse, salir de la zona de confort una y otra vez, te hace mucho mejor. “Muchos me dicen que he sido el que mejores fotografías hacía, pero yo sé que no soy el mejor fotógrafo. Hay muchos que eran mucho mejores, pero, a diferencia mía, no se decidieron a viajar por el mundo y a conocer distintos medios, que es lo que a mí más me ha enriquecido como fotógrafo”. Lucas, a lo largo de su vida profesional, pasó por medios muy diferentes. Empezó en la agencia Europa Press, luego fue al diario Pueblo –“mi auténtica escuela”-, después fundó la agencia Cosmo Press para vender fotografías de nuestro país a medios extranjeros, más tarde trabajó en la revista Viajar, hizo fotografías de moda, retrató a actores y actrices de Hollywod, a lo más granado de la cultura española… Y en medio de todo esto, El País. “Cebrián me llamó y me propuso ser editor gráfico y jefe de fotografía de un nuevo periódico que estaban montando. Me tiré de cabeza a ello. Fue una experiencia única e irrepetible”, resume, no sin destacar su mayor logro en aquellos años. “Logré, y así se incluyó en el Libro de Estilo del periódico que todas las fotografías estuvieran firmadas por su autor, incluidas las de las agencias -las agencias son distribuidoras, no autoras- y las de archivo. Al poco tiempo muchos medios comenzaron a hacerlo también”. Tercera lección: buscar el bien común.

 

Una cuarta lección que Lucas dejó a los estudiantes de Ciencias de la Información -y también a los muchos profesores presentes en una repleta sala Svetlana Alexievich, comenzando por quienes le acompañaron en la mesa: la vicerrectora de Cultura, Isabel García; el decano, Ángel Luis Rubio; el presidente de la Asociación Nacional de Informadores Gráficos de Prensa y Televisión, Víctor Lerena; el comisario de la muestra, Antonio Graell, y la profesora Alicia Parras, encargada de presentar a los estudiantes a César Lucas- es el afán por estar al día, la necesidad de conocer los avances de la profesión. La digitalización supuso en el mundo de la fotografía un antes y un después. A diferencia de muchos de sus compañeros, según contó, él siempre vio con buenos ojos esta revolución, por lo que se informó, aprendió y en cuanto pudo sacó el carrete de la cámara. “Yo nunca he sido de los de conocer lo que se hacía antes, sino que he preferido saber cómo se va a hacer mañana”, sentencia. Hoy, ya jubilado, sigue aprendiendo. “Me sigo apuntando a todo lo nuevo”. Según nos confiesa, la mayoría de las fotos que hoy hace ya no las dispara con su cámara, sino, como quienes le escuchan, con su teléfono móvil.

 

La charla va terminando y ante las preguntas de los asistentes se va centrando en diferentes anécdotas. Entre ellas, la de la famosa visita del Che Guevara a Madrid en 1959, de la que solo dieron fe sus fotografías -en concreto el rollo de 12 que tiró con su cámara Rolleiflex- y la reacción de un ministro al ver su icónica foto, conocida como “la del puñito”, en la que un niño sonríe con esperanza en una manifestación en 1976: “¿Qué pasa, que España va a ser comunista?”

 

“¿Cuál es su fotografía preferida?”, le pregunta un estudiante. “Todas tienen su carga emocional para mí; unas más y otras menos, pero todas la tienen. Por eso, mi favorita siempre es la última que haya hecho”. Última lección: vive siempre el presente; lo mejor está aún por llegar.