ÁGORA

Una de las sesiones celebradas en el salón de actos de Económicas y Empresariales

El VII Congreso Internacional de Estudios del Desarrollo atisba un futuro incierto y complejo

Texto: Alberto Martín, Fotografía: REEDES - 12 jun 2024 00:00 CET

Los pasados 30 y 31 de mayo se celebró en el campus de Somosaguas el VII Congreso Internacional de Estudios del Desarrollo, “Transiciones justas y pactos para el desarrollo sostenible”, convocado por la Red Española de Desarrollo Sostenible (REEDES) y organizado por la Universidad Complutense, a través del Vicerrectorado de Relaciones Internacionales y Cooperación y el Servicio de Relaciones Institucionales, Cooperación y Voluntariado, el Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI) y el Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación (IUDC). En su gestión también ha participado la Fundación de la UCM.

 

David Álvarez, profesor de la Facultad de Ciencias de la Información y uno de los coodirectores del congreso -junto al investigador del ICEI José Antonio Sanahuja y la profesora y asesora del Vicerrectorado de Relaciones Internacionales y Cooperación, Marisa Ramos- destaca ya pasados unos días de la celebración de las jornadas el amplio debate suscitado sobre los límites del desarrollo y, más en concreto, sobre quizá los que son en la actualidad los tres grandes retos que abordar en este campo: la transición energética, la crisis de la democracia y el futuro de las políticas de cooperación. Unos debates en los que hubo249 personas inscritas, 194 de ellas de manera presencial. En las mesas de comunicaciones se presentaron 174 propuestas (170 ponencias y 4 pósteres) en el marco de las 19 líneas temáticas. Entre congresistas, comité científico, oyentes y personas voluntarias, participaron más de 350 personas   

 

- ¿Qué es REEDES?

- Es una red que nació en la UCM en mayo de 2011 y que surge de la necesidad de impulsar los estudios de desarrollo. Somos unas 25 instituciones y cerca de doscientos investigadores. En los países anglosajones estos están reconocidos como un área de conocimiento específico, muy transversal y muy interdisciplinar, con enfoques desde la economía, la sociología, la historia, las ciencias políticas, las relaciones internacionales… Aquí no lo hemos conseguido aún. Uno de los objetivos de REEDES era tratar de alcanzar el reconocimiento oficial, en la Aneca, en el Ministerio, de los estudios de desarrollo, pero aquí somos más compartimentados y no lo hemos conseguido.

 

- ¿Cuál ha sido el enfoque de esta séptima edición del Congreso, primera, por cierto, que se celebraba en la UCM?

- El primer congreso fue en Santander y, en efecto, hasta ahora nunca se había hecho ni en Madrid ni en la Complutense. La principal novedad ha sido el propio tema elegido: los límites del propio desarrollo. Si hablamos de transiciones justas, hay que hablar de hacia dónde. Las discusiones básicas han sido sobre si existen verdaderas transiciones, si es posible transitar hacia algo más allá del desarrollo o del postdesarrollo. En una globalización que cada vez es más compleja y en la que hablamos de la crisis del propio sistema económico, vemos que los límites del desarrollo son ignotos, no sabemos muy bien hacia dónde vamos a transitar. Hay voces que son más críticas y proponen modelos alternativos. En la crisis, por ejemplo, ecosocial, hay unos límites del propio planeta que están diagnosticados. Vemos que el gran reto sigue siendo el cambio climático y que transitamos hacia energías alternativas, pero que estas también tienen una gran dependencia de materiales raros o aspectos que también son extractivos, como el litio para las baterías… Entonces la discusión es hacia dónde ir, cuál es el mejor modelo, el menos lesivo y el que realmente puede ser alternativo. Algo que dejaron los expertos en el aire es que nuestro propio bienestar está en juego. ¿Estamos dispuestos a renunciar a parte de lo que ya tenemos o de lo que como sociedades desarrolladas disfrutamos a cambio de que haya mejoras en el ámbito global? No hay una respuesta única.

 

- Esto se hace extensivo a otros campos como el de la democracia o, incluso, la propias políticas de cooperación.

- En cuanto a la democracia hay grandes retos: la desinformación; la polarización, que es un grave problema para las democracias liberales; el aumento de las posiciones nacionalistas, negacionistas, o que ponen en revisión el propio sistema o los principios democráticos... Ahí la propia Europa debería ser adalid de los derechos básicos y fundamentales que consideramos básicos para un Estado de bienestar. Y luego está la propia cooperación: hacia dónde va la cooperación y qué marcos tenemos. En el caso de España hay un intento de adaptar la Ley de Cooperación, que sí que se aprobó, pero que tiene pendientes distintos aspectos regulatorios, como el Estatuto del Cooperante o la financiación, que sea creíble y acorde hacia el 0,7%, que es el compromiso en distintas etapas y con fechas señaladas. Ahí está el papel de organismos como la FIIAPP, como la SEGIP, la AECID… Y la propia Unión Europea, que tiene pendiente el tema de las migraciones. Y es que si no se hace una política de migración con mirada estratégica, continuarán las tensiones que alimentan los discursos de odio que señalan al que trata de venir como culpable de la situación. Vamos hacia la securitización de las fronteras, pero no se aborda el aspecto de la cooperación, que haría posible que nadie tenga que irse de un territorio para tratar de tener una vida mejor. No es fácil de solucionar.

 

 

- ¿Estamos en un momento crítico?

- Estamos en un momento de muchas incertidumbres y, sobre todo, estamos en un mundo que es mucho más complejo que el que nosotros, los que llevamos ya años en temas de desarrollo, heredamos. Antes había como más certezas o era más previsible hacia dónde podía moverse. Ahora hay un gran magma en la sociedad de conceptos y de cosas que no se saben, o de mantras que se utilizan de manera electoral, como pueden ser los fenómenos migratorios. Y está el tema de la crisis de la propia democracia tal como la conocemos. El sistema de partidos tampoco ha dado los resultados esperados o no ha reforzado el propio sistema democrático, sino que lo que genera es ciertas reacciones de desafecto en la población. Pero sí, las certezas cada vez son menores y desde la sociedad civil y desde la academia creo que demos reforzar todo lo que son instituciones, lealtades y mejorar la democracia en el aspecto que podamos, que sea una democracia más real, no solo por llamamientos a urnas sino también por eliminar de la vida pública ese recelo o señalar al otro como si fuera el enemigo. Una cosa es ser adversario, que haya discrepancias y distintas formas y enfoques en las políticas públicas, pero lo que tendremos que volver de alguna manera y en algún momento es a los grandes pactos, para que las cosas salgan adelante y se hagan las reformas que requiere el país y Europa. Pero bueno, el Congreso lo que ha tratado es de propiciar un marco de reflexión, tampoco podemos pretender dar las soluciones.

 

Taller sobre la coherencia de las políticas y premios para jóvenes investigadores

El 29 de mayo, el día previo al inicio del congreso, REEDES celebró su asamblea anual, que este año además de todo lo relativo a su funcionamiento (cuentas, presupuestos…) incluyó un taller sobre “Índice de coherencia de políticas”. “Fue muy interesante -valora David Álvarez-, ya que habló de algo muy lógico como es que hablamos de políticas de cooperación al desarrollo pero luego hay otras políticas, de exteriores, de comercio y demás, que influyen en la incoherencia de los estados en sus políticas públicas. No puedes, por ejemplo, apoyar la creación del estado palestino o llevar a Israel a la Corte Penal Internacional y, por otro lado, tu ministerio de Defensa le está vendiendo armas. Es una contradicción y es lo que llamamos nosotros incoherencia de políticas públicas”.

 

Coincidiendo con el congreso, el 30 de mayo, se dieron a conocer los galardonados del VII Premio REEDES para Jóvenes Investigadores, del IV Premio SEGIB-AECID de investigación sobre Desarrollo Sostenible en Iberoamérica y del I Premio GATE Center para Estudios de Desarrollo en África y Asia.

El VII Premio REEDES fue para Irene Jiménez Zumalde con su obra Incorporación de la perspectiva local en la construcción de paz. El caso de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sierra Leona. El accésit fue declarado desierto.

El IV Premio SEGIB-AECID fue para Diana Gómez-Bruna con La integración de la Agenda 2030 en la política turística: el caso de España, y el accésit para Laura Estefanía Guerrero Martín, Leidy Stefanny Camacho y Camilo Andrés Guerrero Martín con Evaluación de impactos ambientales de la instalación, funcionamiento y desmantelamiento de un Parque Fotovoltaico en la Guajira colombiana

Y el I Premio GATE Center fue para Narrativa de la ayuda internacional y retos del triple nexo ‘Asistencia humanitaria / Desarrollo / Paz y Seguridad’ en el Sahel, de Florence Cassam Chenai.