La decana de Veterinaria, Consuelo Serres, con los participantes en el Encuentro

Encuentros Complutense sitúa la producción ganadera y el consumo de carne más allá de los bulos

Fotografía: Jesús de Miguel - 2 mar 2023 16:47 CET

El primer Encuentro Complutense de 2023 abordó un tema de gran actualidad: “Mitos y bulos sobre la producción ganadera y el consumo de carne”. Como explicó María Arias, vicedecana de Investigación de la Facultad de Veterinaria, donde se celebró la sesión, el objetivo era “aclarar dudas y tópicos que surgen habitualmente entorno a la producción agropecuaria. Para hacerlo se dieron cita cuatro expertos del sector: Clemente López, catedrático del departamento de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria; Carlos Piñeiro, director de PigChamp pro Europa; María Sánchez Ruiz, experta en nutrición y planificación dietética, y José Manuel Álvarez, director de comunicación de la plataforma Carne y Salud. Lo vamos a hacer utilizando datos de fuentes oficiales y con argumentos científicos”, anticipó la profesora Arias en la introducción de la sesión. 

 

El Encuentro centró el debate en cuatro focos: sistemas de producción intensivos y bienestar animal; impacto medioambiental de las granjas; comunicación sobre la ganadería y el consumo de carne, y la calidad de la carne y salud de los consumidores. Cada una de ellas fue abordada de manera específica por cada ponente, aunque fueron muchos los aspectos que por su transversalidad fueron abordados por varios o incluso por todos ellos. 

 

El catedrático complutense Clemente López fue el primero en intervenir. Tituló su presentación con un directo “Producción animal intensiva, una actividad bajo sospecha”, y es que, como subrayó, de un tiempo a esta parte por diversos factores todo lo que se hace en las granjas está visto bajo sospecha. "Se cuestiona la forma de producir e incluso el producto final que se consume, por el mero hecho de ser de origen animal”. Antes de responder a las preguntas que muchos se hacen -¿Hay maltrato animal en las granjas?, ¿la producción animal intensiva es mala?- López quiso sentar algunas bases. La primera es que fue hace 5 millones de años cuando los prehomínidos -muy anteriores a la aparición del homo sapiens hace unos 100.000 años- se dieron cuenta de que podían tomar alimentos de origen animal que, además de proporcionarles una proteína de alto valor, eran muy digestibles. Eso les hizo ir desarrollando tecnología para poder cazar, y también cambios biológicos, poco a poco redujeron el peso de su aparato digestivo, y aumentaron su talla entre 50 y 60 cm. “Nos hemos desarrollado biológica, digestiva y metabólicamente de acuerdo al consumo de estos alimentos”, afirmó el catedrático complutense. 

 

El siguiente gran paso en el consumo de carne se produjo hace unos 12.000 años, en el Neolítico, cuando se empieza a domesticar a los animales y aparecen las granjas, y el siguiente, ya en la segunda mitad del siglo XX, cuando se extiende la ganadería extensiva. De acuerdo con Clemente López, este tipo de ganadería surge para dar respuesta al encargo de la FAO de producir los suficientes alimentos para alimentar a todos los habitantes del planeta, y además hacerlo de una manera asequible. Hoy, defendió el catedrático, el aporte de proteínas de origen animal es barato y accesible a toda la población de los países desarrollados y prácticamente en todo el mundo. Un huevo o un vaso de leche se consigue por 10 céntimos. Las hambrunas de los siglos anteriores han desaparecido, y solo se producen 0,5 muertes por hambre por cada 100.000 habitantes a nivel mundial. “Como consecuencia de la intensificación, los mandatos de la FAO se cumplieron”, subrayó. 

 

¿Qué pasa dentro de las granjas? ¿Se produce mal? No, no se produce mal. Se produce como pone en el BOE, como está autorizado y aprobado por los gobiernos y parlamentos”, se preguntó y respondió el catedrático de Producción Animal. “¿Se puede producir mejor? Sí, subiría un poco los precios, pero se puede”, se volvió a cuestionar y resolver. “¿Qué podemos hacer? Lo más razonable es modificar la legislación sí hace falta.  Pero subiría el precio y probablemente volveríamos a tener problemas de desnutrición en los estratos sociales menos pudientes”, opinó, no sin dejar claro que “es poco legítimo que se estigmatice una actividad, una profesión, que cumple todo lo que tiene que cumplir, con la legislación más exigente del mundo, y parece que hay un divertimento cuestionando todo lo que se hace, cuando no es más contaminante que otras industrias”. 

 

Carlos Piñero, especialista en evaluación de impacto ambiental por la Universidad Politécnica de Madrid, y director de PigChamp pro Europa, abordó el tema en el punto en el que su antecesor en el uso de la palabra lo dejó. “Se imputa a la ganadería ser una de las principales causas del cambio climático, y no es cierto”, afirmó. Dio datos: solo entre el 14 y el 16%, incluyendo bosques y uso de la tierra, y solo el 5,8% limitándolo exclusivamente a la ganadería, es la aportación de este sector a la emisión de gases de efecto invernadero. Además, según datos del Ministerio de Agricultura, otros efectos contaminación trasfronteriza por emisión de amoniaco o local por nitrato, se han reducido de manera continuada en los últimos años. “¿Se puede reducir aún más? Sin duda” La solución está en el uso de la tecnología y en la búsqueda de la eficiencia. “Nos pintan como bárbaros cuando es lo contrario. Somos profesionales que intentamos hacerlo bien para las empresas, para el medioambiente y para las personas”, concluyó Piñeiro. 

 

De acuerdo con el especialista en impacto ambiental para la reducción de contaminantes, las granjas más profesionalizadas y eficientes ya están comenzando a utilizar piensos bajos en proteína bruta, adición de enzimas, adición de materias primas fermentadas, así como de otros aditivos. “Todo esto funciona bien o muy bien”, aseguró en referencia a un reciente estudio de la consultora Indra que ha concluido que cuanto más profesional y eficiente es una granja, “menor es el impacto por kilo de peso vivo”. 

 

Piñeiro, no obstante, reconoce que siempre contaminará más producir un kilogramo de carne que una lechuga, pero defiende que si los datos se ven desde otra óptica las conclusiones son muy diferentes. Siguiendo con el kilogramo de carne y la lechuga, si se mira lo que contaminan las cantidades necesarias de ambos productos para que ambas aporten 100 gramos de proteínas, la producción de lechuga deja de ser la más verde. Es más, según un reciente estudio al que aludió, “si nos hiciéramos ahora todos veganos tan solo las emisiones se reducirían un 2,6%”, afirmó. De acuerdo, con Piñeiro, muchos datos son malinterpretados de manera torticera para perjudicar al sector cárnico. Otro ejemplo es del supuesto consumo de agua que lleva aparejada la producción de un kilogramo de carne, en el que se incluye el agua procedente de la lluvia, “que caería en la misma cantidad sobre la pradera hubiera o no animales allí”.  

 

María Sánchez, directora de Carnimad y vicepresidenta de la Federación Española de Carniceros, dedicó su intervención a las diferentes clases de carne que se pone a disposición de los consumidores y sus muy diversas aportaciones nutritivas. Antes, no obstante, quiso dejar claro que “la carne está estigmatizada y se la acusa de todo: es el principal causante de todas las enfermedades, cardiovasculares, colesterol... Cuando la realidad es que en la bibliografía no hay acuerdo, y que muchos de esos estudios proceden de fuera del ámbito mediterráneo sin tener en cuenta la dieta mediterránea. Alimentación y nutrición no son matemáticas y hay muchos factores que modifican el impacto de lo que se come, como son los hábitos de vida: hacer deporte, fumar, vida sedentaria...”, señaló, a la vez que recomendaba seguir una dieta equilibrada, en la que estén presentes los vegetales, los cereales integrales y, por supuesto, los productos de origen animal.  

 

La última intervención fue la de José Manuel Álvarez, periodista y coordinador de la plataforma Carne y Salud. El título de su exposición no pudo ser más impactante: “Del lobo que come zanahorias a 15 cerdos en un campo de fútbol. Mitos y bulos sobre la ganadería y la carne”. La última parte del título fue la que centró su argumentación: "El 30% de las noticias falsas que circulan por internet están relacionadas con la alimentación y, la mayoría, sobre ganadería y carne”. Si a esto se suma que, según un estudio del MIT, las noticias falsas se difunden siete veces más rápido que las verdaderas, y que los españoles como los europeos que más creemos las noticias falsas y los quintos a nivel mundial... 

 

Álvarez alertó de los lobbies anti cárnicos que hay detrás de muchas de las informaciones que se publican, incluso en medios de comunicación de prestigio, y como los mensajes calan en la gente aun siendo claramente falsos. Puso como ejemplo, titulares que aún hoy aluden al empleo de antibióticos u hormonas para el crecimiento de los animales, cuando es una práctica prohibida desde hace cerca de 20 años, cuyo cumplimiento se puede constatar en estudios oficiales.  

 

En cuanto al título de su intervención, la parte relativa al lobo explicó que se debe al título de un libro infantil publicado en Francia hace dos años que hace creer a los más pequeños que este animal no comer carne sino zanahorias, algo que puede parecer anecdótico, pero que a su juicio no lo es tanto. En cuanto a los quince cerdos en un campo de fútbol, ese según explicó es el número que hay que sobrepasar de cerdos de cebo juntos en un espacio similar –una hectárea- para ser considerada la actividad como de ganadería intensiva.