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Horacio Romero, en su casa de Madrid

Horacio Romero: “Un artista necesita controlar la materia con la que se va a expresar para luego poder hacer con ella lo que quiera”

Texto: Jaime Fernández - 2 mar 2021 00:00 CET

El profesor complutense Horacio Romero tiene el privilegio de vivir en la Casa de las Flores, un edificio histórico madrileño. Allí convive con muchísimas obras de arte, tanto de otros creadores como suyas: esculturas, dibujos, pinturas y medallas, muchas medallas. En alguna vitrina guarda la Copa Oficial del Vino de la Rioja con la que ganó un concurso internacional y por todas partes surgen piezas de su querido Francisco Toledo, al que le dedicó su tesis doctoral; partes de su proyecto escultórico para el 11-M; obras para una próxima exposición en Casa de Vacas, o los dos trabajos que ha hecho para la Complutense: la Medalla del Mérito Deportivo, de 2017, y el emblema artístico que presentó en el mes de diciembre de 2020.

 

Las medallas son una disciplina muy especializada, ¿le habían interesado desde siempre?

¡Qué va! ¡Para nada! Yo quería estudiar Bellas Artes para hacer pintura. Vienes de provincias y lo que más te interesa es eso, ni siquiera la escultura. De todos modos, sí me recuerdo de chaval jugando con la masilla, que es lo que había en los pueblos (risas). Ya en serio, todo me interesaba y era feliz cuando venía un camión con arena para hacer obras y me ponía allí a hacer esculturas, era algo innato. Luego el que me viniese a Madrid de Galicia fue un esfuerzo familiar, así que aquí me pasaba todo el día trabajando para coger nivel y regalarles buenas notas a mis padres. Yo intentaba matrícula aquí y matrícula allí, así que estaba todo el día trabajando. En aquella época había muchos movimientos estudiantiles y había gente que se pasaba los días en asambleas, pero no fue mi caso, porque no tenía tiempo más que para aprender. Medallas era por aquel entonces una de las asignaturas optativas de la Facultad de Bellas Artes, y me la daba el profesor Paco López, que en un momento dado tuvo que desdoblar la docencia. Yo le conocía como alumno y quiso que compartiese docencia con él, así que me contrataron de asociado para dar la asignatura, y ha sido así desde 1990 hasta que la han quitado.

 

¿Recuerda buenos profesores de aquellos años?

Estudiar aquí fue una suerte, porque en la Facultad tenías a los mejores maestros del arte dándote clase, así que era una pena no aprovecharlos. Por ejemplo, si decidí hacer mi tesis sobre Paco Toledo fue porque entraba de alumno a cotillear en su estudio y tengo documentado todo el proceso de sus obras, tanto desde los bocetos como de cuando él las empezaba a modelar en barro. Ni siquiera él tenía esa documentación, así que esa tesis sólo la podía hacer yo.

 

Esa tesis es relativamente reciente, del año 2016.

Sí, bueno, de 2015. Pero es que no me ha resultado fácil lo de sentarme a escribir y poner en orden todo el material que tenía. De todos modos, he tenido una directora de tesis majísima, Consuelo de la Cuadra, que me conoce muy bien y me ha ayudado a ordenar la documentación para poder llevar adelante la tesis.

 

De todos modos, ese doctorado ha sido un añadido a su currículum, como comentaba antes ya no lo necesitaba para ejercer.

No claro, el mismo año que salí de la Facultad, el director de la Escuela de Arte la Palma, que era la central de Artes y Oficios, necesitaba cubrir una plaza de Escultura, así que llamó a la Facultad preguntando por algún alumno y me recomendaron, así que cubrí la plaza de contratado inmediatamente. Al cabo de dos años, salieron a nivel nacional oposiciones en toda España, y en Volumen saqué número uno, porque venía casi recién salido de la Facultad y además iba todas las tardes al Círculo de Bellas Artes a seguir dibujando. ¡Estaba todo el día dándole al lápiz! Y quieras o no, se nota mucho el que se ejercita de manera constante, porque esto es como la gimnasia, que hay que hacerla todos los días. Así que saqué la plaza con el número uno, me quedé en Madrid y fue entonces cuando pasé a ser profesor asociado en la Complutense.

 

¿La docencia es compatible con la realización de obra?

Lo cierto es que las clases te quitan tiempo para hacer tu investigación y tu trabajo, pero siempre se saca si te interesan las cosas como a mí, que me gusta no sólo la escultura, sino también el diseño gráfico, el dibujo, la fotografía… Eso sí, nunca he querido presentarme a profesor titular, porque eso sí me iba a quitar mucho más tiempo para mi trabajo personal. Muchas veces me han insistido para que me saque la plaza, pero me resisto. El profesor Tomás Bañuelos siempre me dice que yo voy a la Facultad por vocación, no por otra cosa. Y es verdad, lo hago por los alumnos, por los compañeros y porque me gusta.

 

Acaba de realizar un nuevo emblema artístico para la Complutense. ¿De dónde surgió la idea?

Se le ocurrió directamente a la vicerrectora de Cultura, Deporte y Extensión Universitaria, Isabel María García Fernández, y pronto me puse con un lápiz, sentado aquí en mi terraza, a imaginar elementos que pudieran encajar. Mi idea era hacer un logotipo muy legible, muy sencillo, muy atemporal, pero al mismo tiempo con un planteamiento escultórico, porque veo esa deficiencia en la mayoría del diseño que se plantea para una imagen corporativa. En este caso, el logo a nivel escultórico tiene tres volúmenes diferentes, lo cual, si se plantease la pieza para reproducir en un monumento, en una imagen corporativa más sólida, luciría mucho más viéndola de perfil. Al final hay tres variantes de la pieza, una con aristas, otra con los tres planos con diferentes alturas y luego una que ya se ha pasado a mascarillas y a trofeos como lo de los Premios Alumni en lo que constituye una pieza fácil de coger y entregar, y que luego no dé vergüenza tenerla en casa (risas).

 

Lo cierto es que ha quedado un trofeo muy elegante, nada vergonzoso.

En el resultado final ayuda además que trabajo en A Coruña con unos amigos que tienen una de las mejores fábricas, con unos medios de producción únicos. Entregaron tres variantes de acabado de esos trofeos que se concederán en esos Premios Alumni, y también se piensa que se puedan dar como regalo a determinadas instituciones o personalidades.

 

Una peculiaridad del emblema artístico es que tanto la U como la C y la M están formadas con un mismo trazo de arco elíptico.

Sí, sí, todo es la misma pieza. He jugado con un elemento, lo que es muy sencillo, pero se te tiene que ocurrir y a eso me ha ayudado que me gusta tanto el mundo del diseño como el de la escultura.

 

¿Ahí es fundamental el contacto con el material de trabajo?

Claro, la maqueta de esta pieza se hizo virtualmente, pero yo la lleve luego fabricada en cartón, porque trabajar con materia te da una visión diferente a lo virtual. Por ejemplo, en el mundo del diseño del automóvil, tras el diseño informático, luego se hacen tres o cuatro coches en barro y ahí se hacen los cambios. Tengo claro que los objetos hay que verlos primero.

 

¿Cree entonces que en el Arte lo más importante es esa materia con la que se trabaja?

No diría yo tanto, lo más importante es dedicarle tiempo a las cosas y trabajar mucho. A los alumnos les doy una receta, que es trabajar la idea que tengan y que la sometan a todo tipo de preguntas, porque ellos van a ser siempre los mejores críticos de su propia obra. Lo importante es que disfruten generando un problema, y cuando vean que se soluciona, descubran cuánto tiene que ver con la idea inicial de la que se partía. En definitiva, que lo más importante es hacer las cosas. Por ejemplo, en las piezas de piedra que tengo en el vestíbulo de mi casa, y que hice cuando era estudiante, no había en ellas un planteamiento creativo, sino que lo que quería era aprender el oficio para luego ser creativo. Es decir, un artista necesita controlar la materia con la que se va a expresar para luego poder hacer con ella lo que quiera.

 

Ha comentado antes que la Facultad de Bellas Artes ya no tiene la asignatura de Medallas entre sus optativas. ¿Por qué ha ocurrido eso?

Ha cambiado a una asignatura que se llama Pequeños Formatos en Escultura, que no es tan específica como la de Medallas, y la tradición de formación en medallística y en relieve se está perdiendo, va a desaparecer con nosotros, con esta generación de profesores. Antes había mucho encargo de medallas y había poca gente que lo hiciera, y ahora se piensa que las medallas se hacen por ordenador, cuando en realidad no es así, porque esto es un planteamiento escultórico muy complicado sobre el relieve, y cada vez menos escultores tienen esa formación.

 

A pesar de eso, en Bellas Artes la medallística siempre ha estado muy representada, incluso con exposiciones como las de Julio López de hace unos años.

Sí, y la Facultad también participa en proyectos internacionales como Home, pero creo que poco a poco ese amor por las medallas irá desapareciendo, cuando ya no salga nadie formado en esa disciplina. Ahora, de momento, en la Facultad hay una vitrina de medallistas, que he montado yo, donde aparece obra de los grandes en este arte, incluyendo, por supuesto a Julio López, un magnifico medallista a quien he ayudado en muchas ocasiones. Cuando me saqué la plaza, Julio López era uno de los magníficos profesores que había en la Escuela de Arte de Madrid, y yo, como profesor, iba a ayudarle para aprender a modelar, porque la mejor manera de aprender es con maestros, no tengo duda.