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La iniciativa Ética Animal en las Aulas llega a la Complutense
Texto: Jaime Fernández - 10 abr 2024 21:10 CET
Ética Animal en las Aulas es un proyecto educativo creado, por la Universidad de Santiago de Compostela y la asociación Ética Animal, en colaboración con Aula Animal, para “proporcionar a docentes y otras personas vinculadas a la educación recursos que les permitan formarse en cuestiones de ética animal y disponer de herramientas prácticas para educar en el conocimiento de los animales, en su respeto y en su consideración”. Para ello han creado una serie de vídeos didácticos y organizan talleres y conferencias, como la que el 10 de abril ha traído a la Facultad de Filosofía de la UCM a Óscar Horta, del Departamento de Filosofía y Antropología de la Universidad de Santiago de Compostela. La presentadora de su charla ha sido la profesora complutense Catia Faria, miembro del grupo de investigación complutense Bioética, Deliberación y Ética Aplicada.
Óscar Horta ha impartido una conferencia titulada “La ética animal y los riesgos de sufrimiento futuro”, en la que ha hecho una predicción de cómo podría progresar el trato que damos hoy a los animales no humanos, lo que en vista del trato actual no deja demasiado espacio para el optimismo, aunque tiene algunas posibles soluciones, entre ellas, la más básica, aunque nada sencilla, sería “cambiar la consideración moral que tenemos en nuestras sociedades ante individuos de otras especies”.
Horta lo ve complejo, pero también considera que en las últimas tres décadas ha habido un enorme cambio a nivel internacional, incluso en zonas como África, América Latina y el sur de Europa en torno a la consideración del resto de animales. Asegura el conferenciante que hace tan sólo quince años, en España la gente no sabía ni siquiera lo que era ser vegano y los que lo eran formaban un grupo tan compacto que se conocían todos entre sí.
Reconoce eso sí, que “en el ámbito académico continúa habiendo bastantes resistencias, aunque el trato, por ejemplo, de la ética animal en Filosofía ya empieza a tener cada vez más espacio, como se puede ver aquí en la Complutense”. Y lo mismo ocurre con el derecho animal y en el ámbito de los estudios animales, desde todo tipo de disciplinas, desde la filología al arte e incluso la moda. Considera, por tanto, que “se ha llevado adelante un avance muy significativo, sobre todo en un espacio de tiempo tan reducido” y confía en que la iniciativa Ética Animal en las Aulas sirva para poner su granito de arena en el avance de las ideas éticas antiespecistas.
El especismo imperante
Ha explicado Horta que “vivimos en sociedades en las cuales se da por supuesto que los intereses de los seres humanos siempre cuentan más que los de los demás animales, incluso cuando los intereses de los seres humanos son intereses mínimos, y los intereses de los animales humanos sean enormes”. Para ello se han utilizado diferentes argumentos biológicos, psicológicos o neurológicos, pero realmente son todos “arbitrarios”, sobre todo teniendo en cuenta que los 8.000 millones de humanos representamos una cantidad mínima de animales dentro del reino animal.
De acuerdo con el filósofo, si consideramos las cifras de animales dañados hoy en día, “el número de vertebrados terrestres que son matados anualmente estaría cerca de 90.000 millones de animales, pero si pensamos en el número de vertebrados acuáticos, esa cifra ya subiría en torno a los dos o tres billones, y si consideramos a los artrópodos usados como recursos cada año, estaríamos hablando de varias decenas de billones”.
Y lo que es peor, de partida se puede prever, según Horta, que habrá una expansión de lo que sucede hoy con la explotación animal, porque ya se están creando granjas flotantes, en lugares como los Países Bajos, o granjas de varios pisos, en China.
Los animales salvajes
Otro ámbito, más allá de la explotación, sería el trato a los animales salvajes, es decir, a todos aquellos que no están domesticados y viven en la naturaleza o en entornos urbanos. Horta reconoce que hay personas que están ayudando a estos animales en casos de necesidad, rescatándoles, dándoles asistencia, construyéndoles refugios o con vacunas contra enfermedades como la rabia. Es consciente el conferenciante de que en casos como el de ese medicamento se hace para “beneficiar a los seres humanos, pero el efecto secundario para los animales es enormemente positivo”, y lo mismo se podría hacer contra otras enfermedades como el cáncer o la tuberculosis.
A pesar de esos casos aislados de ayuda, Horta considera que en el futuro los animales salvajes podrían sufrir mucho más, porque “ya lo están haciendo, debido a la crisis climática, ya que aquellos animales que están más especializados para vivir en ciertas zonas lo van a tener más difícil al cambiar su entorno”. Esos animales podrían extinguirse, así que los animales que se van a quedar van a ser probablemente los generalistas, que son “aquellos que se reproducen teniendo más crías, son aquellos que de media tienen vidas más difíciles, son aquellos que típicamente mueren más jóvenes, de manera que estamos ante un escenario que va a ser muy negativo para los animales”.
También será negativo el uso de la “biología sintética” capaz de modificar animales a nuestro antojo, como los ya existentes animales fluorescentes; se podría predecir el uso en otros lugares del universo de animales terrestres, e incluso podrían surgir nuevas formas de vida sintiente no humanas a raíz de la expansión de la IA generativa.
Las soluciones
Más allá del cambio en la consideración moral, ya mencionado, Horta cree que se pueden abordar los riesgos con enfoques direccionados o más abiertos. Los primeros centran su atención en un punto concreto, lo que puede tener un impacto muy significativo en ese punto, mientras que los enfoques más amplios cubren un amplio abanico de escenarios, lo que hace que el impacto pueda ser menos significativo.
Un ejemplo del enfoque direccionado es el foco que se pone, por parte de un gran número de asociaciones animalistas, en unos animales frente a otros, fundamentalmente a mamíferos frente a aves, a peces o a animales más pequeños como insectos, “cuando en realidad no se puede descartar que esos últimos también sean sintientes”.
Además de eso, Horta considera que hay ámbitos que ni siquiera están siendo abordados como el uso de la inteligencia artificial para aumentar los sistemas de explotación animal o la creación de nuevas formas de animales. Apuesta, por tanto, el filósofo por investigar para ver cómo pueden ser los distintos escenarios futuros, para poder paliar las peores situaciones una vez que ocurran.