CULTURA

Ruth Piquer y Julio Arce, comisarios de la exposición “Los vinilos de Plásticos y Decibelios. La colección de Julián Ruiz”

Los complutenses Julio Arce y Ruth Piquer repasan la historia emocional de los españoles a través de los vinilos

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 8 jun 2022 17:06 CET

Los vinilos de Plásticos y Decibelios. La colección de Julián Ruiz” es el título de la exposición que se puede ver en el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque hasta el 18 de septiembre. Los comisarios de la muestra, Julio Arce y Ruth Piquer, profesores del Departamento de Musicología de la Facultad de Geografía e Historia, explican que los más de 800 vinilos que se exhiben son un auténtico paseo por los recuerdos de infancia y juventud de cualquier visitante, ya que “la música tiene esa capacidad de rememorar y de recordar el pasado, y a veces imaginar el futuro”. Es, en definitiva, y como ha resaltado en la inauguración Andrea Levy, delegada del área de gobierno de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid, un repaso de nuestra historia cultural y “si nos inspira el arte y la cultura no nos inspirarán la tolerancia y el odio”.

 

Julián Ruiz es productor musical, creador del programa radiofónico Plásticos y Decibelios, y ávido coleccionista de vinilos, lo que le ha hecho recopilar, hasta el momento, 623.202 discos en su colección. Emilio del Río, director de Bibliotecas, Archivos y Museos del Ayuntamiento de Madrid, animado por el músico Raúl Rodríguez, pensó que estaría bien mostrar parte de esa colección, así que contactó con el profesor complutense Julio Arce para proponerle la idea.

 

Arce cogió el testigo encantado y como primer paso, y con la ayuda de estudiantes del Departamento de Musicología, se fueron a casa de Julián Ruiz a catalogar los discos y a hacer una selección. Ese trabajo les llevó un total de seis meses y ha dado como fruto esta muestra que es “una experiencia personal, porque trata de hacer un reconocimiento a Julián Ruiz eligiendo discos de su colección y eso implica reflejar tanto su trayectoria como su gusto”.

 

Ruth Piquer añade que la exposición activa la memoria, “no sólo la personal, sino también la cultural y artística”, ya que las portadas de estos vinilos son un reflejo iconográfico de diferentes movimientos estéticos. La muestra se ha dividido en diferentes secciones, siendo la de los retratos la que recibe al visitante, retratos “donde tiene gran importancia la mirada de los artistas”, y que, como bromea Andrea Levy, permite tener “cara a cara a John Lennon y Sara Montiel”.

 

La sección central de la muestra incluye portadas inspiradas en arte o realizadas por artistas, y también se pueden ver discos pictóricos donde el propio vinilo es el que está pintado. Tras unas sugerentes cortinas rojas se han incluido discos que muestran la implicación del cuerpo y la sexualidad con la música pop, y al lado hay una selección de discos que muestra la ya icónica rivalidad entre los Rolling Stones y los Beatles.

 

Sigue en la exposición una zona que los comisarios han bautizado como “mundos imaginarios”, donde las portadas incluyen mundos oníricos, futuristas, hiperbólicos, con figuras imposibles, monstruos y seres mitológicos. Al final de la muestra, los discos se han ubicado en torno a la historia del pop rock español y al cine, con la inclusión de un vídeo de unos veinte minutos que repasa la importancia de la música cinematográfica.

 

Visitando la exposición, Julián Ruiz se detiene y afirma: “Este es el disco español más importante de la Historia”. Se refiere en concreto a A song of joy, la versión del famoso tema de Miguel Ríos cantada por él mismo en inglés y editada en Estados Unidos. Quizás lo dice en serio o lo hace para agasajar a su “valedor”, el propio Miguel Ríos, quien también asistió a la inauguración. Para el cantante esta exposición es “un alegato más en contra de la política de usar y tirar, es un paseo imperecedero por nuestros sentimientos y nuestra cultura”. Según Ríos, la música de los años 50 y 60 consiguió empoderar a los jóvenes, convirtiéndolos en una clase social que estaba silenciada hasta entonces”.

 

Recuerda Julián Ruiz que su padre compró un pick-up, un pequeño tocadiscos portátil, y que en 1961 se compró su primer disco, uno de Chubby Checker, y que casualmente dos meses después lanzó Miguel Ríos su primer álbum, con la versión de un twist que salía en ese disco de Chubby Checker.

 

Ruiz opina, por último, que la música escuchada desde un vinilo es impagable y eso le lleva a gritar: “¡Viva el vinilo!”.