CULTURA

El vicerrector Juan Carlos Doadrio y Juanjo Carrato observan una fotografía tomada en Bolivia

Los viajes extraordinarios de Juanjo Carrato

Texto: Jaime Fernández - 7 jun 2021 11:26 CET

Desde el día 4 de junio se puede visitar en el vestíbulo del Edificio de Estudiantes la exposición fotográficaViajar. Una aventura extraordinaria”, de Juanjo Carrato Mena. Organizada por el programa Alumni UCM, en ella, Carrato ofrece una muestra fotográfica de sus viajes entre los años ochenta del pasado siglo y el año 2000 por países como Myanmar, Bolivia, India o Nepal. Aparte de antiguo alumno, el autor es PAS en la UCM, encabezando el equipo de la Unidad Técnica de Mejora de los Servicios de la Dirección de Procedimientos y Administración Electrónica, dependiente de la vicegerencia de Organización y Planificación.

 

Juanjo Carrato explica que con esta exposición quiere transmitir las emociones, los sentimientos, las sensaciones que le han hecho “descubrir cosas impresionantes de personas y lugares, porque el mundo es enorme, es maravilloso, pero hay que descubrirlo, porque eso lo que hace es que entiendas el lugar que ocupas, el reconocer a los demás, el ver sitios increíbles de la naturaleza…”.

 

A la inauguración de la muestra acudieron familiares de Carrato, así como representantes del programa Alumni UCM, el vicerrector de Relaciones Institucionales, Juan Carlos Doadrio, y la vicerrectora de Estudiantes, Rosa María de la Fuente. A todos ellos, el fotógrafo les explicó que detrás de estas fotografías hay vivencias que, a veces, han supuesto el reto de encontrar algo insólito, algo único. Una búsqueda que no está motivada por el reconocimiento, sino por la propia experiencia.

 

Reconoce Carrato que estas fotografías no las hizo de manera profesional, sino a nivel amateur, ya que ha ido haciendo su aprendizaje fotográfico de forma autónoma al mismo tiempo que hacía esos viajes en los que se iba siempre a estudiar el país a fondo. Explica que ha sido siempre muy minucioso, tanto para preparar los viajes como para conservar el recuerdo. A pesar de eso, tras volver a casa y escanear las diapositivas, “muchas veces aparecían detalles que se habían pasado con la aventura”. Ese amor por el detalle hizo que sus fotografías, y la descripción de las mismas, fuera material increíble para los tour operadores, porque les permitía abrir nuevos destinos dentro de los países. Insiste, de todos modos, que estos viajes jamás los ha hecho por interés económico, sino para “abrirse a la experiencia de la vida, que es lo que te da sabiduría, no la inteligencia”.

 

Su pasión por la minuciosidad le ha llevado a publicar incluso una guía de viajes de Myanmar titulada Paraíso escondido, porque “es como viajar un siglo atrás”. Allí fue tres años diferentes, en épocas distintas, y cada vez cinco semanas, así que se adentraba tanto en circuitos clásicos como en rutas alternativas para conocer “la cultura, el arte, las etnias, la religión…”.

 

Junto a sus viajes a Myanmar, recuerda también de manera especial Bolivia, “un país impresionante” que le pilló en un momento de cambio, de conflicto, y no pudo hacer una parte del viaje previsto, pero “a nivel de naturaleza es impresionante”. De todos modos, considera que “todos los destinos son interesantes, y cuanto menos machacados estén por el turismo, mejor”. Ese afán por salirse de las rutas marcadas le ha hecho ir a sitios donde no conocían a los extranjeros, incluso le han llegado a parar en la calle y le han dado las gracias por ir, le han pedido autógrafos o le han invitado a cenar con alguna familia.

 

Las fotos expuestas tienen veinte años, pero el autor ha seguido viajando desde entonces y tiene imágenes de otros muchos países como Senegal o Vietnam, aunque es cierto que últimamente ha estado varios años más centrado en los estudios de temas de la salud y un poco apartado de viajar.

 

De todos modos, tiene claro que seguirá viajando y fotografiando todo aquello que le emocione, en esos periplos “llenos de incertidumbre, pero que son la vida, y aunque no se trata del riesgo absoluto sí hay que ser consciente de que el riesgo siempre existe cuando sales de un viaje programado, pero ese es el reto de la vida, y a veces es necesario pasar por él para descubrir que tu potencial es mucho mayor de lo que pensabas”.