EN VERDE

Felipe Domínguez. Cristina Sánchez y Mariano Sánchez

Filomena, una tragedia para el arbolado de Madrid que se debe convertir en una oportunidad

Texto: Alberto Martín, Fotografía: Jesús de Miguel - 5 feb 2021 14:10 CET

150.000 árboles dañados en todo Madrid. Entre el 60 y el 70 por ciento del arbolado de la Casa de Campo y el Retiro está afectado. El coste de la retirada y traslado de las ramas y árboles caídos ha superado los 27 millones de euros. Las 70.000 unidades que hay que reponer supondrán otros 70 millones de gasto. Es un resumen del parte de guerra causado por la borrasca Filomena en el arbolado de la capital, de acuerdo con los datos de la Dirección General de Gestión del Agua y Zonas Verdes del Ayuntamiento de Madrid.

 

¿Se podría haber evitado? ¿Se puede evitar otra situación similar si dentro de unos años llega otra Filomena? La Facultad de Ciencias Biológicas ha querido dedicar a este tema una de las sesiones de su ciclo “La biología en los medios” –retransmitido de nuevo en streaming a través de la plataforma BigMarker, que la Fundación Complutense pone a disposición de los centros y profesores de la UCM-, de la mano de los codirectores del máster propio de la UCM en Arboricultura y Gestión del bosque urbano, Mariano Sánchez García y Felipe Domínguez Lozano. Ambos coinciden en las respuestas: no, pero sí.

 

La vicedecana de Investigación, Cristina Sánchez, lo adelanta en su introducción. Junto a la presentación de los datos de los daños ofrecidos por el Ayuntamiento de Madrid, la vicedecana recuerda que Filomena, técnicamente una “borrasca profunda europea”, ha sido “la mayor tormenta de nieve producida en España desde 1971”. Es evidente que nadie estaba preparado ante algo así. Tampoco, como apuntó el Mariano Sánchez, los propios árboles, que ante la ausencia de este tipo de episodios meteorológicos tampoco habían generado madera de reacción, como sí sucede en zonas más acostumbradas a las nevadas, que les habría ayudado a algunos de ellos a mantenerse en pie.

 

No obstante, sí hay actuaciones humanas que han contribuido a que tanto arbolado se haya visto afectado en la capital por el paso de Filomena. Puede parecer de perogrullo, pero si han caído muchos árboles es porque hay muchos árboles. De acuerdo con Sánchez –quien además de codirigir el mencionado máster complutense es jefe de la Unidad de Jardinería y Arboricultura del Real Jardín Botánico de Madrid-CSIC y presidente de la Asociación Española de Arboricultura- Madrid tiene exceso de arbolado, en mucho casos las especies plantadas no son las adecuadas ni para su clima ni para el suelo en el que viven, y además actuaciones como las masivas talas periódicas que se realizan han contribuido a que muchas de las ramas caídas estuvieran podridas y débiles.

 

Praderas llenas de pinos

Por supuesto, como explicaron tanto Mariano Sánchez como Felipe Domínguez, profesor de la Unidad Docente de Botánica de la UCM, los árboles más dañados han sido los que por sus propias características han acumulado sobre ellos mayor cantidad de nieve. Los árboles de hojas perennes como los pinos, cedros y encinas se han llevado la palma. El problema es que esa causa natural se ha visto agravada en muchos casos por malas decisiones adoptadas, en ocasiones hace bastantes años pero en otras no hace tanto, en cuanto al lugar donde estaban plantados y las condiciones en las que vivían. Por ejemplo, como recordó el profesor Sánchez, es frecuente en Madrid ver praderas llenas de pinos. Cualquier persona mínimamente formada en arboricultura sabe que las raíces que desarrollan los pinos en las praderas con muy superficiales, incapaces de aguantar su peso en cuanto alcanzan una altura mediana o grande y, por tanto, claros candidatos a irse al suelo en cuanto azota el aire con gran velocidad o, como en este caso, cuando sus copas y ramas han tenido que soportar el peso de la nieve. También, por ejemplo, han caído muchos alibustres en calles estrechas y ello ha sido porque estos han crecido torcidos en busca de la poca luz que les llega, provocando un “crecimiento aguilado” y ramas poco gruesas.

 

Solo talar lo imprescindible

Mariano Sánchez estima que se ha perdido el 5 por ciento de la masa foliar del arbolado de Madrid, lo que repercutirá en el aumento de enfermedades respiratorias y fallecimientos relacionados con la contaminación en los próximos años, que en la actualidad se cifra en unos 14.000 anuales. Por este motivo es muy importante salvar, mantener con vida, todo lo que se pueda. Según está comprobando en estas últimas semanas, esto no se está teniendo en cuenta y se está podando de manera exagerada el arbolado, sin esperar a una evaluación adecuada por parte de los técnicos que permita saber cuál es el riesgo real de caída de cada ejemplar. De acuerdo con el presidente de la Asociación Española de Arboricultura, esta tendencia a podar de manera exagerada es habitual en Madrid, y como explica de manera gráfica, cada vez que se poda un árbol se le hace una herida, que en muchas ocasiones no llega a cicatrizar, lo que provoca que muchos árboles se pudran.

 

Una ciudad necesita hojas, no árboles

Como coinciden en señalar tanto Sánchez como Felipe Domínguez el paso de Filomena puede tener una lectura positiva, y es que va a permitir que la sustitución del arbolado dañado se haga de manera correcta. Para empezar, a juicio del jefe  de la Unidad de Jardinería y Arboricultura del Real Jardín Botánico de Madrid, en la capital hay demasiada cantidad de árboles y poca calidad. “Una ciudad necesita hojas no árboles. Las hojas son las que retienen contaminantes”, explica. Lo que es necesario en una buena planificación y un buen mantenimiento. Como fue mostrando con ejemplos concretos, muchos árboles están plantados unos tan cerca de otros que entre ellos se quitan la luz y cercenan su crecimiento. También es importante elegir bien las especies que se planten, que se adapten al clima de la capital, afectado además por el cambio climático con un descenso de la humedad ambiente y sequías en verano. Tampoco es bueno provocar “efecto túnel” –arboles a distintos lados de la calzada cuyas ramas se juntan- en zonas con tránsito de vehículos –no así en los parques-  ya que la contaminación queda en las hojas. Hay que buscar especies que dejen aberturas, ya que la poda continuada, como ya explicó, nunca es una buena solución”.

 

Para el profesor Felipe Domínguez, junto a la señalada importancia de la elección de las especies o, por ejemplo, de dar un adecuado tamaño de los alcorques, muchas veces insuficiente, o tener presente que además de árboles es conveniente plantar otro conjunto de especies, lo importante es tener presente que debe haber “Menos intervención, y más diseño, planificación y prevención”.