EN VERDE
Se inaugura la flor solar del Jardín Botánico, símbolo de una universidad cada día más sostenible
Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Francisco Rivas - 7 jul 2022 12:18 CET
Desde hace unos meses, al entrar en el Jardín Botánico de la Complutense lo primero que se topaba el visitante era una extraña y enorme flor, con la belleza de una escultura giratoria, pero que en realidad es más, mucho más. Este 7 de julio, el rector Joaquín Goyache y Jorge Gómez Sanz, vicerrector de Tecnología y Sostenibilidad, han inaugurado esta flor solar que se quiere convertir en un símbolo tecnológico de lo que representa la microgeneración de energía para todos los lugares de la UCM.
La gran flor solar, como explica Jorge Goméz Sanz, funciona como un girasol, cerrándose por las noches para no estropearse, y desplegándose de día, en un proceso que tarda unos pocos minutos. Copia también del girasol su movimiento, ya que se orienta “hacia el punto óptimo de captación de energía solar, optimizando la capacidad de la flor, que son 2,5 kW pico, lo que quiere decir que en el máximo de generación de potencia va a llegar a esa cantidad, y oscilará hasta esa cantidad según vaya moviéndose el Sol”.
Recuerda el vicerrector que las placas solares convencionales no son capaces de hacer esto, sino que se las coloca de forma fija, con una cierta inclinación, donde se espera que capten la mayoría de la luz solar a lo largo del año. Por lo tanto, la flor solar es mucho más eficiente que las placas fijas, ya que se va moviendo con el Sol a lo largo del día. La secuencia de arranque, como pudieron comprobar los asistentes a la inauguración, sigue siempre una misma pauta: la flor se pone en horizontal, se despliega a los cinco metros de diámetro que tiene y luego se va moviendo hasta el anochecer.
El plegado de la flor por la noche, cuando las placas solares por su propia naturaleza son inútiles, permite un autolimpiado de la superficie de la flor. Para ello cuenta con unas escobillas en los laterales que hacen que cuando se pliega se limpie y que “al día siguiente, cuando se despliegue de nuevo, lo haga otra vez con el óptimo de potencia y habiendo quitado la mayoría del polvo y sustancias que se puedan haber adherido”.
Además, la flor cuenta con un anemómetro, para medir la velocidad del viento, lo que permite que si en algún momento hubiera vientos huracanados, la flor se plegaría para evitar que se dañe. E igual ocurriría con otros eventos de la naturaleza como el granizo.
Explica el vicerrector que la flor está completamente automatizada y la energía que genera (unos 6.300 kWh al año) se inyecta directamente a toda la subred del Jardín Botánico. Tanto Gómez Sanz como el rector Joaquín Goyache explican que en la Complutense se consumen unos 49 GWh al año de energía certificada en origen como 100% renovable, y además esos gigawatios salen a muy buen precio gracias a la gestión de uno de los mayores consorcios de compra pública de energía de España, el Consorci de Serveis Universitaris de Catalunya (CSUC), cuya adhesión se empezó a gestar en 2014. El dinero que se ahorra la Complutense en energía, se dedica a “investigación, a plazas, a becas y a hacer que la universidad sea todavía más potente”.
El rector Joaquín Goyache incide en la idea de que esta flor es uno de los proyectos iniciales para continuar haciéndonos cada vez más sostenibles, “es un granito en lo que queremos que sea el futuro de esta universidad, es un paso muy bonito, que debe marcar el principio de un cambio radical, pero lento. Como la flor, hay que dar los pasos poco a poco”.
Los siguientes avances van a ser la instalación de cargadores de coches eléctricos en el campus, la renovación de la central térmica de la UCM, “que se había quedado totalmente obsoleta”, y la instalación de placas solares. Jorge Gómez Sanz explica que en la primera fase se hará en en quince tejados, tanto en Moncloa como en Somosaguas y Chamberí Centro, que se espera que produzcan 1,56 MW pico, “lo que es muy ambicioso y podrían empezar a instalarse la placas a finales de este año o principios del siguiente”.
De acuerdo con el vicerrector todas estas medidas son “un ejemplo de lo que deberían hacer todas las administraciones, siendo autosuficientes dentro de lo posible, y yendo más allá para cumplir la Agenda 2030”.
El rector y el vicerrector coinciden en que estas medidas, y las de restauración de la biodiversidad en la UCM, marcan ritmo de lo que tiene que ser la sostenibilidad, que “sólo es posible por la voluntad de toda la comunidad complutense”.