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El microbiólogo Francis Mojica, descubridor de CRISPR, nuevo doctor honoris causa por la Complutense

Francis Mojica, investido doctor honoris causa por la Complutense

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Alfredo Matilla - 29 ene 2021 14:04 CET

Este 29 de enero se ha celebrado el tradicional acto académico con motivo de la festividad de Santo Tomás de Aquino, con la misma solemnidad, aunque con un aforo muy limitado por las condiciones sanitarias provocadas por el coronavirus. Se aprovechó la ocasión para la investidura de doctores del curso anterior, así como para nombrar doctor honoris causa al microbiólogo Francis Mojica, descubridor de CRISPR. El padrino de Mojica, el decano de la Facultad de Ciencias Biológicas, Jesús Pérez Gil, aseguró en la laudatio que gracias a ese descubrimiento estamos en “el inicio de un cambio en las capacidades humanas”. Idea con la que coincidió el rector Joaquín Goyache, que considera que “ha supuesto una revolución en todas y cada una de las Ciencias de la Vida”.

 

En su discurso de investidura Francis Mojica leyó la conferencia que tituló “Los veranos que vivimos”, en la que repasó, sin orden cronológico, algunos veranos que le cambiaron la vida, acabando con aquel en el que conoció a su mujer y comenzando en 2019, cuando asistió a una reunión internacional en Bolonia, para hablar sobre un mecanismo de inmunidad basado en CRISPR. En un receso de aquella jornada, mientras intentaba improvisar un texto de agradecimiento (que luego no tuvo que utilizar) recibió un primer mensaje del decano de Biológicas de la UCM, en el que ya le avisaba de la intención de nombrarle honoris causa por nuestra universidad. Algo que debería haberse celebrado en mayo de 2020, pero que no pudo ser por el confinamiento de toda España.

 

Asegura Mojica que en aquellos tres meses encerrado, se centró en la observación de animales y bacterias, que “muchas veces nos dan lecciones de comportamiento, incluso sin leyes impuestas”. Por ejemplo, en las bacterias “la comunidad se enriquece con los mejor adaptados, su altruismo es encomiable, aunque no siempre un ejemplo a tener en cuenta, porque se destruye a los que están infectados por los virus, pero sí sería un buen ejemplo la auto restricción de movilidad, evitando reunirse con otras bacterias, sin necesidad de un decreto”.

 

El descubrimiento de CRISPR

El decano Jesús Pérez Gil repasó los años previos a los estudios universitarios de Mojica, a los que se vio impulsado, en parte, por los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente. Desde la tesis se dedicó al estudio del genoma de bacterias que viven en elevadísimas concentraciones de sal, y allí continuó tras ser doctor. En el verano de 1992, al analizar el genoma de procariotas se dio cuenta de unas cortas secuencias repetidas y espaciadas de manera regular, que no parecían tener función.

 

Tras descubrir que esas secuencias existían en muchas otras especies, al mismo Mojica se le ocurrió llamarlas por las iniciales de su descripción en inglés, CRISPR, “sin imaginar el carácter prácticamente universal que ese nombre llegaría a alcanzar”.

 

Mojica ratifica que” la prosa habitual del ADN de los procariotas incluía fragmentos de pura poesía, cuyos versos lucían una rima perfecta, hermosa a los ojos de un aficionado a la biología molecular”. A saber: "GGGCCC / ATCAGC /  GGGCCC /  TATACT / GGGCCC /  AACTGT / GGGCCC". Descifrar el significado de aquel poema singular le supuso una década de frustraciones, muchas veces sin financiación, “escuchando atentamente a quien sin hablar susurraba una narración que parecía apasionante”.

 

El ADN

Explica Mojica que el ADN, con sus cientos de miles de letras, se muestra como un texto rudimentario, pero “contiene una información tan valiosa que desde hace 44 años se intenta descifrar su significado con mucho esfuerzo y limitado éxito”. Además esas letras no son fijas, porque a lo largo de nuestra vida se acumulan cambios y mutaciones genéticas, algunos de los cuales pueden derivar en tumores malignos. “Conocer qué mutaciones concretas son las responsables de ese tumor sería muy útil, y más todavía si se pudiera revertir el error tipográfico a la fase original”, añade Mojica.

 

Por fin, en el “tórrido verano alicantino” de 2003 se sintió como Champollion frente a la piedra de Rosetta. En su caso no había un traductor similar, pero sí una creciente biblioteca virtual que recopilaba ADN de diferentes bacterias, arqueas y sus virus. Allí encontraron la clave, porque “dentro de las regiones CRISPR, alternando con la rima que se repetía una y otra vez, había un relato histórico de afrentas sufridas por los ancestros de las células, ejercidas mayoritariamente por virus”.

 

Dentro de aquel catálogo CRISPR los registros estaban ordenados cronológicamente, como si se tratara de un álbum de recuerdos. Gracias a la memoria, los descendientes de los invasores son reconocidos y destruidos si vuelven a atacar, y si el ataque es llevado a cabo por nuevos invasores, “el poema se enriquece con versos que recogen los nuevos rasgos”.

 

Ese mecanismo de defensa de los procariotas nos recuerda al nuestro, en lo que implica luchar contra agentes patógenos tras la generación de una memoria inmunitaria. De todos modos, el suyo es más sencillo y persistente, porque se perpetúa en su descendencia, y la selección natural toma por ellas las decisiones.

 

La revolución

Informa Pérez Gil de que en 2012 dos investigadoras, Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, utilizaron el descubrimiento de Mojica para publicar un artículo en Science sobre CRISPR, que proponía cómo podría convertirse en una herramienta versátil y única para editar genomas. El trabajo de las dos investigadoras continuó hasta que el Premio Nobel de Química de 2020 recayó en ellas dos “por haber ideado ese procedimiento de edición genómica basada en CRISPR, pero se olvidó el hallazgo pionero que lo hizo posible”. Asegura Pérez Gil que a pesar de quedar excluido de ese Nobel, Mojica no ocultó su alegría por el galardón.

 

Reconoce Mojica que en 2021 podemos someter a nuestro genoma a un interrogatorio implacable para conocer las misiones de las letras del ADN, conociendo las causas genéticas de nuestras fortalezas y debilidades, tanto en nuestra especie como en cualquier otra. Y se puede hacer gracias a las herramientas del mecanismo antiviral CRISPR, que “están generando a una velocidad de vértigo un conocimiento inconmensurable”.

 

La edición genética con herramientas CRISPR permite, por ejemplo, mejorar la resistencia y la productividad de los cultivos; prevenir infecciones en plantas y animales; incrementar la probabilidad de éxito de trasplantes de órganos; identificar nuevas terapias para el desarrollo de fármacos; establecer la biología de enfermedades con un componente genético; y, “muy probablemente, en un futuro cercano, curar o al menos paliar dolencias que afectan a seres humanos”. Además, incluye métodos de diagnóstico rápido, y muy baratos, para la detección de virus o células cancerígenas; estrategias microbianas que matan de forma selectiva a bacterias patógenas; y se pueden “transformar bacterias en reporteros que nos informan de eventos que acontecen en nuestro organismo o para almacenar datos tan ajenos al ADN como los píxeles de una imagen”.

 

Universidad pública e investigación básica

Destacó Pérez Gil que toda la investigación de Mojica se ha llevado a cabo desde la universidad pública, “con espectaculares hallazgos, por los que es mundialmente conocido”. Asegura Mojica que todavía “nos queda mucho por aprender y nos beneficiaremos si trabajamos la base del conocimiento, porque no toda investigación básica llevará a avances científicos, pero todos los avances científicos sí provienen de esa investigación básica”.

 

CRISPR es un ejemplo ilustrativo de esa defensa de la investigación básica, porque “sus maravillosas herramientas son uno de los mayores avances de la biología, pero toda esa tecnología forma parte de otros muchos descubrimientos previos”.

 

No quiso dejar pasar la ocasión Mojica para recordar sus pasos por la Complutense, tanto en los Cursos de Verano en 2017 como en la conferencia que impartió a los estudiantes en la inauguración del congreso de estudiantes de Ciencias de la Salud en 2018.

 

Nuevos doctores

Por motivos sanitarios y de aforo, este año se ha reducido la ceremonia de investidura de los doctores del curso pasado. En sorteo público se seleccionó sólo a un doctor de cada una de las facultades de la UCM que acudieron en representación de los 617 nuevos doctores de nuestra universidad.

 

El rector Joaquín Goyache declaró que debemos estar “satisfechos como universidad por colaborar en la máxima cualificación del alumnado para que su formación se transforme en utilidad para la sociedad”. Aseveró además que la investigación genera riqueza y la universidad necesita de recursos económicos y directrices claras y unificadoras, pero también “hace falta más savia investigadora, tanto de científicos renombrados como de los jóvenes”. Una de las misiones de la universidad es “señalar, estimular horizontes, pero también ofrecer modelos que puedan ser compartidos, como este nuevo doctor honoris causa, que pueda iluminar el camino de jóvenes aprendices”.

 

Destacó el rector que en Mojica confluyen enormes virtudes que acompañan al talento, como la constancia y la inquietud por conocer, lo que le ha convertido en toda “una referencia internacional con distinciones a la que se añade hoy este doctorado honoris causa, pero seguro que no terminarán en el día de hoy”.

 

Dejando claro que la tecnología CRISPR ha supuesto una revolución en las Ciencias de la Vida, el rector indicó que “este acto es también un reconocimiento a las investigaciones de vanguardia que se realizan en todas las áreas para hacernos valedores del necesario liderazgo que las universidades españolas deben mantener en la sociedad”.