ÁGORA
El rector Goyache demanda una financiación sostenible en la apertura del nuevo curso
Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Francisco Rivas - 28 sep 2023 13:36 CET
En el curso 2023-2024, que se ha inaugurado de forma oficial este 28 de septiembre, la Universidad Complutense oferta 75 titulaciones de grado, 21 dobles grados, 14 titulaciones internacionales, 158 másteres universitarios, 6 másteres internacionales, 58 programas de doctorado y más de 300 titulaciones de formación permanente. El rector Joaquín Goyache señaló la profunda importancia de la Complutense en nuestro entorno, porque representa “la encarnación de la educación superior accesible y de calidad, sirviendo como un faro de esperanza y oportunidad para estudiantes con los más diversos orígenes”. La UCM, es, como asegura el rector, “un lugar donde los sueños echan raíces”, a pesar de los grandes retos que nos esperan como la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario y la falta de una financiación sostenible.
El rector Joaquín Goyache ha dado la bienvenida a un nuevo curso académico, en lo que será “un viaje de conocimiento, crecimiento y descubrimiento”, tras dejar atrás la pandemia, pero inmersos ahora en un aumento de la inflación, con “desorbitadas facturas de la energía y de la cesta de la compra, lo que nos advierte de unos años venideros difíciles”.
Opina Goyache que nuestra Universidad, que también tendrá que hacer frente a esas dificultades, es un “catalizador de la innovación y un testimonio de los valores perdurables”. Además, al comenzar un nuevo curso, “se abren caminos para centrarnos en lo que la sociedad necesita, aunque esta realidad choca con el opresivo clima de indiferencia que rodea a la educación superior en nuestro país, porque pocos creen en nuestra labor, en nuestra relevancia social como motores de la construcción de conocimiento y la creación artística, del desarrollo económico sostenible, de la igualdad y de la consolidación de los valores democráticos”.
Cree el rector que ante la indiferencia de la clase política los desafíos que nos esperan son más complejos que nunca. En una era de rápido avance tecnológico, los programas académicos y científicos deben adaptarse a ese panorama, y “este curso nos exigirá que pensemos críticamente, que colaboremos entre disciplinas y empujemos los límites del conocimiento, porque estamos en el umbral de una nueva era, una donde la tecnología y la humanidad pueden y deben coexistir para crear un futuro más brillante”.
El rector ha considerado que la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), que ya está en vigor, es “una muy mala ley”, que supondrá grandes costes que todavía no se sabe quién va a asumir. Además, la financiación insuficiente hará que la Complutense, y la universidad en general, “se estanque como institución, no podremos progresar, y la inmovilidad significa retroceder con rapidez”.
Asegura el rector que sin una “financiación urgente y estable”, el sistema universitario madrileño “continuará en riesgo de colapso, y con él nuestro futuro como región e incluso como país”. De acuerdo con Goyache, “simplemente para sobrevivir, las universidades públicas madrileñas necesitan unos 250 millones de euros anuales de incremento global en sus presupuestos, y si se pide competir con universidades europeas, hace falta una apuesta decidida del gobierno central y autonómico”.
En ese viaje complicado, exigente y apasionando, la Universidad Complutense contará con el apoyo del profesorado, con el del personal técnico de gestión y administración de servicios y, por supuesto, con el estudiantado, que son “la fuerza impulsora detrás de la vitalidad de la UCM”.
Estudiantes y profesores
Alejandro del Saz Martínez, presidente de la Delegación Central de Estudiantes, reconoció que en los últimos años la DCE ha consolidado su papel como interlocutor activo, crítico y esencial entre el estudiantado y los órganos de gobierno, con actividades como el primer debate entre candidatos a rector organizado por la DCE, que “formuló muchas propuestas, porque queda mucho por hacer y por mejorar”. Aseguró Del Saz que su objetivo es “poner el foco en la conciliación y en la vida personal de los estudiantes, que en muchos casos hacen malabares para poder cumplir con todas sus obligaciones”.
Además de eso, también consideran fundamental prestar atención a “la salud mental, la epidemia de nuestros tiempos. Hay que prestar atención a los problemas que sufre el estudiantado en su día a día, porque la UCM tiene su razón de ser y esencia en los estudiantes, porque de lo contrario sería un frío centro de investigación, con inteligencia, pero sin alma”. Señaló el presidente de la DCE que desde la pandemia se han cerrado cafeterías, zonas de estudio, áreas comunes… “Y en la ocupación de dichos espacios surge el espíritu de pertenencia, el orgullo de ser complutense”.
Antes de agradecer la labor diaria a los representantes de estudiantes, “aunque a veces sientan que no se les escucha”, recordó a la Comunidad de Madrid que “tiene el deber de financiar la universidad pública, así que es necesario que llegue un nutrido plan de financiación plurianual”.
Durante la ceremonia, y como es habitual en la apertura del curso, tomó posesión académica una representación de nuevos catedráticos y catedráticas, así como de profesoras y profesores titulares. El rector Goyache les invitó a seguir profundizando en la tarea de “descubrir, enseñar, motivar, inculcar la crítica, la curiosidad y el espíritu investigador, a imbuir el esfuerzo como base de progreso, a buscar la calidad y la mejora en nuestro estudiantado”.
Humanos e IA
Fernando Maestú, catedrático de la Facultad de Psicología y director del Centro de Neurociencia Cognitiva y Computacional (C3N) de la UCM, fue el encargado de impartir la conferencia inaugural bajo el título “Desde el factor humano hasta la inteligencia artificial: una ‘evolución’ de lo semántico a lo sintáctico”.
Apuntó Maestú que la IA es una tecnología que “ya está con todos nosotros, mucho más de lo que pensamos, y viene para apoyarnos y hacer unos grandes avances en la humanidad, y por suerte en la UCM ya hay una excelente guía para ver cómo beneficiarnos de ella”.
Explicó el catedrático que dentro del pensamiento humano hay dos grandes sistemas: lo sintáctico y lo semántico. Lo sintáctico son todas aquellas habilidades cognitivas que operan bajo reglas y patrones aprendidos, es decir que se puede formalizar en un modelo, de tal manera que se puede formalizar la memoria o el lenguaje, se pueden tener modelos que puedan predecir lo que va a ocurrir en determinados contextos experimentales o incluso en la conducta natural del individuo. Algo que se ha conseguido hacer con neurociencia computacional y que ha permitido que la IA esté ya a la par que los humanos en ese aspecto sintáctico.
Lo semántico, sin embargo, es mucho más complejo, porque es mucho más dinámico, va cambiando, es muy asociativo, así que es difícil tener un modelo predictivo, ya que a partir de un pequeño estímulo se puede obtener mucha información. Por ejemplo, si una persona ve la punta de la oreja de un perro, rápidamente puede tener la imagen completa de un mamífero, y asociarla con múltiples redes semánticas.
Por tanto, lo que nos hace diferente a cualquier otro ser vivo es la inferencia semántica, la capacidad de crear cosas a partir de datos previos mínimos, como pintar el primer cuadro cubista, o una canción con un estilo completamente nuevo, o una teoría científica original. Y no hace falta ser un genio para desarrollar esta parte semántica, porque “todos tenemos capacidad de dar soluciones semánticas día a día”.
A eso hay que sumarle “las emociones, que son el motor de la actividad cognitiva, y hacen que el sistema cognitivo sea complejo, no lineal, dinámico, y permita encontrar soluciones a los problemas”.
Deja claro Maestú que la IA todavía no ha llegado a imitar la parte semántica, y que probablemente tarde mucho en hacerlo. Cree que es posible que en el futuro tengamos relaciones sintácticas con los robots, pero las relaciones humanas seguirán siendo necesarias, con servicios personalizados como el PsiCall, la Clínica Universitaria de Psicología o la de Logopedia, con “profesionales que conocen muy bien las técnicas de intervención”.