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Joaquín Goyache, durante su intervención en el Club Siglo XXI

Goyache recalca en el Club Siglo XXI el valor de las universidades públicas y la necesidad de proporcionarles las herramientas adecuadas

Texto: Alberto Martín, Fotografía: Francisco Rivas - 12 dic 2023 11:11 CET

El rector de la Universidad Complutense, Joaquín Goyache, ha defendido, en el Club Siglo XXI, el valor de las universidades públicas -“piedras angulares del progreso social, catalizadores de la innovación y testimonios de los valores perdurables”-, a la vez que ha denunciado la indiferencia política que las rodea y la insuficiente financiación que las maniata. “Si la sociedad quiere que sigamos contribuyendo a hacer un mejor país, necesitamos que nos proporcionen las herramientas adecuadas, y no me refiero exclusivamente a financiación”, señaló el rector.

 

En la conferencia que ha pronunciado este 11 de diciembre en el Club Siglo XXI -que fue presentada por el magistrado Manuel Marchena y seguida de un coloquio con los periodistas Álvaro Nieto, de The Objective, y Josefina Giancaterino Stegmann, de ABC- el rector subrayó que las universidades, y en especial las públicas, forman a “buenos profesionales en todas las áreas del saber, a personal investigador que se mueve cómodamente en los límites del conocimiento, y a intelectuales, pero, también, a personas íntegras, con un profundo sentido de la ética y la responsabilidad social, y, aunque produzca pánico a los que piensan que la juventud es un simple estrato social manipulable, a personas con capacidad de debate crítico, fundado y constructivo”. En suma, las universidades, defendió Goyache, forman “profesionales conscientes de que sus acciones pueden, y deben, tener un impacto positivo y significativo en nuestra sociedad, nuestro medio ambiente y nuestro mundo”.

 

También tiró de datos para recalcar el valor de las universidades. En concreto, recordó que el informe de CRUE “La contribución socioeconómica del Sistema Universitario Español”, publicado en 2019, estimó a través de las tablas input-output que la inyección de demanda de la actividad del Sistema Universitario Español (SUE) de unos 16 mil millones de euros y los agentes vinculados a la misma -estudiantes, visitantes y los asistentes a congresos- tiene un efecto incremental del output de casi 50 mil millones de euros. “Esto es, por cada euro invertido -y resalto invertido, la universidad pública no es un gasto, es una inversión- en la actividad universitaria multiplicaría su efecto sobre el output total por 3,1. Limitando el efecto al ámbito de la inversión pública, el estudio encontró que cada euro destinado a financiar el Sistema Universitario Español se traduce en un aumento del output de 8,3 euros en el conjunto de la economía. Esto, por sí mismo, justifica plenamente la inversión pública en las universidades”, concluyó.

 

Goyache no dudo en referirse a la Ley Orgánica del Sistema Universitario, aprobada el pasado mes de marzo: “Una muy mala ley, una oportunidad perdida”. “La LOSU -señaló Goyache- nació bien intencionada, pero su tramitación ha sido desastrosa, con demasiadas manos escribiendo con reglones torcidos y sin pactar con las Comunidades Autónomas aspectos con un elevado impacto económico, algo que las afecta directamente. La gran mayoría de rectoras y rectores de CRUE, por mucho que se diga, tampoco estuvieron a favor de la Ley”. El rector explicó que el propio Ministerio de Universidades hizo público hace unos meses, la necesidad de un incremento presupuestario del 15% para que las universidades puedan adaptarse a la nueva ley, es decir aproximadamente 3.100 millones. “Si este informe no se equivoca, sería necesario incrementar el capítulo 1, el de personal, de la Universidad Complutense en, aproximadamente, 39 millones de euros, montante que, todavía, no sabemos quién va a asumir. En cualquier caso, y de ser aportado, serviría, simplemente, para cubrir los nuevos costes laborales de la implementación de la Ley, principalmente para la estabilización de personal docente, pero no para mejorar la insuficiente financiación de la universidad pública en general, y de la Universidad Complutense en particular. Es decir, seguiríamos, en el mejor de los casos, estancados como institución, no podríamos progresar. Pero ya saben que, para la ciencia y la educación superior, la inmovilidad significa retroceder con rapidez”.

 

De seguir con esta insuficiencia financiera, el rector está convencido de que resultará completamente imposible cumplir con lo establecido en la LOSU y, sobre todo, con lo que la sociedad espera de sus universidades públicas. Así, las universidades, y el sistema educativo en su conjunto, se está convirtiendo en el “chivo expiatorio” al que endosar los malos resultados de informes y ránquines. Incluso, de acuerdo con el rector, un “opresivo clima de indiferencia” rodea a la educación superior en nuestro país. “Pocos creen en nuestra labor, en nuestra relevancia social como motores de la construcción de conocimiento y la creación artística, del desarrollo económico sostenible, de la igualdad y la consolidación de los valores democráticos. Las personas dedicadas a la política, y sus políticas, y con ellas la sociedad española, evolucionan gradualmente desde la indiferencia hasta la subestimación, y de la subestimación a la negación de nuestra relevancia. Esto debe cambiar”.

 

El rector complutense defendió que las universidades españolas están siendo capaces de “hacer más con menos” y que la realidad no es la que se quiere hacer ver. “Imaginen que hablemos de cine en vez de universidad. Supongan que un estudio cinematográfico (cualquier institución autonómica o central relevante para las universidades) proporciona un mal guion (cualquier normativa científica y universitaria) a sus directores (rectoras y rectores), exigiendo que el resultado de ese guion culmine en una película de éxito que compita con los grandes taquillazos internacionales, y que, además, no solo proporcione, como es lógico, beneficios (en nuestro caso académicos, científicos, de transferencia, culturales, artísticos y sociales), sino que lo haga contando con un presupuesto propio de una película de serie B. A veces, pocas, las cosas salen bien, pero lo normal es que esa película fracase”.

 

Para contextualizar esta falta de inversión, el rector volvió a tirar de datos. En esta ocasión de los ofrecidos por el Proyecto European Tertiary Education Register (ETER), que en 2019, y aplicando las paridades del poder adquisitivo, señaló que 925 universidades de las 1342 para las que obtuvieron datos, tienen presupuestos inferiores a los 100 millones de euros. El grupo más amplio lo constituyen 363 instituciones de tamaño mediano, con presupuestos entre 100 millones y 500 millones de euros. En la cima hay 49 universidades que recibieron entre 500 millones y 1000 millones de euros en 2015, mientras que solo 5 instituciones superaron los 1000 millones, todas ellas en el Reino Unido. Son: Cambridge, segunda del mundo en el ranking QS 2024, 25.000 estudiantes y rozando los 2.000 millones de euros de presupuesto; Oxford, tercera del mundo, 26.000 estudiantes y con cerca de 1.500 millones de presupuesto; el Imperial College, sexta del mundo, 17.000 estudiantes; University College London, novena del mundo, 43.000 estudiantes, y University of Manchester, privada, 32 del mundo, 40.000 estudiantes. “Es decir, a mayor inversión, mejor posicionamiento y mayor relevancia social. Pero esto no trata de aportaciones puntuales, se trata de países y sistemas que han apostado por sus universidades y la investigación”, concluyó Goyache.

 

Para concluir, Goyache alertó de, ante la necesidad de ajustar las cuentas del Estado, la “tentación” de desinvertir en educación superior y en ciencia. “Si así fuera, si se desinvirtiera, se repetiría un error mayúsculo. De todo esto solamente se puede salir con una apuesta decidida por la educación en todos los niveles, incluida la superior, y por la investigación y la transferencia. Apostar por las universidades públicas es crear riqueza y justicia social, conocimiento y progreso, es, en definitiva, apostar por el futuro. La alternativa es un nuevo retroceso, que será más caro. No se preocupen, pase lo que pase, las comunidades universitarias españolas estarán ahí dando la cara por el futuro de España. Es nuestra obligación, es nuestra vocación”.