ÁGORA

La vicerrectora de Comunicación, el vicerrector de Tecnología y Sosteniblidad, el rector de la UCM y la vicerrectora de Cultura, Deporte y Extensión Universitaria

El rector Goyache defiende, en la inauguración del curso, que “la universidad pública no es un privilegio, es justicia social”

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Francisco Rivas - 1 oct 2025 13:05 CET

El paraninfo de San Bernardo ha acogido la apertura oficial del curso 2025-2026, en la que tanto el rector Joaquín Goyache como el presidente de la Delegación Central de Estudiantes, Pablo Magno Pezo Ortiz, han defendido a la universidad pública por su papel fundamental como vertebradora de la sociedad. Este año, y por primera vez se ha presentado la memoria de actividades del curso anterior, 2024-2025, en un vídeo que ha servido para “reafirmar la esencia de la Universidad Complutense, una universidad pública, abierta, comprometida con el conocimiento, la igualdad y el futuro”. La ceremonia ha incluido la posesión académica de sus cargos a catedráticos y al profesorado titular de los centros de la UCM, incorporados en el curso 2024-2025, así como la entrega de medallas de la Complutense.

 

El rector Joaquín Goyache ha asegurado que este nuevo año académico estará cargado de retos, pero también de posibilidades y de “confianza en lo que la Universidad Complutense puede aportar al progreso colectivo”. Ha reconocido el rector que es todo un reto porque “vivimos tiempos extraños, donde la ignorancia no sólo se tolera, sino que se glorifica, donde la opinión sin fundamento vale más que el conocimiento sustentado, donde las redes sociales con sus algoritmos refuerzan esas burbujas de aislamiento que premian lo viral sobre lo verdadero”.

 

En ese mundo de la mentira y la polarización, “la universidad pública es un espacio imprescindible, donde se piensa con calma, se argumenta con rigor y se dialoga con respeto, aquí es donde se guarda y se respeta la verdadera herencia de la humanidad: el conocimiento”.

 

Más allá de esa sociedad de la postverdad, ha resaltado Goyache que en estos momentos a la universidad pública le afectan además otros muchos problemas como los presupuestos insuficientes, la pobreza de recursos, la precariedad de docentes, personal investigador y PTGAS, la pérdida de talento, la presión burocrática, la parálisis institucional, el pesimismo de las comunidades universitarias, la pérdida de relevancia y la postergación social.

 

La libertad, de acuerdo con el rector, significa contar con las condiciones reales para cumplir con la misión de la universidad pública y es ahí donde encuentran los gestores su mayor limitación, porque no son libres para cumplir con su deber: “formar extraordinarios profesionales, que sean al mismo tiempo ciudadanos y ciudadanas críticos y comprometidos, generar conocimiento, transferirlo a la sociedad, impulsar la igualdad de oportunidades…”. De acuerdo con Goyache, la universidad pública no es un gasto, es la inversión más rentable, ni “tampoco es un privilegio, es justicia social”.

 

Confesó, de todos modos, que la universidad también tiene que transformarse, porque para cambiar el mundo tiene que transformarse a sí misma, ayudando a resolver problemas globales complejos al tiempo que revisa sus propias estructuras, modelos de gestión y relación con la sociedad. Pero para poder hacer eso, es necesario tener una verdadera autonomía universitario que en estos tiempos no existe.

 

A pesar de todos los impedimentos, Goyache confía en que “mientras haya una universidad pública abierta, aunque solo sea una, y una mente dispuesta a aprender, la resistencia seguirá viva. Y esa resistencia comienza aquí, con cada uno de nosotros”.

 

Pablo Magno Pezo Ortiz, presidente de la Delegación Central de Estudiantes (DCE), habló de la incertidumbre que afecta a una generación por el difícil mercado laboral, por los precios de la vivienda, por los problemas de la salud mental, por la convivencia tensionada en la sociedad, por el genocidio en Gaza o por los ataques frontales a la universidad por parte de diferentes gobiernos.

 

Destacó Pezo Ortiz que la desesperanza llega a así a la universidad pública, que padece un grave problema de infrafinanciación desde hace décadas, “responsabilidad clara de aquellos que gestionan lo público”. Considera el presidente de la DCE que la falta de recursos que padece la universidad afecta directamente a su misión, siendo incapaz de afrontar las realidades sociales que acontecen día a día y no pudiendo despejar la incertidumbre que se cierne sobre la ciudadanía.

 

A pesar de eso, considera que hay que seguir adelante para defender e incorporar las preocupaciones del estudiantado, para mejorar la vida de los estudiantes y para crear una universidad que proporcione oportunidades ante la incertidumbre, para que siga siendo un lugar donde los estudiantes puedan expresarse, “quizás por primera vez, de forma libre, y sin miedo a ser juzgados o rechazados, un lugar donde imperen los valores de la razón, la ética y la justicia”.

 

Nuestros amigos los libros

La lección inaugural del curso la ha impartido José Luis Gonzalo Sánchez-Molero, profesor del Departamento de Literaturas Hispánicas y Bibliografía de la Facultad de Ciencias de la Documentación, en torno a nuestra vinculación con el libro, tanto en su definición como amigo, por diferentes personalidades, a lo largo de la Historia, como en sus múltiples representaciones artísticas. Aseguró el profesor que “los libros son amigos fieles y muy discretos, porque, a pesar de que los hemos humanizado, ni escuchan, ni hablan ni ven nuestros defectos”.

 

Gonzalo Sánchez-Molero ha realizado en su charla una disección anatómica de los libros, comparando su evolución con la de la propia biología de nuestros cuerpos. En su discurso ha incluido además una analogía iconográfica del entorno donde ha impartido la conferencia, el paraninfo de San Bernardo, con el salón de frescos de la Biblioteca de El Escorial, al tiempo que ha repasado las diferentes definiciones de libros que se han hecho a lo largo de la historia, incluida la actual de la RAE, que no sirven para una definición moderna, ni actual ni internacional, ya que “es imposible describir un libro a partir de su apariencia física”.

 

Ha explicado cómo a lo largo del tiempo se mejoró el soporte del libro y luego su portabilidad, algo que se consiguió ya en Roma con un proto códice que cabía en la mano, y que se ha conservado en Etiopía, donde este tipo de libros se fabricaron hasta el siglo XIX. El uso del pergamino hizo que los libros fuesen, y sean, rectangulares, y también de ahí que se le hayan otorgado nombres de diferentes partes del cuerpo animal y humano a otras de los libros: lomo, nervios, cabeza, pie, cejas... También tienen los libros partes internas que se denominan como ojo (portada), caras o carillas (que son las páginas).

 

Concluyó su charla Gonzalo Sánchez-Molero con una referencia a la Biblia Políglota Complutense, el libro sobre el que se fundó la propia UCM, en lo que fue un “proyecto científico revolucionario, que ocurrió en Alcalá de Henares”, y apostó el profesor porque el curso 2025-2026 sirva para “abrir una nueva página en nuestra universidad”.

 

Apostilló el rector Joaquín Goyache que “toda lectura es una elección libre, y en esa libertad radica su valor, y aunque la lectura no convierte a nadie automáticamente en mejor persona, ofrece un caudal inmenso de beneficios: amplia horizontes, despierta la imaginación y fortalece la capacidad de comprender el mundo y a quienes lo habitan”.