ÁGORA
Jean-Luc Mélenchon, fundador de Francia Insumisa, anima a los estudiantes a comprometerse para cambiar el futuro
Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 25 sep 2025 16:35 CET
“El futuro no es lo que va a ocurrir, es lo que vamos a hacer”. Con estas palabras se ha dirigido Jean-Luc Mélenchon, fundador del movimiento Francia Insumisa, a un salón de actos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología abarrotado de estudiantes. El político francés ha venido a la Universidad Complutense para participar en la sesión inaugural de las jornadas “Geopolítica de la policrisis” organizadas por la Facultad, GeoEcos, Verso, Viento Sur y la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM).
Antes de la esperada intervención de Jean-Luc Mélenchon, el catedrático de Geografía Política Heriberto Cairo ha aclarado que el término de “policrisis no se refiere a una suma de varias crisis, sino más bien al entrelazamiento de muchas de ellas”. Entre esas crisis están la climática, la sanitaria, la bélica (con guerras como la de Sudán o la de Ucrania y “con genocidios como el de Gaza” al que se han referido todos los ponentes), la del agotamiento de recursos o la del auge de los autoritarismos de la extrema derecha.
Erika González, coordinadora de Ecologistas en Acción, ha incidido en otro tipo de crisis, que es la que existe en Europa, que “ha dado un giro de timón al pasar de un capitalismo verde digital a un capitalismo verde militar”. De acuerdo con ella, a partir de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, la Unión Europea prima su estrategia en defensa, seguridad y competitividad.
Para Jaime Pastor, politólogo y redactor de Viento Sur, sin embargo, la policrisis es una señal evidente de que “lo que está en crisis es el modelo civilizatorio capitalista, que conduce a la vida en el planeta a la catástrofe global”.
Materialismo histórico
Jean-Luc Mélenchon ha recordado que él también fue en su día estudiante y que toda su vida ha estado comprometido, partiendo de una forma de pensamiento que es la escuela del materialismo histórico. Según él, eso parte de su convicción de que la humanidad está formada por seres sociales, pero al mismo tiempo, y de manera indisoluble, culturales.
Desde su perspectiva declaradamente marxista tiene claro que “el capital no se define como una cosa, sino como un proceso”, y en ese proceso se integra “toda la actividad humana”, tanto de los que trabajan como de los que no lo hacen.
En ese proceso hay otros factores importantes como el espacio, que integra “el proceso de acumulación capitalista”, con la ciudad como su máxima expresión, y más teniendo en cuenta que desde 2008 la mayor parte de la población mundial ya vive en ciudades. Lugares donde es indispensable la existencia material de redes colectivas que permitan que funcionen cosas tan básicas como la distribución de agua y energía o la existencia de la educación y la salud.
Otros elementos que incluye Mélenchon en el proceso capitalista son el número, ya que “hoy día somos ya más de ocho mil millones de habitantes”; el tiempo, porque “quien lo controla, controla tu vida”, y las tareas de reproducción social, que son aquellas que “permiten que sea reconocida la vida humana”, como los cuidados.
La revolución
A partir de esa concepción del capitalismo, y siguiendo el hilo argumental de su último libro ¡Ahora el pueblo!, Mélenchon considera que ahí mismo están “las bases de la revolución ciudadana, que es una revolución de control”, de pasar el control de los poderes oligárquicos al pueblo, “de que tengan el control los ciudadanos, los que viven juntos dependiendo unos de otros”.
Hablando directamente a los estudiantes, les ha recordado que ellos son “la primera generación que tiene que enfrentarse a un desafío que antes no se había conocido: el cambio climático”. Un fenómeno que ya “es irreversible y que va a hacer que la organización de la vida humana del periodo anterior se acabe”. Pronostica el político francés que quizás al final no quede nadie, “o para ser más precisos, que no quede nada de la civilización humana que conocemos, aunque surgirá otra que no conocemos”. Algo que él no confía en ver, pero que seguro que les toca a los más jóvenes.
Frente a ese futuro, Mélenchon recomienda a los estudiantes que se comprometan, por principio filosófico, porque si no lo hacen no viven realmente, ya que “los seres humanos viven y se construyen comprometiéndose”.
La necesaria revolución, según el conferenciante, pasa por determinadas fases, y la primera de ellas es la instituyente, en la que se toma conciencia de ser el pueblo, y se presenta una lucha abierta contra la oligarquía, como una lucha de clases entre el proletariado contra la burguesía. Se vanagloria Mélenchon de que en esa fase están ahora mismo en Francia, su “querida patria, que no es capaz de quedarse quieta”, así como en algunos países asiáticos como Nepal, Indonesia o Tailandia.
La segunda fase es la constituyente, cuando el pueblo que hace la revolución ciudadana se da cuenta de que los poderes fácticos no hacen nada por ellos, los echan y deciden organizar un nuevo modelo de gobierno. Y para esta etapa revolucionaria es fundamental tener una vista clara sobre la realidad pero también una teoría clara, porque “como decía Kant, sin teoría la práctica es ciega, y sin práctica la teoría es absurda”.