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Algunos de los organizadores y ponentes de la jornada sobre Automatización y Robótica, en la Facultad de Derecho

Derecho organiza una jornada sobre el impacto en el trabajo de la automatización y la robótica

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 10 feb 2023 13:08 CET

¿Qué implicaciones éticas tiene la robótica? ¿Afecta a la productividad y al empleo? ¿Es la robótica inclusiva y repercute en la gestión empresarial? ¿Cuáles son los aspectos legales de la robótica y la inteligencia artificial? Con la intención de dar algunas posibles respuestas a estas preguntas, el proyecto de investigación FuWorkTech: El Impacto de la Digitalización en las Relaciones de Trabajo, Retos y Oportunidades ha organizado, este 10 de febrero, una jornada titulada “Automatización y Robótica: Hacia un mercado de trabajo social y jurídicamente responsable”.

 

El primer estudio que se realizó sobre el uso de la robótica fue en Japón en torno al año 2010 y allí se estableció la máxima de que “lo que nos debe preocupar no es lo que los robots pueden hacer, sino lo que no deben hacer”. Así lo asegura Yolanda Sánchez-Urán, directora del Departamento de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social y codirectora de la jornada junto al catedrático Francisco Pérez de los Cobos. Este último coincide en que esa idea que se extrajo del estudio japonés debe servir de guía universal, respetando siempre la dignidad humana.

 

Estas reflexiones han surgido después de la primera de las mesas redondas de la jornada, y en especial de la conferencia impartida por Arturo Lahera, profesor de Ergonomía y Sociología del Trabajo en la UCM y miembro de FuWorkTech. En ella ha mostrado un ejemplo de cómo los algoritmos de repartidores les piden que hagan un baile después de su entrega para que los clientes les den cinco estrellas y con ello consigan pedidos nuevos.

 

De acuerdo con Lahera, no hay que culpar al algoritmo de estas decisiones, porque al fin y al cabo “el algoritmo es humano”, entendiendo por ello que detrás de toda inteligencia artificial hay mucho trabajo de personas y un “algoritmo no es más que un instrumento informático que puede realizar una tarea concreta”. Por tanto, al estar diseñado por humanos y afectar a las relaciones laborales, Lahera considera que el algoritmo debería entrar en la negociación colectiva, aunque para eso hacer falta que haya un “conocimiento experto por parte de los que van a negociar”.

 

El investigador “Margarita Salas” en el grupo de Ética Aplica del Instituto de Filosofía, del CSIC, Antonio Terrones, va incluso más allá y plantea si la automatización produce felicidad, y no sólo una evidente rentabilidad. Según él, si no nos hace felices, “quizás nos conduce a una idiotización” o a lo que ha denominado un “emborrachamiento tecnológico”.

 

Ha dejado claro Terrones que él no está en contra de la tecnología, pero sí que la cuestiona y reivindica los beneficios del “entrelazamiento de saberes y sentires”, al tiempo que ha señalado que delegar en las inteligencias artificiales tiene el peligro de reducir el esfuerzo cognitivo, incluso en plantos tan importantes como el “juicio crítico”. A partir de esa reflexión, Lahera ha considerado que es importante incorporar al debate a especialistas en diferentes áreas del conocimiento, como se ha hecho en esta jornada, que ha contado con profesores de diferentes disciplinas y expertos de empresas como Pal Robotics y Amazon España.

 

También han participado en las jornadas letrados como Moisés Barrio, del Consejo de Estado, quien ha reconocido, en sus trabajos en los que relaciona derecho y robótica, que “es necesario abordar no sólo cuestiones jurídicas, sino también sociales, económicas, de salud y éticas con el objeto de garantizar la libertad, la autonomía y la seguridad de los seres humanos, esclareciendo cuestiones tales como cuál es la condición jurídica del robot, si deben tener o no un régimen especial de derechos y obligaciones, quién asume la responsabilidad de las acciones y omisiones de los sistemas autónomos e impredecibles, o el conjunto mínimo indispensable de medidas organizativas, técnicas y legales para asegurar su desarrollo seguro y minimizar los riesgos a los que están expuestas las personas”.

 

Para reducir un poco el pánico al “fin del empleo” que algunos expertos anuncian debido a la robotización, o incluso a lo que se conoce como “robocalipsis now” en el que los robots han suplantado toda la fuerza laboral, Lahera señala que las empresas donde más ha crecido el empleo son, precisamente, las que más se han robotizado. Informa además de que en Europa el impacto de la digitalización ha supuesto la pérdida de diez millones de empleos, pero al mismo tiempo se han creado once millones de empleos, “así que uno más por encima de lo perdido”.

 

Los últimos análisis, realizados por la Universidad de Oxford estudiando todos los trabajos publicados sobre el asunto en la última década, también demuestran que la robotización no destruye empleo, o que al menos no lo ha hecho hasta ahora. Lo que se necesita en estos momentos es conseguir que el trabajo sea digno e intentar paliar los riesgos laborales de la industria 4.0, tales como la disponibilidad 24/7, la soledad organizativa, el sedentarismo, el tecnoestrés o la nomofobia, que es ese miedo a no estar actualizado constantemente.

 

Y para conseguir ese trabajo mejor, integrado con la robótica y donde la dignidad humana no esté en juego, es para lo que trabajan expertos como los reunidos en esta jornada.